viernes, 15 de mayo de 2009

excesos de grasas en la dieta infantil


Según dos estudios
Hay exceso de grasas en la dieta infantil

Están incluso en alimentos buenos como la carne, la leche y el pan
Noticias de Ciencia/Salud: Viernes 15 de mayo de 2009 | Publicado en edición impresa
Nora Bär
LA NACION

En nutrición, si algo bueno es ingerido en exceso, puede dejar de ser bueno. Dos trabajos científicos que la semana próxima se presentarán en el X Congreso Argentino de Nutricionistas, en Posadas, indican que la dieta de nuestros chicos es excesiva en grasas, sodio y carbohidratos, y que muchas de estas sustancias ingresan en el organismo "a bordo" de alimentos tan buenos como la carne, la leche o el pan.

"En líneas generales, se comen en forma sistemática muchas más calorías de lo necesario. Pero el exceso cambia según la clase social: para los más pobres, son los fideos, el pan, los cereales refinados y los carbohidratos simples, y para los de nivel socioeconómico más elevado, las grasas y los azúcares simples. Hay una tendencia mayor al exceso que al déficit", afirma el licenciado Sergio Britos, especialista en nutrición infantil del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la UBA y del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) que firma los trabajos junto con las nutricionistas Agustina Saraví y Noelia Bonfanti.

Las investigaciones se hicieron con la intención de sentar bases que permitan evaluar la calidad nutricional de los alimentos y generar un Observatorio de Buenas Prácticas Nutricionales, algo que permitiría a su vez identificar casos ejemplares, describirlos, estudiarlos, evaluar cuál es el efecto que tienen en la dieta y generar un cuerpo de "lecciones" que podrían difundirse en la industria alimentaria.

Partieron de la constatación de que la industria ya viene desarrollando acciones de mejoramiento y de que esas experiencias podrían sistematizarse.

"Con esto en mente, volvimos a analizar la Encuesta Nacional de Nutrición y encuestas realizadas por Cesni en más de 1500 escolares para identificar cuáles son las principales brechas alimentarias en las que se debería hacer foco; es decir, las principales categorías de alimentos que se consumen de más o de menos -detalla Britos-. Encontramos un lote de unos 20 o 25 productos que son los que llamamos prioritarios o «de interés» y pudimos determinar la estructura de ingesta de calorías y nutrientes. De esta manera, fue posible comparar lo real con lo sugerido y así establecer las principales inadecuaciones [exceso de calorías, grasas totales, grasas saturadas y sodio] y definirlas como prioritarias o de mayor interés en relación con la aplicación de buenas prácticas nutricionales."

Esta búsqueda de "buenas prácticas nutricionales" es una tendencia originada por la preocupación de la Organización Mundial de la Salud que fue explicitada en documentos de 2003 y 2004. Impulsan al sector agroalimentario a progresar hacia estilos de alimentación más saludables mejorando el perfil nutricional de sus productos. Según subraya Britos, esto es lo que actualmente moviliza las mayores inversiones en esa actividad.

Mejoras al plato
Algunas conclusiones de esta revaluación de estudios nutricionales indican que hay varios alimentos sobre los que la industria podría trabajar para hacerlos más saludables.

"Por ejemplo -dice el especialista-, tendemos a comer cortes de carne de un tenor graso mayor de lo conveniente. Los chicos generalmente consumen lácteos no descremados o parcialmente descremados, cuando después de los tres años no es necesario. El pan es otro alimento con el cual tendríamos que generar algunas prácticas positivas, porque aporta mucho sodio a la dieta (habría que disminuirlo). Las facturas y galletitas, los fiambres, los aderezos, son todos ejemplos en los cuales creemos que sería muy bueno aumentar la calidad nutricional."

Los déficits se centran fundamentalmente en el grupo de las frutas y verduras, de las que los menores comen menos de lo necesario.

"Esto, agravado por el hecho de que la canasta es muy monótona y en gran medida dominada por la papa -subraya Britos-. Prácticamente dos tercios de la cantidad de verduras que integran la dieta son papa, más algo de tomate, zanahoria y zapallo. Tendrían que consumir casi el doble de esa cantidad, pero además con un menú mucho más variado. El consumo de frutas también es muy bajo y monótono: esencialmente manzana, banana y un poquito de naranja."

Como parte del trabajo, los investigadores también generaron dos modelos de dieta saludable. Una para chicos de 2 a 5 años y otra para los que están en edad escolar.

Para la doctora Carmen Mazza, jefa del Servicio de Nutrición del hospital Garrahan, si bien es cierto que los chicos ingieren mucho sodio, que las galletitas y alimentos industriales tienen mucha grasa y que se come poca verdura y fruta, también es importante destacar que algunos de estos excesos y carencias dependen de la población analizada.

"Hay estudios en la provincia de Buenos Aires, en escuelas públicas de clase media baja y baja, que muestran que no todos toman mucha leche. Hay una población que no llega a cubrir los requerimientos de calcio", afirma Mazza, que no participó en el estudio.

Los trabajos de Britos y colegas muestran que, en el caso de la población menor de cinco años, dos tercios de las calorías y por lo menos el 75% de las grasas totales, saturadas y trans, y el sodio ingeridos por los chicos provienen de la carne vacuna (no magra), los lácteos enteros, el pan, los jugos y bebidas azucaradas, las facturas y panificados dulces y de alto tenor graso, los embutidos y fiambres.

En el segmento de los escolares, a las categorías anteriores les agregan la manteca, la mayonesa, las golosinas y los dulces.

Sobre estos alimentos, proponen, debería actuar la industria y enfocarse los programas de buenas prácticas alimentarias.

"Habitualmente, cuando uno se plantea qué comen de más los chicos, suele poner el acento en los dulces y el fast food -concluye Britos-. En realidad comen un poco de más en de todo. Y en todo hay que ejercer una moderación."
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Están incluso en alimentos buenos como la carne, la leche y el pan

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