miércoles, 12 de mayo de 2010

Sobreprotección de la pareja en el ajuste a la enfermedad - JANO.es / ELSEVIER


Sobreprotección de la pareja en el ajuste a la enfermedad
Isabel Varela Montero y Ana Barrón López de Roda
JANO.es
ESPAÑA

Departamento de Psicología Social. Universidad Complutense de Madrid.

12 Mayo 2010



La enfermedad es un acontecimiento común en nuestras vidas con el que nos debemos familiarizar desde pequeños para afrontarla adecuadamente1. Debe ser tomada como un aspecto más que conforma al individuo2. Son numerosas las influencias que median en este proceso de salud–enfermedad. Se ha evidenciado, por ejemplo, que las relaciones sociales pueden tener consecuencias fisiológicas con importantes implicaciones sobre la salud3,4, mitigando los efectos de ésta y su gravedad o posibilitando una mejor y más rápida recuperación.

En el caso de la enfermedad cardíaca, también hay evidencias de la influencia tanto de factores externos (sociales) como internos (psicológicos)5-7. A la hora de adaptarse a la nueva situación tras sufrir un infarto de miocardio se pone también de manifiesto el papel de los factores psicosociales8. La rehabilitación fisiológica de la cardiopatía isquémica no debe eludir el papel de los factores psicosociales9. La rehabilitación fisico– psico–social ha demostrado reducir la morbimortalidad tras el infarto de miocardio10-12. Por esta razón la rehabilitación del enfermo cardíaco debe tratarse desde la multidisciplinaridad.

Hoy en día, en los países desarrollados, la principal causa de fallecimiento son las enfermedades cardiovasculares13,14. Junto con los factores de riesgo tradicionales, este tipo de patologías son atribuibles, principalmente, al estilo de vida15.

Tras un evento cardíaco, la persona puede observar su realidad de otra forma, ya sea con miedo, incertidumbre, como una nueva oportunidad, como un cambio “vital”, apreciando más lo que tiene, con una demanda extrema de atención o con preocupación ante cualquier posible síntoma que recuerde al evento cardíaco sufrido.

Queda de manifiesto en muchas investigaciones que el apoyo social tiene un efecto beneficioso sobre la salud y el bienestar16,17 y, concretamente, la asociación entre red de apoyo y mortalidad en enfermedad cardíaca18-22.

Por tanto, el deterioro o falta de esa red de apoyo, el llamado “aislamiento social” puede llegar a ser un factor de riesgo de cara a la morbimortalidad general23.

De la sobreprotección a la dependencia

Ante una enfermedad, la principal fuente de apoyo natural es la familia, que puede favorecer la recuperación o bien dificultarla. La sobreprotección implicaría un exceso en el cuidado más allá de lo razonable24, limitando la autonomía y la confianza en las capacidades de la persona enferma, lo que traería como consecuencia niveles altos de ansiedad, depresión y menor calidad de vida25, además de un peor ajuste a la enfermedad cardiovascular26.

Según Lazarus y Folkman (1964)27, autores pioneros en el estudio del afrontamiento ante un hecho estresante como es la enfermedad, la persona procede a valorar la situación en primer lugar, posteriormente contrasta los recursos de los que dispone para enfrentarse a ella, y finalmente actúa, en función de la evaluación anterior. La sobreprotección es el resultado de una evaluación en la que, después de analizar el evento estresante, la persona se ve sin recursos personales, sociales, etc., incapaz de hallar consuelo o solución.

El resultado final es una actuación claramente conservadora o de extrema protección. El miedo y la incertidumbre forman parte de esta constante alerta de cara a prevenir lo que no es real sino que se interpreta a través de pensamientos negativos encadenados que van “increcendo” en cuanto a gravedad.

Las atribuciones sobre la causa de la enfermedad se producen tanto en el paciente como en su pareja28. Sin embargo, la autoobservación y conocimiento de las propias capacidades hace que la persona que sufre una enfermedad conozca sus propios límites. La pareja, ante sus propias atribuciones —que en muchos casos por falta de información, acaban en miedos—, actúa de forma protectora, con lo que provoca en el paciente una mayor sensación de dependencia. Son frecuentes frases como “si haces esto, te puede pasar…” que, en resumidas cuentas, persiguen que uno haga menos de lo que puede hacer físicamente o quiere hacer por propia voluntad.

Cada sujeto tiende a la utilización de los estilos de afrontamiento que domina, bien por aprendizaje o bien por experiencia directa, al ponerlos en práctica de manera fortuita en una situación de emergencia. Las estrategias de afrontamiento pueden ser, según Girdano y Everly29, adaptativas o inadaptativas. Las adaptativas reducen el estrés y promueven la salud a largo plazo, mientras que las inadaptativas reducen el estrés a corto plazo pero pueden erosionar la salud si se mantienen en el tiempo30.

