lunes, 5 de abril de 2010

Nuevos datos sobre el efecto antitumoral de la vitamina D - DiarioMedico.com


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ESPAÑA
CONTRIBUYE AL EFECTO ANTITUMORAL DE 1,25(OH)2D3
Nuevos datos sobre el efecto antitumoral de la vitamina D
La actividad de la vitamina D está ligada al control de genes de proteasas y sus inhibidores. Además de sus efectos sobre la velocidad de transcripcion génica destacan los vinculados a la estabilidad de numerosas proteínas celulares, lo que refuerza su potencial antitumoral.


José A. Plaza - Lunes, 5 de Abril de 2010 - Actualizado a las 00:00h.

El grupo de Alberto Muñoz, del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, en Madrid, publica en el último número de Cell Cycle un trabajo que profundiza en la relación entre derivados de la vitamina D, inhibidores de proteasas y cáncer.

El estudio, que parte de una publicación anterior en Journal of Clinical Investigation (ver DM del 7-VII-2009), revisa la literatura sobre los efectos reguladores de la vitamina D sobre las proteasas y los inhibidores de proteasas, e incluye nuevos datos sobre la alteracion de la expresion de múltiples genes que codifican proteínas relacionadas con la actividad del proteasoma, orgánulo responsable de la degradacion de proteínas tanto citosólicas como nucleares.

Postranscripción
Muñoz ha explicado a Diario Médico la principal conclusión del trabajo: "La vitamina D tiene un amplio repertorio de efectos ligados al control de numerosos genes de proteasas y sus inhibidores. Además de sus efectos sobre la velocidad de transcripcion génica, hay que tener en cuenta los que sin duda tiene sobre la estabilidad de proteínas celulares por medio de la regulación postranscripcional".

La investigación se centra en uno de los metabolitos activos de la vitamina D, regulador de la expresión génica: 17,25-dihidroxivitamina D3, conocida con la fórmula 1,25(OH)2D3. Los autores apuntan hacia una amplia variedad de funciones en la actividad antitumoral de este metabolito, que sólo han sido parcialmente caracterizadas. Hasta el momento, muchos estudios han demostrado su gran capacidad de regulación transcripcional en la expresión génica, pero este trabajo aporta un extra.

La cantidad de genes regulados por 1,25(OH)2D3, que están relacionados con la maquinaria de degradación de proteínas (proteasas, inhibidores de proteasas y componentes del sistema ubicuitina-proteasoma), sugiere un nuevo papel del metabolito como regulador postranscripcional.Así, la actividad antitumoral de 1,25(OH)2D3 puede estar ejercida por una regulación dual, tanto transcripcional como postranscripcional, de sus genes diana. A partir de este punto es necesaria la validación de estos genes candidatos del sistema ubicuitina-proteasoma para el metabolito, algo para lo que serán necesarios más estudios con otras proteasas e inhibidores de proteasas reguladas por 1,25(OH)2D3.

Modulación del sistema
La demostración previa de que el metabolito induce la expresión de la cistatina D, que actúa como inhibidor de proteasas de cisteína de la familia catepsina, es otra de las bases sobre las que se asientan las investigaciones del grupo de Muñoz. Según los resultados, la inducción de la acción de la cistatina D podría contribuir de forma clave en el efecto antitumoral de 1,25(OH)2D3 en cáncer colorrectal por medio de mecanismos que son tanto dependientes como independientes de la inhibición de la catepsina.

Además, estudios transcriptómicos también se han encargado de confirmar que el metabolito modula significativamente la función del sistema ubicuitina-proteasoma.En definitiva, los autores, entre los que también se encuentran Silvia Álvarez-Díaz y María Jesús Larriba, del IIB, y Carlos López-Otín, de la Universidad de Oviedo, demuestran que las proteasas y los inhibidores de las proteasa son candidatos para mediar, al menos hasta cierto punto, en la compleja acción de 1,25(OH)2D3 en células tumorales.

(Cell Cycle 2010; 9 (1): 32-37).

UNA FORMA ACTIVA ANTINEOPLÁSICA
La vitamina D, prohormona secosteroide que se obtiene a través de la dieta, de diferentes suplementos alimentarios y, principalmente, de la conversión del dihidrocolesterol-7 en vitamina D3 en la piel gracias a la radiación UV-B solar, tiene efectos antitumorales que ya están suficientemente comprobados. Su forma activa 1,25(OH)2D3, protagonista en el estudio del grupo de Muñoz, se obtiene tras una 25-hidroxilación de la vitamina D3 en el hígado, lo que provoca a su vez una 1a-hidroxilación en el riñón y en determinados tejidos diana para la vitamina D. Según se recuerda en el trabajo, los efectos de la 1,25(OH)2D3 en el organismo son pleiotrópicos: además de regular al calcio, el metabolismo de fosfatos y la biología ósea, se caracteriza por una actividad antiproliferativa, antiinvasiva, proapoptósica y que favorece la diferenciación celular. Todo ello, junto a datos epidemiológicos y distintos estudios preclínicos, refuerza sus posibilidades como protectora frente a diferentes neoplasias.
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