viernes, 10 de septiembre de 2010

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Medicamentos biológicos
Pedro Artigas
JANO.es / ELSEVIER
10 Septiembre 2010


Los medicamentos biológicos están últimamente en boca de todos, aunque constituyen un concepto tan amplio que en ocasiones no se utiliza adecuadamente. De hecho, en el mercado farmacéutico hay miles de medicamentos biológicos y algunos están ahí desde hace décadas. Eso sí, podemos hablar de una nueva hornada de medicamentos biológicos que están revolucionando el tratamiento de múltiples enfermedades humanas.

Medicamento biológico es todo aquel para cuya fabricación se necesitan organismos vivos o que procede de extractos de organismos vivos. El uso del término “biológico” sirve para diferenciar estos fármacos de aquellos que se obtienen por síntesis química. Por lo tanto, hablar de medicamentos biológicos significa referirse a un amplísimo abanico de productos medicinales entre los que se incluyen vacunas, derivados sanguíneos, hormonas, interferones, etc. La insulina no sintética para el tratamiento de la diabetes se utilizaba ya hace unas cuantas décadas, lo mismo que las heparinas y gran parte de las vacunas utilizadas en la actualidad. Si uno accede al listado de medicamentos biológicos aprobados por la Agencia Española de Medicamentos o Productos Sanitarios (AEMPS) o por la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) comprobará que se cuentan por centenares los productos de este tipo comercializados.

Sin embargo, si ahora se habla tanto de medicamentos biológicos no es por las heparinas ni por la albúmina ni por los factores de coagulación, sino por toda una nueva generación de productos cuya aparición ha sido posible gracias al desarrollo de la biotecnología. Así, los que podemos denominar “nuevos medicamentos biológicos” son aquellos que emplean para su fabricación procesos con tecnología de ADN recombinante.

Tres grupos principales

Estos nuevos biológicos se pueden encuadrar en 3 grupos principales. El primero está formado por productos que son proteínas prácticamente idénticas a las que produce nuestro organismo, como es el caso de la eritropoyetina o la hormona de crecimiento. El segundo por los anticuerpos monoclonales, anticuerpos similares a los que produce nuestro sistema inmunitario para combatir infecciones virales y bacterianas, aunque diseñados para que actúen de forma específica sobre dianas determinadas. Y finalmente tenemos las llamadas proteínas de fusión, basadas habitualmente en receptores naturales de nuestro organismo, como el del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), que se utilizan para tratar diversas formas de cáncer.

Dos avances clave

La fabricación de estos nuevos biológicos ha sido posible gracias al descubrimiento de la técnica de ADN recombinante —con la que fue posible aislar y manipular un fragmento de ADN de un organismo para introducirlo en otro— y la técnica del hibridoma —que gracias a la clonación permitió producir anticuerpos de acción muy específica que reciben el nombre de anticuerpos “monoclonales”—. Ambas técnicas datan de los años setenta y ochenta y fueron claves para la producción a gran escala de este tipo de fármacos.

El Dr. Gonzalo Calvo, farmacólogo clínico del Hospital Clínic de Barcelona y vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacología Clínica, recuerda que, “hasta entonces, y refiriéndonos sobre todo a proteínas de origen recombinante, la fuente de obtención eran extractos animales. La insulina se obtenía del cerdo y la hormona de crecimiento, de hipófisis de animales. El desarrollo de las técnicas recombinantes permitió la producción de estas proteínas a gran escala, de forma industrial, de una forma mucho más limpia y menos contaminada. Se trataba de poner a trabajar a un grupo de células para que produjeran de manera indefinida una proteína que podía ser, ya no de origen animal, sino de origen humano, porque se insertaba el gen correspondiente a la codificación de esa proteína proveniente de células humanas. Esto aumenta mucho la pureza del producto y disminuye la posibilidad de que se produzca una reacción inmunológica, puesto que es un producto de origen humano y no animal”.

El Dr. Calvo explica que el concepto es similar en relación con la producción de anticuerpos monoclonales. “Se trata de mezclar dos líneas celulares: un linfocito B que produce un anticuerpo específico y una célula inmortal, una célula de mieloma —apunta—. La fusión de ambas células da lugar a una línea celular inmortal que va produciendo de manera sistemática una molécula específica, que es el anticuerpo. Ese anticuerpo es siempre el mismo y va dirigido contra una diana específica”. La célula híbrida resultante es el hibridoma, que puede multiplicarse rápida e indefinidamente, ya que se trata de una célula tumoral.

