martes, 22 de septiembre de 2009

"El 21% de los tumores tiene origen infeccioso. Toda una sorpresa"



22 SEP 09 | Harald zur Hausen, investigador alemán
"El 21% de los tumores tiene origen infeccioso. Toda una sorpresa"
"Me pidieron que hablara de la importancia de la vacunación en general, pero voy a hablarles más de la relación entre infecciones y cáncer"

El País, Madrid

EMILIO DE BENITO - Madrid


Harald zur Hausen tiene un curioso sentido de lo que es estar jubilado. El investigador alemán, de 76 años, dejó la dirección del Centro de Investigación sobre el Cáncer (DKFZ) alemán en 2003. "Pero eso me ha dado más tiempo para seguir con mi hobby". ¿Y cuál es esa afición? "Investigar en la relación entre las infecciones y el cáncer". Esa vocación fue recompensada en 2008 con el Nobel de Medicina, y es la que, el pasado viernes, le llevó a conceder esta entrevista, encajonada entre una reunión, una comida y un viaje a Toledo, donde tenía que asistir a una conferencia organizada por el Centro de Estudios de Políticas Públicas y Gobierno de la Universidad de Alcalá de Henares.

En el fondo, el investigador no ha dejado su hobby desde hace más de 30 años, aunque el premio que recibió el año pasado haya hecho que todo el mundo le pregunte ahora por lo que descubrió a finales de los setenta, y no por lo que está haciendo ahora. "No importa; el premio no le cambia a uno la vida".

Aquel galardón reconoció su trabajo como pionero en la investigación sobre las causas infecciosas del cáncer. Una tarea que en 1976 le llevó a publicar la relación entre el virus del papiloma humano y el cáncer de cérvix. "Ahora sabemos que entre virus, parásitos y bacterias, aproximadamente el 21% de los tumores tiene origen infeccioso. Es mucho más de lo que sospechábamos hace 15 o 20 años. Es toda una sorpresa", dice.

Pero en su momento, cuando Zur Hausen hizo su descubrimiento, fue algo tan inesperado que cuando fue con su hallazgo a Boehringer -"el gran laboratorio que tenía más cerca"- para intentar que desarrollaran una vacuna, le dijeron "que no había mercado para ella", cuenta fingiendo sorpresa. Pero en seguida matiza: "Los directores eran otros, no son los de ahora. Además, entonces la tecnología clave, como la PCR [reacción en cadena de la polimerasa, que se descubrió en 1986 y que sirve para identificar el material genético de los virus y otros cultivos celulares] no estaba desarrollada, y hubo un par de informes que dieron falsos positivos, y eso desanimó a la industria", dice para justificar a quienes no vieron la importancia -también económica- de su hallazgo.

Tampoco estaba claro el proceso que relacionaba el virus con el cáncer. Al llegar a este punto, Zur Hausen eleva la voz y recobra la vitalidad. Se lanza a enumerar una catarata de explicaciones sobre regulación de los factores de transcripción y otros mecanismos de regulación de los genes que hacen que una célula sana se convierta en tumoral. Al final, hay que reconducirle para que la explicación no sea abrumadora. "Lo que quiero decir es que no es que el virus cause el cáncer directamente. Su ADN no se integra en las células como si fuera un oncogen, pero interfiere en las primeras fases de la regulación, lo que acaba produciendo un cáncer", resume lo más didáctico que puede.

Inevitablemente, si se habla del virus del papiloma hay que referirse a la polémica montada alrededor de la vacuna, uno de los medicamentos más discutidos que se ha puesto en el mercado últimamente (en 2006). Zur Hausen empieza desmintiendo la mayor: "La vacuna es tan segura como puede serlo cualquier otra. Hay algunos efectos adversos descritos, como que puede producir una irritación en la zona del pinchazo o alergia a alguna de las proteínas, pero eso pasa con todas".

Entonces, ¿por qué ha habido tanto debate? Para empezar, el científico cree que ha habido "un ligero cambio" en la percepción que la gente tiene de las vacunas. "Antes, se aceptaban más fácilmente, pero hubo algunos casos, como la posible relación de una vacuna contra la hepatitis B y la esclerosis o el síndrome de Gillian-Barré, una grave enfermedad neurológica, que han modificado algo esta percepción", opina el investigador.

Además, él mismo reconoce que en el caso de la vacuna del papiloma hubo otra serie de factores: "Primero, una intensiva campaña de publicidad por parte de los laboratorios, lo que pudo provocar cierto rechazo y sospecha entre la gente. Segundo, se trata de una enfermedad de transmisión sexual, y eso, asociado a que hay que vacunar a niñas, siempre es un tema peliagudo. Muchos padres no querían ni oír hablar de que sus hijas podían estar teniendo relaciones sexuales. Y, además, sobre todo en Europa, hay unos movimientos verdes que creen que vacunarse es interferir en la naturaleza, hay una especie de movimiento ideológico contra las vacunas", admite.

Lo que le sorprende es que, en España, al menos, haya habido también médicos opuestos a la vacuna. "Puede ser que tengan miedo a que disminuyan el cribaje [las pruebas periódicas que deben hacerse las muejres para detectar las lesiones precancerosas]", admite. También cree -siempre prudente- que en España eso es posible porque es "un país especial, donde el cáncer de cérvix no es tan importante como en el resto del mundo, donde es el segundo más frecuente en mujeres". Pero cree que los beneficios están claros. "En Alemania se realizan unas 150.000 intervenciones quirúrgicas al año para eliminar las lesiones precancerosas producidas por el virus del papiloma. Insisto, sólo las precancerosas. Y más de 100.000 son evitables con la vacuna". No es un porcentaje despreciable, y mucho menos si se tienen en cuenta los efectos adversos de esas intervenciones. "No son inocuas, y aunque sólo sea la extirpación de las lesiones, entre un 2% y un 7% tiene efectos secundarios, que pueden llegar a adelantar los nacimientos o a causar infertilidad", dice.

Estos recelos son parte de los que han resurgido ahora, cuando está a punto de empezar la campaña de vacunación contra la nueva gripe. Pero Zur Hausen se resiste a la comparación. "Sabemos que los efectos de la vacuna del papiloma van a durar por lo menos una década, durante la que las mujeres van a estar protegidas. En cambio, la de la gripe hay que cambiarla cada año", señala.

El tiempo para hablar con el médico se acaba. Le espera una conferencia en Toledo. "Me pidieron que hablara de la importancia de la vacunación en general, pero voy a hablarles más de la relación entre infecciones y cáncer", dice con media sonrisa. Al fin y al cabo, es su hobby ahora que está jubilado.

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