miércoles, 18 de noviembre de 2009

SÍNDROME DE WISKOTT ALDRICH


Arturo Muñoz

Diariomedico.com
ESPAÑA
SÍNDROME DE WISKOTT ALDRICH
La trombocitopenia es su presentación
"El síndrome de Wiskott Aldrich (WAS, en sus siglas en inglés) es un trastorno hereditario inmunitario ligado al cromosoma X, que cursa con infecciones recurrentes, posible afectación cutánea y una disminución del número de plaquetas, que trae como consecuencia tendencia al sangrado excesivo", explica Arturo Muñoz Villa, jefe de la Unidad de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid.


Laura D. Ródenas - Miércoles, 18 de Noviembre de 2009 - Actualizado a las 00:00h.

llave conceptual:
1. "Las personas con síndrome de Wiskott Aldrich son más susceptibles a desarrollar cáncer, además de hepatopatías e infecciones diversas"


Esta enfermedad se da en uno de cada 250.000 nacimientos de varones y está asociada a una alteración de un gen localizado en el brazo corto del cromosoma X, el WASP (Wiskott-Aldrich Syndrome Protein), que codifica una proteína citoplasmática del mismo nombre, implicada en el mantenimiento del citoesqueleto de actina en los tejidos hematopoyéticos.

La biología molecular permite realizar un diagnóstico prenatal, en cuyo caso es aconsejable efectuar una cesárea debido al riesgo de hemorragia craneal durante el parto. No obstante, la mayoría de los casos se diagnostican ya en el recién nacido, por la presencia de puntos hemorrágicos en la piel y diarreas con sangre. La gravedad de los síntomas del WAS se asocia al tipo de mutación, siendo la forma más grave aquella en la que la proteína está ausente, mientras que la existencia de niveles reducidos de la misma coincide con los casos más leves.

El cuadro clínico característico incluye infecciones de repetición que se manifiestan a edades muy tempranas, entre ellas sinusitis, otitis y neumonías. Son comunes, asimismo, las hemorragias, que pueden ser de causa trombocitopénica, cuando se deben a un descenso del número de plaquetas, o de tipo trombocitopático, cuando se manifiestan a raíz de una función alterada de éstas. Normalmente se localizan en la nariz y la boca, sin contar el sangrado que acompaña a la defecación y la aparición de hematomas. Los eccemas suelen aparecer durante el primer año de vida, que constituye "el período de tiempo ideal para diagnosticar la enfermedad", según Villa.

Sin embargo, "al tratarse de una enfermedad rara, a menudo la detección se complica". En este sentido, además de por las manifestaciones descritas, el diagnóstico se confirma por las pruebas de laboratorio que evidencian alteraciones en las plaquetas y el sistema inmune. Son indicativos los niveles bajos de inmunoglobulina. En la piel debe comprobarse si existe o no hipersensibilidad. Un signo que, a menudo, suscita la alarma entre los progenitores es la aparición de una erupción en la zona del pañal.

Vías de actuación
El tratamiento se basa en la administración de corticoides, a nivel sintomático, así como de gammaglobulinas, que tienen por objeto prevenir infecciones. "Con el fin de limitar el riesgo de hemorragias, en ocasiones se realizan transfusiones de plaquetas", cuenta Villa.

Del mismo modo, el problema plaquetario puede resolverse mediante una esplenectomía. Sin embargo, la extirpación del bazo tiene como contrapartida el aumento del riesgo de desarrollar infecciones, que pueden resultar mortales debido a una sepsis fulminante y, por lo tanto, se ha de proceder a la admininistración profiláctica de antibióticos.

"Es posible también realizar un trasplante del cordón umbilical. Pero, a día de hoy, "el recurso con mayores posibilidades terapéuticas es el trasplante de médula ósea, a ser posible procedente de un familiar", apunta Villa. "En este sentido, de 1989 a 2006, el Grupo Español de Trasplantes de Médula Ósea analizó la evolución de este procedimiento en 13 pacientes, con resultados prometedores", agrega el experto. Los resultados confirmaron un alto porcentaje de éxito, constatándose como una medida eficaz en nueve pacientes. "Tan sólo se registraron dos fracasos por no existir compatibilidad entre los sujetos".

"Este punto es lo que ha hecho que la ciencia ponga sus miras en la terapia génica", subraya Villa. Ésta tiene como diana las células T, el principal tipo celular afectado por el WAS. La restauración del gen afectado, evitando efectos secundarios, será probablemente la mejor estrategia futura para tratar el WAS, así como otras inmunodeficiencias primarias.



SÍNTOMATOLOGÍA
El WAS se caracteriza por la triada de trombocitopenia, inmunodeficiencia variable y eccema. A simple vista, puede observarse un tipo de erupción prurítica similar a la dermatitis atópica y lo que se conoce como la púrpura, una especie de puntos hemorrágicos bajo la piel de color rojo vino. Es posible que el paciente sufra escalofríos y sea incapaz de controlar el castañeteo de sus dientes. Otro indicativo bastante fiable es la aparición de diarrea sanguinolenta y crónica. Y es que la deficiencia de plaquetas hace que los pacientes sean más propensos al sangrado.

POSIBLES COMPLICACIONES
La carencia de linfocitos B y T hace que los niños sean más susceptibles a todo tipo de infecciones, ya sean de tipo viral, bacteriano o por hongos, siendo lo más común las complicaciones del tracto respiratorio. Por otra parte, a largo plazo el WAS implica un aumento de la incidencia de la malignidad, incluyendo el riesgo de desarrollar linfoma y leucemia, y de las enfermedades autoinmunes. Cabe esperar la aparición de hepatopatías, como la hepatitis activa y la cirrosis, y suele aconsejarse la vacunación frente a la hepatitis B.

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