El campo de aplicación de los medicamentos biológicos es extensísimo, pero hay 2 áreas fundamentales en las que se están aplicando a mayor escala: la oncología y la reumatología.

Esta técnica que permite el cultivo de anticuerpos monoclonales —reconocibles porque el principio activo termina en “mab” (del inglés, monoclonal antibody)— fue descrita por los doctores Niels K. Jerne, Georges Köhler y Cesar Milstein, que obtuvieron por ello el Premio Nobel de Medicina en 1984.

Actualmente están aprobados aproximadamente una veintena de anticuerpos monoclonales para tratar diversas enfermedades, que van desde distintos tumores a osteoporosis y desde artritis reumatoide a enfermedad de Crohn. Hay además un buen número de ellos en desarrollo. En 2005 más de un 30% de los fármacos en investigación eran anticuerpos monoclonales.

Oncología y reumatología, principales dianas hasta la fecha

Dado que pueden fabricarse nuevos medicamentos biológicos contra cualquier diana, su campo de aplicación es extensísimo, pero hay 2 áreas fundamentales en las que se están aplicando a mayor escala: la oncología y la reumatología. “En cuanto a la primera —comenta el Dr. Gonzalo Calvo—, aproximadamente un tercio de los nuevos biológicos se desarrollan para el tratamiento del cáncer. Y respecto a la segunda, han modificado sustancialmente el tratamiento de enfermedades como la artritis reumatoide o la espondilitis anquilosante. Estas 2 especialidades son las principales en relación con número de pacientes tratados, pero hay que subrayar que los medicamentos biológicos han permitido disponer de una alternativa terapéutica en muchas enfermedades para las que no había ningún tratamiento o únicamente tratamiento paliativo. En ese ámbito se incluyen muchas enfermedades raras, enfermedades congénitas, lisosomales, déficits enzimáticos, etc., que suponían importantes limitaciones en la vida de los pacientes, frecuentemente niños”.

El Dr. Pere Gascón, jefe del Servicio de Oncología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona, más que hablar del impacto que tienen los nuevos biológicos en el tratamiento del cáncer, prefiere referirse a lo que representan como prueba de concepto. “Los nuevos fármacos biológicos suponen una revolución desde el punto de vista paradigmático —afirma—. Hemos observado que algunos anticuerpos monoclonales han tenido un verdadero impacto en el tratamiento, como es el caso del rituximab en el linfoma, por ejemplo. Sin embargo, pienso que lo más importante es el cambio conceptual que representan. Cuando a personas que no han respondido a 3 o 4 líneas de quimioterapia se les administra, al cabo de 2 años, un anticuerpo monoclonal o una proteína de fusión y se consigue un 15-20% de respuestas, debemos considerar que se trata de una cifra espectacular desde el punto de vista conceptual. Aunque en un principio esperábamos respuestas más altas con los nuevos biológicos, los datos actuales indican que vamos por el buen camino, que estamos abriendo las puertas a grandes avances y que el concepto de desarrollar fármacos dirigidos a dianas es correcto”.

La autorización para producir versiones más baratas de biológicos una vez vencido el período de patente del medicamento original —los llamados biosimilares— sigue reglas distintas a las de la producción de genéricos.

Por su parte, el Dr. Eduardo Úcar, presidente de la Sociedad Española de Reumatología, pone de manifiesto que “el tratamiento de las enfermedades inflamatorias articulares como la artritis reumatoide, la artritis psoriásica y la espondilitis anquilosante proporciona mejores resultados a un significativo número de pacientes gracias a la incorporación de los medicamentos biológicos. Estos fármacos son capaces de ralentizar, y en ocasiones detener, el daño anatómico articular, lo que se traduce en una mejor función y una menor destrucción de la articulación. Actualmente, las recomendaciones con estos fármacos se basan en su uso precoz, habitualmente en combinación con fármacos modificadores de la enfermedad, como el metotrexato, la leflunomida y otros”.

