martes, 13 de octubre de 2009

PARKINSON y pesticidas


Un nuevo estudio relaciona los pesticidas y el Parkinson
JANO.es
09 Octubre 2009 · Belén Diego. Madrid

Los datos epidemiológicos y de laboratorio invitan a pensar que la relación entre algunos pesticidas y la enfermedad es causal, y que el mecanismo mediador es el proceso neurodegenerativo



El término ‘pesticida’ es amplio e incluye productos químicos con diversos mecanismos de acción.

Los trabajadores expuestos a pesticidas tienen un riesgo incrementado de desarrollar Parkinson (EP), según un estudio publicado en Archives of Neurology (Arch Neurol. 2009;66[9]:1106-1113). Esta observación se hizo por primera vez a finales del siglo pasado. Desde entonces, se ha planteado que los trabajadores del campo, la enseñanza y otros sectores son más vulnerables a la enfermedad. No obstante, diversos análisis sobre la relación entre dichas sustancias y la EP han resultado contradictorios, y pocos trabajos han evaluado la relación directa entre la exposición a estos productos y el riesgo de enfermar.

Caroline M. Tanner, del Instituto Sunnyvale para la Investigación del Parkinson, encabeza el equipo que estudió a 519 pacientes y a 511 sujetos libres de la enfermedad, analizando su exposición a pesticidas en igualdad de condiciones demográficas (los grupos tenían edades similares y residían en la misma zona). Entre los voluntarios se realizó un sondeo sobre su historia laboral y su exposición a diferentes toxinas, entre ellas, disolventes y pesticidas.

Pesticidas en sentido amplio
No se apreció relación entre ocupaciones del sector agrícola, de la construcción (soldadores), educativo ni sanitario y el riesgo de enfermedad. Entre los pacientes que padecían EP, la exposición a pesticidas se documentó en el 8,5% de los casos; el porcentaje entre los sujetos del grupo de control, sanos, fue del 5,5. “Cada vez hay más pruebas de la relación, causal, entre los pesticidas y el Parkinson. No obstante, el término ‘pesticida’ es amplio e incluye productos químicos con mecanismos de acción diversos”, aclaran los investigadores. “Dado que hay pocos trabajos sobre pesticidas específicos, se estudiaron 8 compuestos concretos con neurotoxicidad elevada según los análisis del laboratorio. El uso de estas sustancias sí está asociado con mayor riesgo de Parkinson, el doble del que tienen los sujetos no expuestos a ellas”, aseguran.

Tres compuestos concretos (un ácido clorhídrico, un herbicida y un insecticida) han podido relacionarse con un incremento del 300% del riesgo de EP. Los 3 tienen efectos en las neuronas dopaminérgicas, según pruebas de laboratorio. “La correspondencia entre los datos epidemiológicos y los del laboratorio con modelos experimentales de EP invitan a pensar que la relación entre algunos pesticidas y la enfermedad es causal, y que el mecanismo mediador es el proceso neurodegenerativo”.

Precedentes
El trabajo que ahora se ha dado a conocer es el último de una larga serie. Otro análisis, divulgado por BMC Neurology hace varios meses, venía a confirmar la sospecha de que los pesticidas pueden estar directamente relacionados con este trastorno neurológico. En esa ocasión, investigadores estadounidenses afirmaban que el contacto con los pesticidas multiplica por 1,6 las probabilidades de una persona de sufrir la enfermedad. Eran datos extraídos del análisis de un grupo de 600 personas. La combinación de los pesticidas y otros factores de riesgo constituye, según ellos, un marco que es “altamente probable” que repercuta en el riesgo.

El trastorno, que suele diagnosticarse en etapas avanzadas de la vida y afecta a la capacidad para hablar y moverse, también tiene que ver con la herencia genética. Hay varias alteraciones de los genes de las que ya se sabe que coinciden con los casos de Parkinson, pero en realidad esas mutaciones sólo sirven para explicar una pequeña proporción del gran número de diagnósticos. En España afecta a un 1% de los mayores de 65 años. La franja de edad de mayor incidencia se sitúa entre los 50 y 80 años.
Archives of Neurology


Opinión. Editorial
JANO.es
Investigación y Parkinson, el impulso lo damos todos

11 Abril 2008

“Movimientos involuntarios de carácter tembloroso, con disminución de la fuerza muscular que afectan a partes que están en reposo y que, incluso, provocan una tendencia a la inclinación del cuerpo hacia delante y a una forma de caminar a pasos cortos y rápidos. Los sentidos y el intelecto permanecen inalterados.”

En 1817, el médico y paleontólogo inglés James Parkinson definía así la enfermedad que lleva su nombre en su tratado Ensayo sobre la parálisis agitans. Valiéndose de la observación y de los datos de las historias clínicas de sus propios pacientes, las palabras escritas hace casi dos siglos siguen, en su esencia, plenamente vigentes.