Es importante aclarar la distinción conceptual entre autonomía y dependencia. La autonomía hace referencia a la dignidad, a la libertad y a la capacidad de decisión de uno sobre su vida; la dependencia es la incapacidad funcional y física para realizar algo. Al prestar cuidados a terceros, tendemos a tomar decisiones por el otro, al margen de la capacidad real que esa otra persona pueda tener para expresar y ejercer su voluntad31.

La tendencia a la sobreprotección se da en mayor medida en mujeres ya que la mujer, culturalmente, ha tenido a su cuidado y protección a toda la familia. Cuando se produce una enfermedad, la mujer se vuelca en los aspectos de atención del enfermo, procurándole bienestar y evitándole en lo posible el sufrimiento.

De hecho, un estudio de Coyne et al del año 1994 indica que los vaornes con una afectación –en este caso una cardiopatía— se autorreconocen dependientes de las acciones “de cuidado” de sus esposas32.

El componente educacional

Sin duda alguna, el aspecto informacional es un componente de vital importancia para que los pacientes, y sobre todo sus parejas, conozcan la enfermedad, los niveles de actividad que puede alcanzar el enfermo, la coparticipación en el cuidado y la promoción de estilos de vida más cardiosaludables33.

Los programas que añaden el componente educacional a la intervención del paciente mejoran el conocimiento que éste tiene de la enfermedad, facilitando la recuperación y los cambios en el estilo de vida34.

Según se muestra en diferentes investigaciones, la pareja juega un papel importante durante la fase de rehabilitación de la enfermedad cardíaca35,36. Asimismo, no hay que olvidar que las parejas tienen una gran in- fluencia sobre los cambios conductuales que se deberían de dar en los pacientes cardíacos37.

Como apunta Winberg, además del apoyo proporcionado por los profesionales de la salud también podría incluirse la participación de la red social del paciente38- dentro de la fase de rehabilitación.

Por todo esto, sería conveniente que, en aquellos programas dedicados a la rehabilitación cardíaca, se trate de forma específica este aspecto de la sobreprotección como parte de la mejora de la calidad de vida del paciente39. La actitud adoptada, así como la experiencia vivida por la persona más cercana al paciente, puede repercutir positiva o negativamente en los procesos de adaptación y rehabilitación de la enfermedad. Sus creencias y percepciones acerca de la patología pueden ayudar o desfavorecer en el momento de promover cambios acerca de su estilo de vida40.

En un estudio del año 2008 de Solano et al41, realizado mediante un análisis de contenido sobre el discurso de las esposas cuyas parejas han sufrido un infarto agudo de miocardio, las mujeres estudiadas mencionan dos momentos esenciales: el ingreso de su pareja en la unidad de cuidados críticos y la vuelta al domicilio después de su estancia hospitalaria. Todas las participantes revelaron haber experimentado un proceso duro y difícil que ha generado importantes cambios en sus vidas y hablaron de dos temas principales: “cambios en el estilo de vida” y “percepción de la enfermedad”.

Estos datos aportan luz de cara a la intervención con grupos de apoyo especialmente dirigidos a las parejas para modificar las concepciones erróneas sobre la enfermedad. Ayudaría a que la red de apoyo de que dispone el paciente —sin lugar a dudas importantísima para el ajuste a la enfermedad—, elaborara, en el mismo sentido que éste, pensamientos, emociones y conductas dentro de un afrontamiento proactivo y ajustado a la realidad de la enfermedad.

El conocimiento de las causas de una enfermedad hace que ésta provoque menos ansiedad y el futuro sea más predecible, además permite encontrar un sentido a la situación y proporciona una guía de actuación para manejar la situación más eficazmente42.

Los grupos de apoyo propician, además, que los familiares tengan acceso a una información directa acerca de lo que les está ocurriendo emocionalmente a sus seres queridos, de tal forma que pueden desarrollar una conducta más adecuada con respecto a ellos43.

En resumidas cuentas, a la hora de diseñar intervenciones para mejorar el ajuste y calidad de vida de los pacientes, es fundamental tener en cuenta su red de apoyo cercano, en este caso la pareja, para direccionar los esfuerzos conjuntos en el sentido de una recuperación plena e integral. Ya que sabemos que, dentro de la pareja, se desarrolla un tipo concreto de apoyo, cada miembro proporciona al otro ayuda mutua en diferentes aspectos de la vida o de la cotidianidad. Sería importante clarificar en qué medida y de qué modo operan estos apoyos, su dinámica interna, ya que nos ayudará a planificar de forma más eficaz las intervenciones. Situaciones críticas como la enfermedad, pueden afectar de igual modo a los dos miembros de la pareja, y el modo de resolverlas en cuanto al estilo de afrontamiento, desarrollado en conjunto o individualmente, va a determinar su evolución y pronóstico final.

“La sobreprotección implica un exceso en el cuidado más allá de lo razonable que limita la autonomía y la confianza en las capacidades de la persona enferma, lo que trae como consecuencia niveles altos de ansiedad, depresión y menor calidad de vida.”

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