Limitaciones a su uso extendido

Sin embargo, debido a los complejos procesos de fabricación, el precio de estos fármacos suele ser mucho más elevado que el de los fármacos de síntesis química. Los sistemas sanitarios disponen de recursos limitados y ello ha dado lugar a que, pese a estar aprobados por las agencias reguladoras, el uso de los biológicos esté restringido a determinados pacientes y enfermedades.

El informe “Acceso a Terapias Biológicas en Artritis Reumatoide en Europa”, realizado para la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (EFPIA) en 31 países de Europa, muestra que en nuestro país solamente el 17% de las personas con artritis reumatoide son tratadas con medicamentos biológicos. Es un porcentaje que supera la media europea, aunque es inferior al 30% de Noruega, el 20,5% de Bélgica, el 20% de Irlanda o el 18% de Dinamarca.

En opinión del Dr. Úcar, “a pesar del elevado precio de estos medicamentos, su uso está justificado por ser la mejor opción terapéutica en estos momentos. Pueden conseguir que el paciente se encuentre en remisión o con una baja actividad de su enfermedad. Su administración requiere un importante grado de adiestramiento con relación al momento de su prescripción —cada vez más precoz—, la utilización previa de fármacos modificadores de la enfermedad y el análisis del grado de actividad de la enfermedad. Precisa descartar enfermedades y medicación concomitantes, especialmente infecciosas, y valorar la relación riesgo-beneficio. Asimismo, requieren una monitorización con metrología específica periódica en cada visita. Todas estas condiciones solamente las reúnen los reumatólogos, por lo que su prescripción, en relación con las enfermedades mencionadas —artritis reumatoide, artritis psoriásica y espondilitis anquilosante— está limitada a nuestra especialidad”.

El Dr. Gascón coincide en que los anticuerpos monoclonales, por ejemplo, son productos muy complejos de fabricar, caros y con un proceso muy riguroso de elaboración. No obstante, señala que “los oncólogos no tenemos limitaciones para el empleo de los nuevos fármacos. Los podemos utilizar tanto como queramos para las indicaciones aprobadas”.

Por su parte, el Dr. Gonzalo Calvo añade que, “la complejidad de su sistema de producción contribuye a que sean productos de precio muy elevado. Por ello es necesario acotar muy bien en qué situaciones deben emplearse, teniendo en cuenta el beneficio que aportan, el riesgo que suponen y el coste que implican”.

Pero a juicio de este especialista, el precio no es la única limitación. “Hay otros obstáculos —afirma el Dr. Calvo—. En primer lugar, la necesidad de obtener más información sobre la eficacia y la seguridad a largo plazo, algo que acaba obteniéndose con su uso en la práctica clínica. Los datos disponibles cuando se autoriza un medicamento están condicionados por su experimentación en un grupo limitado de pacientes, pero deben complementarse con la práctica clínica. Por eso, al principio, estos medicamentos deben utilizarse de forma más restringida y ampliarse su uso a medida que los datos de eficacia y seguridad vayan confirmándose”.

Otra limitación pueden ser sus complicaciones de seguridad. “Por ejemplo, los anticuerpos monoclonales para el tratamiento de enfermedades reumáticas —añade el Dr. Calvo— pueden provocar problemas relacionados con la alteración de la inmunidad, con infecciones y otras complicaciones a largo plazo. Otro ejemplo que tuvo gran repercusión mediática fue el de la asociación entre natalizumab, para el tratamiento de la esclerosis múltiple, y casos de leucoencefalopatía multifocal progresiva, una afectación del sistema nervioso central con una elevada mortalidad. Por último, estos medicamentos biológicos son generalmente moléculas proteicas de gran tamaño y estructura compleja, por lo que pueden ser reconocidas como extrañas por el organismo y generar una respuesta inmunitaria frente al propio medicamento. Es decir, el organismo puede generar una respuesta de anticuerpos frente a estas sustancias, llegando incluso a neutralizarlas. Ha sucedido con muchos de ellos y un ejemplo claro lo tenemos en la eritropoyetina, con casos en los que el paciente ha desarrollado una aplasia medular. Son problemas de seguridad cuya incidencia y relación entre beneficio y riesgo deben irse cuantificando a largo plazo”.