La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurológico, crónico y degenerativo que afecta al sistema nervioso central. Sus síntomas, múltiples y de diferente índole, empeoran lenta y gradualmente. El temblor es el más característico y suele acentuarse en reposo. Los movimientos voluntarios son lentos, existe una clara rigidez muscular y se detectan importantes alteraciones en la marcha, con tendencia a arrastrar los pies y reducir el braceo. Aparecen frecuentes episodios de pérdida del equilibrio y el paciente manifiesta cansancio, fatiga y abatimiento. Es frecuente la pérdida de expresión facial y surgen importantes cuadros depresivos asociados. También son habituales los síntomas no motores, como ansiedad, irritabilidad, lentitud de pensamiento, problemas de memoria, hormigueo, intranquilidad, dolor y trastornos en la capacidad para hablar y comunicarse. Los trastornos psicológicos y conductuales tienen prevalencia notable dentro de la EP. Se estima que el 40-60% de los pacientes presenta depresión en algún momento de la enfermedad y el 10-20% de los afectados de edad avanzada experimenta algún tipo de demencia.

Esta patología, algo más prevalente en la población masculina, puede presentarse en cualquier fase de la vida, pero es más frecuente en las edades avanzadas, siendo los 60 años la edad media de aparición de los síntomas. Aunque no se conoce con exactitud su etiología, se sabe que el trastorno es consecuencia de la degeneración de los ganglios basales, áreas neuronales específicas encargadas, entre otras funciones, de la coordinación de los diferentes grupos musculares. El neurotransmisor principalmente implicado es la dopamina, cuyos niveles están disminuidos de forma significativa en las personas afectadas.

Las estimaciones apuntan a que la EP afecta a una de cada mil personas, si bien algunos estudios sugieren que la prevalencia real podría duplicar esa cifra y suponer 200 casos por cada 100.000 habitantes, constituyendo, con porcentajes que rondan el 1,6% en las personas mayores de los 65 años, la segunda enfermedad degenerativa en la población comprendida en esa banda de edad. En España el número de afectados alcanza los 100.000. Respecto a las posibilidades del arsenal terapéutico, existe un abanico de opciones: farmacológicas, quirúrgicas y complementarias, pero ninguna de ellas remite el curso de la enfermedad, limitándose a paliar, en algunos casos con notable eficacia, los efectos de los síntomas. Aunque no exista por el momento tratamiento curativo, se tienen nuevos conocimientos acerca de los factores que pueden causarla, incluidos los genéticos y ambientales.

Esta evidencia refuerza, más si cabe, el papel clave de la investigación que ha sido el eje en torno al que ha girado, bajo el lema “Investigación y Parkinson. El impulso lo damos todos”, el Día Mundial sobre esta enfermedad que se celebró el pasado 11 de abril. Los mensajes fueron unánimes al puntualizar que el conocimiento sobre la EP que en el momento actual tiene la ciencia y la medicina ha sido posible gracias a la investigación. La complejidad intrínseca de esta patología convierte en más sólida la defensa de la investigación como herramienta decisiva en el futuro. “Estamos ante el único camino posible hacia la curación de esta enfermedad”, destacaron los distintos portavoces de la jornada, que insistieron en que todos los agentes y órganos implicados –administraciones, investigadores básicos y clínicos, pacientes y familiares– deben de comprometerse con decisión, y cada uno desde sus propias competencias, a la hora de impulsar conjuntamente la investigación.

Además, se ha recordado que los enfermos de Parkinson requieren una atención integral sociosanitaria en la que, además de los servicios sanitarios, sociales y de atención a la dependencia, deben estar incluidos la familia y su entorno. Por ello, la Federación Española de Parkinson, que agrupa actualmente a 40 asociaciones regionales y locales que representan a más de 10.500 asociados, exige que se adopten las medidas pertinentes en cada sistema de salud autonómico, para hacer efectiva la aplicación de las prestaciones y relacionados con la EP, aprobado en la Cartera de Servicios del Sistema Nacional de Salud.


XVI PREMIOS GALIEN / III PREMIOS DOYMA.GALIEN
Vida Activa en Parkinson, ideas y soluciones para una vida plena
01 Diciembre 2006 · Marcos López Jiménez, Madrid

La nueva publicación de Novartis se dirige a los pacientes que padecen esta enfermedad neurodegenerativa, a sus cuidadores, familiares y profesionales sanitarios


La enfermedad de Parkinson, patología caracterizada por una estimulación deficiente de los receptores dopaminérgicos del ‘cuerpo estriado’ —situación que conlleva a la presentación de, entre otros muchos síntomas, rigidez y temblor—, afecta fundamentalmente a la población mayor de 65 años. Así, con independencia del sexo del paciente, los estudios epidemiológicos revelan que hasta un 2% de los mayores de 65 años padece la afección.

Sin embargo, y si bien su edad media de aparición se establece en torno a los 55 años, no se trata de una enfermedad exclusiva de los mayores: hasta un 20% de los enfermos de Parkinson son menores de 50 años, llegando incluso a existir el denominado ‘Parkinson juvenil’, ciertamente infrecuente, que afecta a menores de 15 años. En el caso específico de nuestro país, el número de pacientes se sitúa en torno a 100.000, con una incidencia estimada de 20 casos nuevos por cada 100.000 habitantes y año.

