miércoles, 4 de noviembre de 2009

IntraMed - Artículos - Hiperlipidemia después del tratamiento con fármacos antipsicóticos



Casi todos los antipsicóticos elevan la concentración de lípidos en sangre
Hiperlipidemia después del tratamiento con fármacos antipsicóticos
Prácticamente todas las drogas antipsicóticas se asocian con mayor riesgo de hiperlipidemia, un hecho que debe ser considerado.

Olfson M, Marcus SC, L’Italien GL y colaboradores
SIIC Salud
Hyperlipidemia Following Treatment with Antipsychotic Medications. American Journal of Psychiatry 163(10):1821-1825, Oct 2006


ÍNDICE
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La información proveniente de diversos estudios sugiere que los nuevos antipsicóticos como, por ejemplo, la clozapina y la olanzapina podrían asociarse con mayor riesgo de hiperlipidemia. El trastorno metabólico desaparecería cuando el tratamiento se interrumpe.

Además de los estudios clínicos, los trabajos epidemiológicos encontraron una relación entre este tipo de medicación y la aparición de hiperlipidemia; en una investigación, la clozapina y la olanzapina (aunque no la risperidona) se vieron asociadas con un aumento del riesgo de hiperlipidemia. En cambio, otro estudio no encontró diferencias sustanciales en este riesgo entre los pacientes tratados con clozapina o con antipsicóticos de primera generación. Los trabajos prospectivos también sugieren que los nuevos antipsicóticos tienen este efecto adverso; tanto la olanzapina como la clozapina se asociaron con una elevación sustancial de los niveles de colesterol total en suero. En cambio, poco se sabe acerca del posible efecto hiperlipidémico de otros antipsicóticos; por ese motivo, en este trabajo los autores estiman el riesgo relativo de hiperlipidemia después del tratamiento inicial con antipsicóticos de primera generación y con cada uno de los 6 antipsicóticos de segunda generación.

Métodos

Los datos se obtuvieron del California Medicaid Program (2001-2004). La población de estudio estuvo integrada por pacientes de 18 a 64 años con diagnóstico de esquizofrenia o de psicosis afectiva. Se excluyeron aquellos individuos con condiciones asociadas con trastornos del metabolismo de los lípidos (hipotiroidismo, síndrome nefrótico, colecistitis, porfiria intermitente aguda, anorexia nerviosa, diabetes tipo 2, obesidad, desnutrición, enfermedad de Gaucher, síndrome de Cushing, embarazo, acromegalia, lipodistrofia, mieloma múltiple o enfermedades autoinmunitarias, entre otras). Tampoco se incluyeron los sujetos tratados con diuréticos tiazídicos, de asa, retinoides, inhibidores de la proteasa, esteroides anabólicos, andrógenos, terapia hormonal y agentes inmunosupresores, entre otros fármacos asociados con hiperlipidemia. Los casos fueron pacientes con diagnóstico de hiperlipidemia o con indicación de tratamiento con atorvastatina, colestiramina, clofibrato, colesevelam, colestipol, fenofibrato, gemfibrozil, lovastatina, pravastatina o simvastatina, pero se excluyeron aquellos con diagnóstico previo o con indicación de esta medicación durante los 180 días anteriores. Por cada caso se evaluaron 6 controles similares en edad, sexo, raza y grupo diagnóstico. La cohorte de análisis estuvo integrada por 13 133 casos y 72 140 controles. Los antipsicóticos empleados fueron aripiprazol, clozapina, olanzapina, quetiapina, risperidona, ziprasidona o antipsicóticos de primera generación.

Resultados

La mayoría de los integrantes de la muestra de estudio eran de raza blanca; el número de mujeres fue mayor que el de los hombres tanto entre los casos como entre los controles.

Los 2 grupos fueron homogéneos en términos de edad; una gran mayoría de los participantes en ambos grupos tenía diagnóstico de depresión mayor sin rasgos psicóticos, esquizofrenia o trastorno bipolar. Más de la mitad de los pacientes (64.02%) no habían sido tratados con medicación antipsicótica durante los 2 meses previos a la fecha índice.

Entre los tratados, los fármacos más comúnmente utilizados fueron la olanzapina (12.26%) y la risperidona (8.86%). Resultó menos habitual que los pacientes con hiperlipidemia recibieran quetiapina (6.09%), antipsicóticos de primera generación (3.97%), clozapina (2.79%), ziprasidona (1.4%) o aripiprazol (0.61%). El modelo de regresión logística mostró que, en comparación con los pacientes sin medicación antipsicótica, los sujetos que recibieron clozapina, risperidona, quetiapina, olanzapina, ziprasidona y antipsicóticos de primera generación (no así aripiprazol) presentaron un riesgo significativamente mayor de tener hiperlipidemia de reciente comienzo.

Discusión

El estudio demostró que una amplia variedad de antipsicóticos se asocian con mayor riesgo de hiperlipidemia; los antipsicóticos de primera generación y cada uno de los de segunda generación, con excepción del aripiprazol, se asociaron con riesgo significativamente mayor de hiperlipidemia en comparación con la ausencia de tratamiento antipsicótico. El trabajo confirma observaciones anteriores en relación con la clozapina, olanzapina y risperidona y agrega información con respecto a la quetiapina, ziprasidona y el aripiprazol. En comparación con los resultados del análisis de la U.K. General Practice Research Database, el odds ratio (OR) de hiperlipidemia asociado con olanzapina fue sustancialmente inferior en la presente investigación (OR de 1.56 vs. 4.52 en el estudio británico). Posiblemente, señalan los autores, la diferencia obedezca a que en el Reino Unido el tratamiento con olanzapina y con otros antipsicóticos de segunda generación habitualmente se reserva para enfermos más graves, quienes además presentan con mucha frecuencia índices elevados de tabaquismo, obesidad e inactividad física así como otros factores de riesgo de hiperlipidemia, comunes en los individuos con enfermedades mentales graves.

Este trabajo confirma que varios fármacos antipsicóticos pueden contribuir a la aparición de hiperlipidemia; debido a que los pacientes con patologías médicas y aquellos tratados con fármacos que se asocian con hiperlipidemia fueron excluidos del análisis, la relación que se observó entre la medicación y el riesgo de hiperlipidemia es independiente de estos factores conocidos de riesgo. Los pacientes con esquizofrenia tienen prácticamente el doble de probabilidad de morir a causa de enfermedades cardiovasculares en comparación con el resto de la población. Además, presentan con mayor frecuencia alteraciones en el perfil de lípidos, diabetes, obesidad, hipertensión y tabaquismo. Por lo tanto, la prevención del síndrome metabólico y de la enfermedad cardiovascular representa un objetivo principal en la atención de los individuos con enfermedades mentales y, en este sentido, la elección de fármacos con un perfil de seguridad más favorable es crucial, concluyen los especialistas.

SIIC

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