El debate de los biosimilares

Fabricar medicamentos biológicos no es lo mismo que fabricar medicamentos convencionales de síntesis química. Por lo tanto, la autorización para producir versiones más baratas de biológicos una vez vencido el período de patente del medicamento original —los llamados biosimilares— sigue reglas distintas a las de la producción de genéricos. Según el Dr. Calvo, “vulgarmente hablando, los biosimilares serían los genéricos de los medicamentos biológicos, pero no es así. Con medicamentos de síntesis química somos capaces de identificar perfectamente su estructura, porque son moléculas sencillas y muy pequeñas, de modo que, si hacemos una copia, podemos afirmar que la copia es estructuralmente idéntica al medicamento original. Si el organismo absorbe la copia a la misma velocidad y en la misma cantidad, podemos asumir que el efecto, en términos de beneficio y riesgo, es idéntico. Sin embargo, esto es imposible con los medicamentos biológicos porque o bien son heterogéneos en su naturaleza —como las heparinas o cualquier producto obtenido a partir de extractos biológicos— o bien son moléculas muy grandes, generalmente proteínas, y muy complejas, no sólo en tamaño sino también en estructura”.

“Las proteínas no son sólo estructuras lineales de aminoácidos, sino que tienen plegamientos que les confieren una organización tridimensional compleja. Es esta estructura terciaria lo que de momento es de difícil caracterización —continúa el Dr. Calvo—. En consecuencia, por el proceso de producción, nunca podremos afirmar que una copia de un medicamento biológico es estructuralmente idéntica a la original y, por lo tanto, necesitaremos datos clínicos que confirmen que la eficacia y la seguridad de esa copia son similares a las del medicamento original. En definitiva, se admite que pueden existir medicamentos similares al biológico original, pero partiendo de la base de que no pueden aplicarse los mismos criterios que se aplican para los fármacos de síntesis química y, por lo tanto, deben tener datos clínicos y de seguridad propios y un seguimiento tras la comercialización propio al que se compromete la compañía fabricante”.

Medicamentos de terapia avanzada

Encuadrados en el grupo de los biológicos, la AEMPS define como medicamentos de terapia avanzada aquellos que están basados en genes (terapia génica), células (terapia celular) o tejidos (ingeniería tisular) e incluyen productos de origen autólogo, alogénico o xenogénico. Para la Agencia, “constituyen nuevas estrategias terapéuticas y su desarrollo contribuirá a ofrecer oportunidades para algunas enfermedades que hasta el momento carecen de tratamientos eficaces”.

El Dr. Gonzalo Calvo apunta que “la terapia avanzada supone una subclasificación de medicamentos biológicos que se ha hecho para que, dentro del marco europeo, se potencie y estimule el desarrollo de determinadas líneas de investigación que pueden aportar mucho al tratamiento y manejo de diferentes enfermedades. Dentro de las terapias avanzadas se incluyen, por un lado, la terapia celular, consistente en administrar al paciente células generalmente autólogas que, mediante procesos de expansión y diferenciación, puedan suplir carencias del propio sujeto. También se incluye la terapia génica, que utiliza vectores, generalmente virales, para introducir determinados genes en las células del sujeto y lograr así un fin determinado, por ejemplo producir una proteína en la que el individuo es deficitario o permitir la actividad de un medicamento antineoplásico. Y por último, comprende la ingeniería tisular, que representa un paso más allá de la terapia celular, y que consiste en desarrollar tejidos. En cualquier caso, no dejan de ser medicamentos biológicos, puesto que son medicamentos de origen no químico, que utilizan una fuente biológica de producción, pero que representan un paso más allá. Ya no estaríamos administrando una sustancia, sino utilizando seres vivos, es decir, células o virus portadores de genes que queremos introducir en el organismo del paciente”.

Un informe realizado para la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (EFPIA) en 31 países de Europa muestra que en nuestro país solamente el 17% de las personas con artritis reumatoide son tratadas con medicamentos biológicos.

La Unión Europea creó un Comité de Terapias Avanzadas que ya ha evaluado algunos productos de terapia génica y algunos de terapia celular. De momento son pocos los que se han presentado a este comité, pero ya hay alguno de terapia celular aprobado.