Desconocimiento e impacto

A pesar de su significativa y creciente prevalencia, la enfermedad de Parkinson sigue siendo desconocida para muchos pacientes y familiares. El resultado es la presentación de multitud de dudas y preguntas desde el mismo establecimiento del diagnóstico, razón por lo que se hace necesario el ofrecimiento de una información correcta y contrastada, así como de una visión realista —que no pesimista— de la patología, para que los pacientes y su entorno familiar puedan mostrarse más activos, y en consecuencia más eficientes, a la hora de afrontar la enfermedad.

Pues el desconocimiento de la enfermedad, unido al enorme impacto que tiene sobre los pacientes, contribuye a que hasta un 80% de los afectados padezca depresión. No en vano, hasta un 40% ya la presenta desde el mismo momento en el que se establece el diagnóstico. De la misma manera, y si bien con menor frecuencia que la depresión, los enfermos de Parkinson padecen otros problemas psicológicos como son, entre otros, la angustia, la ansiedad y los ataques de pánico, la hipocondría y los síntomas psicóticos de diferente índole, fundamentalmente alucinaciones, delirios paranoides y confusión.

Vida activa en Parkinson

En respuesta a esta necesidad, Novartis ha puesto en marcha Vida activa en Parkinson. Ideas y soluciones para una vida plena, una publicación cuatrimestral que, editada por Elsevier-Doyma con el aval de la Sociedad Española de Neurología, la Federación Española de Parkinson y de la Fundación de Neurocirugía Funcional, “no sólo va dirigida a los pacientes y su entorno familiar, sino también -como explica Ramón Portillo, responsable de la Unidad de SNC de Novartis- a los profesionales sanitarios, muy principalmente al personal de enfermería y de terapias complementarias (entre los mismos, rehabilitadores, psicólogos o fisioterapeutas) que forman parte de las unidades multidisciplinares de abordaje de la enfermedad”.

Información y formación

Los objetivos principales de la publicación son, por lo que refiere a los pacientes y sus allegados, ofrecer la necesaria información y formación que posibilite una mayor autonomía del afectado en el cuidado de la salud y, en definitiva y dada su mayor actividad e implicación, mejore no ya sólo su calidad de vida, sino también la de sus cuidadores. Todo ello sin olvidar que la información derivará, además, en una mejora del cumplimiento terapéutico. Por su parte, y por lo que respecta a los profesionales sanitarios, Vida activa en Parkinson se presenta como un soporte de comunicación para la implementación de terapias complementarias en la enfermedad.

En palabras de la Dra. Àngels Bayés, directora de la publicación, “nos centramos en las herramientas que se encuentran actualmente a nuestro alcance para readaptar el día a día de los afectados a las limitaciones propias del Parkinson”. En consecuencia, las técnicas de rehabilitación, la ayuda psicológica y la terapia ocupacional, contempladas lógicamente desde la perspectiva multidisciplinar que requiere el tratamiento de esta enfermedad, tienen un especial protagonismo en la publicación.

Además, Vida activa en Parkinson presta atención a las investigaciones sobre nuevos fármacos, uso de células madre, avances en el conocimiento del origen de la enfermedad o nuevas técnicas diagnósticas. Avances que, “cual estímulos —puntualizó la Dra. Bayés—, deben animar a los profesionales, pacientes y cuidadores a seguir luchando para convivir lo mejor posible con una dolencia hoy por hoy incurable. Pues si bien la ciencia, incansable, sigue buscando respuestas que puedan conducir algún día a la curación del Parkinson, queda un largo camino para ello. Pero cada pequeño paso dado en los últimos años ha supuesto una mejora en el tratamiento y en la calidad de vida de los pacientes”.

Contenidos

Con objeto de facilitar la lectura de la revista, Vida activa en Parkinson se encuentra estructurada en 5 bloques principales, encontrándose el primero de los mismos, ‘Actualidad en Parkinson’, dedicado a informar al lector de las noticias, eventos e investigaciones actuales sobre la enfermedad y los tratamientos y recursos disponibles.

El segundo de los bloques, ‘Más autonomía’, ofrece información sobre el uso terapéutico de las actividades de cuidados personales, trabajo y esparcimiento para, entre otros objetivos, aumentar la funcionalidad independiente, reforzar el desarrollo y prevenir la discapacidad. De manera similar a como sucedía en el bloque anterior, contempla la inclusión de distintas secciones dedicadas a los cuidados personales, la motricidad y la terapia cognitiva.

Por su parte, el tercer apartado de Vida activa en Parkinson, ‘Sentirse mejor’, recoge información y recomendaciones sobre las terapias complementarias que facilitan el control de los síntomas e incrementan la actividad y la calidad de vida. Finalmente, y además de la `Entrevista´ presente en cada uno de los números, el último de los bloques, ‘En compañía’, ha sido diseñado para ofrecer contenidos que faciliten, por un lado, la convivencia familiar y, por otro, la relación con el entorno de amistades y con las actividades de ocio y diversión.

La publicación se envía al domicilio de los enfermos o familiares que lo solicitan. Asimismo, se distribuye también a neurólogos y enfermeras para que informen a los enfermos, familiares y cuidadores.

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