viernes, 12 de febrero de 2010

El diálogo es fundamental para la calidad de vida del niño con EII - DiarioMedico.com


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ESPAÑA
VII ENCUENTRO MÉDICO-QUIRÚRGICO EN ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL
El diálogo es fundamental para la calidad de vida del niño con EII
El VII Encuentro Médico-Quirúrgico en Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), celebrado en Madrid, incorpora entre sus ponencias El impacto de la EII en el ámbito psicosocial de los niños, un análisis intenso y necesario para mejorar lo máximo posible la calidad de vida de los pacientes más jóvenes.


Christian Rubio - Viernes, 12 de Febrero de 2010 - Actualizado a las 16:04h.


Los dos trastornos que incluye el concepto genérico de enfermedad inflamatoria intestinal siguen varios patrones comunes: son procesos crónicos, recidivantes y tienen un origen desconocido. La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa provocan diarrea, rectorragia, pérdida de peso, fiebre y dolor abdominal, unos síntomas difíciles de sobrellevar y mucho más si se trata de niños.

Lucrecia Suárez Cortina, del Hospital Universitario Ramón y Cajal, en Madrid, analiza el día a día de los niños con EII para Diario Médico y propone soluciones para hacer más llevadera su convivencia con las personas de su entorno. "El diagnóstico suele hacerse en niños mayores de 6 años y prepuberales sin patología previa ni enfermedades asociadas, aunque ocasionalmente puede haber casos en niños más pequeños", indica.

Al igual que en los adultos, el tratamiento de la EII en niños debe reunir una serie de características fundamentales. Una nutrición adecuada y un control de la enfermedad son básicos para optimizar su calidad de vida, así como una adaptación apropiada que haga cómodas sus relaciones interpersonales. "La familia suele pasar por una etapa de ansiedad e incertidumbre, aunque después de una aceptable evolución clínica llega la tranquilidad y una buena aceptación", señala Suárez Cortina.

Y es que la calidad de vida del niño se ve afectada en función del curso de su enfermedad. En los casos que evolucionan con más dificultad y los que requieren cirugía, la afectación es mayor en el ámbito social y escolar. "Esta afectación también es mayor a medida que el niño se acerca a la adolescencia, donde el rechazo a la enfermedad y al tratamiento aumentan".

Por ello, la función de los educadores y de los propios padres ha de orientarse hacia ese objetivo, el de la aceptación. Conocer los problemas del niño, lo que piensa, lo que siente y, a partir de ese momento, encontrar soluciones. "Los cuestionarios de calidad de vida y el diálogo con el niño son las herramientas más importantes", según Suárez Cortina. Sólo así logrará sentirse cómodo y vencer el miedo a su enfermedad.

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