Un ejemplo es el trasplante de condrocitos como tratamiento de la artrosis. El presidente de la Sociedad Española de Reumatología explica que “las células madre del individuo adulto sirven para reparar los tejidos lesionados, sustituyendo a aquellas que van muriendo. Las células madre mesenquimales —indica el Dr. Eduardo Úcar— se extraen de la médula ósea del paciente, se procesan en el laboratorio y posteriormente son trasplantadas de nuevo al propio enfermo. Estas células tienen características multipotenciales, con capacidad para regenerar cartílago, músculo y hueso en pacientes con enfermedades reumáticas. Estas células se experimentaron en modelos animales con lesiones en los músculos, huesos y cartílagos, se obtuvo una amplia expansión y se mantuvo una constante tasa de crecimiento. De esta forma, se demostró la capacidad de estas células madre de regenerar tanto cartílago como músculo y hueso dañados. Tras la fase de experimentación animal, esta técnica se ha probado también en humanos, y se ha comprobado que, inyectadas en un defecto del cartílago de una articulación artrósica, se regenera el cartílago, se desarrollan nuevos vasos sanguíneos, mejora la función y reduce el dolor. Esta nueva terapia, todavía en fase de desarrollo, abre las puertas para la regeneración de las estructuras articulares en la artrosis y otras enfermedades reumáticas”.

Es un claro ejemplo de lo que nos depara el futuro en cuanto al tratamiento de las enfermedades del ser humano, un futuro en el que estas terapias avanzadas y los medicamentos biológicos van a tener un innegable protagonismo. Los frutos obtenidos hasta el momento han sido muy positivos en algunos casos y mejorables en la mayoría pero, tal como concluye el Dr. Pere Gascón, “lo importante son las inmensas perspectivas de futuro que nos han abierto estos medicamentos”.


BIOSPAIN 2010, CITA EN PAMPLONA

La plataforma de presentación de la biotecnología española en el ámbito internacional celebra su edición de 2010 en Pamplona del 29 de septiembre al 1 de octubre. Biospain se ha convertido desde el año 2003 en uno de los eventos de biotecnología más consolidados de Europa.

Biospain 2010 combina conferencias, encuentros comerciales y sesiones científicas, enmarcadas en el congreso de la Sociedad Española de Biotecnología. La capital navarra será esos días la ciudad clave para establecer contactos entre compañías nacionales e internacionales, instituciones y centros de investigación en el campo de la biotecnología.



LOS NUEVOS BIOLÓGICOS

La que presentamos a continuación no es una lista exhaustiva ni pretende ser completa, pero sí ofrecer una idea de los principales medicamentos biológicos de aparición reciente autorizados en nuestro mercado.

Abatacept (Orencia®)
Desarrollado por Bristol Myers-Squibb, es una proteína de fusión compuesta por una inmunoglobulina fusionada al dominio extracelular de la molécula CRLA-4. indicada para el tratamiento de la artritis ideopática juvenil poliarticular.

Abciximab (ReoPro®)
Antagonista del receptor de la glucoproteína IIb/IIIa desarrollado por Centocor, compañía subsidiaria de Johnson & Johnson. Es un inhibidor de la agregación plaquetaria utilizado durante y después de intervenciones coronarias para prevenir la formación de trombos.

Adalimumab (Humira®)
Anticuerpo monoclonal de Abbott que bloquea la acción del factor de necrosis tumoral e induce la apoptosis de linfocitos anormalmente activados. Indicado para artritis reumatoide, artritis psoriásica, espondilitis anquilosante, enfermedad de Crohn, psoriasis en placas y artritis idiopática juvenil poliarticular en adolescentes.

Alemtuzumab (MabCampath®)
Anticuerpo monoclonal desarrollado por Genzyme y dirigido contra la proteína CD52. Se emplea para tratar la leucemia linfocítica crónica, el linfoma cutáneo de linfocitos T y el linfoma de linfocitos T.

Basiliximab (Simulect®)
Anticuerpo monoclonal de novartis que actúa como inmunosupresor, empleado para prevenir el rechazo en trasplantes, sobre todo renales.

Bevacizumab (Avastin®)
Anticuerpo monoclonal desarrollado por Roche que se une al factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) y se usa para el tratamiento de diversas formas de cáncer: colorrectal, mama, pulmón no microcítico, glioblastoma y carcinoma de células renales.

