martes, 19 de enero de 2010

"La felicidad no se puede prescribir"


José Carlos Fuertes Rocañín

Diariomedico.com
ESPAÑA
Fuerta de consulta: psiquiatra y marinero
"La felicidad no se puede prescribir"
Psiquiatra del Hospital Militar de Zaragoza, Fuertes busca en el mar la paz y la soledad que no encuentra en las prisas de una sociedad que según juzga, "no sabe dónde va".


Soledad Valle - Martes, 19 de Enero de 2010 - Actualizado a las 00:00h.

llaves conceptuales:
1. "Me gusta ver atardecer y amanecer a 5 ó 10 kilómetros de la costa. En esas horas de soledad me dedico a pensar o a no hacer nada"
2. "A los psiquiatras se nos está pidiendo que demos respuestas a problemas humanos, pero no podemos solucionar la vida de nadie"


"No es lo mismo una soledad impuesta que una elegida". José Carlos Fuertes Rocañín, psiquiatra en el Hospital Militar de Zaragoza, cuando zarpa con su barco y se adentra en el mar "para no hacer nada, para no pensar en nada y encontrar paz" busca estar solo. En tierra firme deja una actividad maratoniana como profesor de Ciencias Forenses y Derecho Sanitario en la UNED, el trabajo en el hospital militar y en su consulta privada y las prisas de una sociedad que, según confiesa, "cada vez tiene más prisa, aunque no sepa hacia dónde va".

Es usted un poco pesimista, ¿no?
-No, la realidad es que la gente cada vez es menos tolerante a la frustración; quiere las cosas ya y si no las obtiene se amarga y frustra. De hecho, existen estudios que hablan de que el 40 por ciento de las consultas a médicos de familia son problemas mentales.

Así que ahora los psiquiatras tienen trabajo extra.
-Somos el paño de lágrimas de una sociedad convulsa que ha perdido el rumbo. Yo me niego a serlo, pero no me queda más remedio. A los psiquiatras se nos está pidiendo que demos respuestas a problemas humanos, como el dolor por la muerte de un familiar o una ruptura sentimental, pero no podemos solucionar la vida de nadie. El conflicto surge cuando confundimos lo que es un problema con una depresión. La depresión se cura con fármacos, no hay otra manera, y los problemas se sobrellevan charlando con amigos, por ejemplo. Y es que la felicidad no se puede prescribir.

Usted, como profesional de los trastornos mentales, se presupone que goza de una envidiable estabilidad en este aspecto.
-Los demás creen que nosotros tenemos una especial capacidad de percepción y vamos psicoanalizando a la gente por la calle, y no es así. Tenemos las mismas angustias, agonías y dudas, pero estamos entrenados para no proyectarlas.

¿Cuál es su receta personal para afrontar esas situaciones?
-Navego. Siempre me ha gustado estar en el mar, pero no como la gente que va al mar a pescar o a bañarse; a mí me gusta navegar, sin más.

¿Cuándo empezó su afición?
-Tenía 15 años cuando mis padres me regalaron una zódiac pequeña de goma con la que me alejaba de la costa de Peñíscola, donde siempre he veraneado. Hace treinta años no te pedían ningún requisito para tener un barco y ser marinero aficionado. Ahora todo está más regulado.

¿Tiene algún título para manejar embarcaciones?
-Soy patrón de yate, lo que me permite hacer una navegación deportiva, con cierta seguridad. He navegado desde la Costa de Azahar hasta Ibiza, un trayecto que dura entre 10 y 12 horas, dependiendo del viento, pues iba en un velero de 11 metros.

¿Viaja solo?
-Sí, es difícil encontrar a alguien que le guste pasar tanto tiempo en el mar sin hacer otra cosa que disfrutar de ese placer de soledad y paz, así que suelo viajar solo. Por eso la embarcación que ahora tengo es un faetón, una lancha de motor de 10 metros de eslora y 3 de manga. He tenido que renunciar a un velero, porque exige una navegación más atenta y ya veo que voy cumpliendo años y es más fácil manejar un barco de motor.

¿Disfruta viajando solo?
-Sí, enormemente; me gusta ver atardecer y amanecer a 5 ó 10 kilómetros de la costa. En esas horas de soledad me dedico a pensar y a no hacer nada, algo que creo que es fundamental para un psiquiatra con una labor de tanta exigencia mental.

Es curioso que usted busque la soledad cuando parece que es un problema para mucha gente.
-No es un problema para el marino que lo que hace es huir, en muchos casos, de compañías impuestas e incluso de la familia que en algunos momentos te agobia. Además, hay que saber estar solo.

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