jueves, 24 de junio de 2010

Anticuerpos contra las adicciones

Anticuerpos contra las adicciones
Hugo Mayer
Para LA NACION

Noticias de Opinión: Jueves 24 de junio de 2010 | Publicado en edición impresa

El uso cada vez más masivo y descontrolado de drogas se ha convertido en una inquietante amenaza, no sólo para la vida de los consumidores y de sus padres, que no saben cómo proteger a sus hijos, sino también para toda la comunidad, que padece una inseguridad constante.

Aunque las consecuencias de estos problemas se multipliquen, los factores que los alientan siguen siendo los mismos. En todas las capas sociales, por diferentes circunstancias, abundan los grupos familiares deficitarios en lo que hace a la contención de los hijos, a la fluida comunicación entre sus miembros y a la cohesión en torno a las figuras parentales como autoridades respetadas.

Hogares incontinentes no son sólo aquellos en los que hay un marcado abandono de los padres, sino también otros en los que prevalece una sobreprotección oprimente, un autoritarismo intolerante, una actitud de los padres contradictoria e impredecible o una discusión permanente entre ellos sobre lo que es mejor para sus hijos.
Estas circunstancias resultan perturbadoras para un sano desarrollo de la personalidad de los chicos y crean un terreno propicio para que el consumo de drogas se arraigue, ensombreciendo su vida y su futuro.

Un niño que no se siente contenido, amado y comunicado con la familia, que no reconoce en ella figuras admiradas que le sirvan de modelos y que no ha podido edificar ideales que lo entusiasmen tenderá a sentirse desvalorizado, inseguro y cargado de rencor, vivencias que lo hacen mucho más susceptible de interesarse por variadas sustancias que le ofrecen elevar su autoestima por la vía química. Conscientes de semejante amenaza, muchos padres se sienten de-sorientados, sin saber si las actitudes que adoptan cuando tienen que compartir, educar y poner límites a sus hijos son las más convenientes para procurarles recursos que les permitan advertir a tiempo los peligros que entraña el uso de drogas.

Cuando descubren que un joven las consume, algunos padres le imponen una psicoterapia. Sin embargo, por muy bueno que sea este método para las personas que la demandan porque tienen conciencia de enfermedad, suele resultar insuficiente para tratar con efectividad a los consumidores de drogas que carecen de ella. Más aún si ya son drogodependientes habituados a desestimar los riesgos y las nefastas consecuencias de su consumo. Dada su complejidad, esta problemática requiere abordajes muchos más amplios, que incluyen la psicoterapia, pero no se limitan a ella.

Por todo esto, antes de llegar a una instancia terapéutica, es conveniente aprender a detectar y evitar los factores familiares y socioculturales que pueden promover prácticas adictivas. Lo óptimo sería contar con una política de Estado que apunte fuertemente a la prevención, que incluya la orientación de padres y docentes. Ellos son los encargados de ir socializando a los niños, de contribuir a su formación y de encender la llama de una búsqueda apasionada que los conduzca a descubrir un sentido personalísimo en sus vidas. Así, aunque lo que pueda hacerse en materia preventiva no depende exclusivamente de los padres y demás agentes educativos, con disposición amorosa y capacitación ellos pueden dotar a los niños y adolescentes a su cargo de importantes anticuerpos anímicos contra las adicciones. © LA NACION
El autor es médico psicoanalista, autor de Drogas: hijos en peligro (El Ateneo)

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Hugo Mayer

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