Canakinumab (Ilaris®)
Anticuerpo monoclonal que bloquea la interleucina-1. Desarrollado por novartis para tratar los síndromes periódicos asociados a la criopirina, también se investiga su uso en artritis reumatoide y EPOC.

Cetuximab (Erbitux®)
Desarrollado por Merck, este anticuerpo monoclonal inhibe el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR). Se emplea para tratar el cáncer colorrectal metastásico y el carcinoma de células escamosas de cabeza y cuello.

Cinacalcet (Mimpara®)
Calcimimético de Amgen que se usa para el tratamiento del hiperparatiroidismo secundario en pacientes con insuficiencia renal crónica en diálisis y para el tratamiento de concentraciones elevadas de calcio en pacientes con carcinoma de paratiroides.

Denosumab (Prolia®)
Anticuerpo monoclonal de Amgen para el tratamiento de la osteoporosis en mujeres posmenopáusicas. se une al ligando RANK, lo cual inhibe la formación de los osteoclastos. Se prevé que se autorice próximamente su uso para prevenir la pérdida de masa ósea en pacientes oncológicos.

Eculizumab (Soliris®)
Anticuerpo monoclonal contra la proteína de complemento C5, producido por Alexion Pharmaceuticals para el tratamiento de la hemoglobinuria paroxística nocturna.

Etanercept (Enbrel®)
Proteína de fusión que comercializa Wyeth en Europa. Es un inhibidor del TNF indicado para diversas enfermedades autoinmunes: artritis reumatoide, artritis juvenil idiopática poliarticular, artritis psoriásica, espondilitis anquilosante y psoriasis en placas.

Golimumab (Simponi®)
Desarrollado por Centocor, ahora pertenece a Johnson & Johnson. Es un anticuerpo monoclonal de administración subcutánea que inhibe el TNF, aprobado para tratar la artritis reumatoide, la artritis psoriásica y la espondilitis anquilosante. Ibritumomab tiuxetan (Zevalin®) Anticuerpo monoclonal marcado con itrio, distribuido en la ue por Bayer para el tratamiento del linfoma folicular.

Infliximab (Remicade®)
Anticuerpo monoclonal de Centocor que actúa sobre el TNF e induce la apoptosis de los linfocitos anormalmente activados. Indicado para artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, artritis psoriásica, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y psoriasis.

Natalizumab (Tysabri®)
Comercializado por Elan Pharma, es un anticuerpo monoclonal que actúa sobre las integrinas y se emplea para el tratamiento de la esclerosis múltiple.

Ofatuzumab (Arzerra®)
Anticuerpo monoclonal anti-CD20 autorizado para el tratamiento de la leucemia linfocítica crónica refractaria a fludarabina y alemtuzumab. Comercializado por GSK.

Omalizumab (Xolair®)
Anticuerpo monoclonal dirigido contra la inmunoglobulina E (IgE) para inhibir la respuesta del sistema inmunitario a la exposición de alergenos. Desarrollado por Novartis, se emplea para el tratamiento del asma.

Palivizumab (Synagis®)
Utilizado para prevenir la infección por el virus respiratorio sincitial. Es un anticuerpo monoclonal desarrollado por Abbott, dirigido contra la proteína F del virus.

Panitumumab (Vectibix®)
Primer anticuerpo monoclonal anti-EGFR, desarrollado por Amgen, indicado para el cáncer colorrectal metastásico que expresa EGRF. Fue el primer anticuerpo monoclonal en demostrar el uso del oncogén K-RAS como biomarcador predictivo.

Pegfilgrastim (Neulasta®)
Inmunoestimulador de Amgen que actúa como factor estimulador de las colonias de granulocitos pegilado. Se usa para reducir la neutropenia y la duración de la neutropenia febril en pacientes sometidos a quimioterapia.

Ranibizumab (Lucentis®)
Anticuerpo monoclonal de Novartis para el tratamiento de la degeneración macular asociada a la edad, a través de la inhibición del VEGF.

Rituximab (Mabthera®)
Anticuerpo monoclonal dirigido contra la proteína CD20, que se encuentra en la superficie de los linfocito B. Fue desarrollado por IDEC Pharmaceuticals y lo comercializa Roche en la UE. Se utiliza para tratar múltiples formas de linfomas y leucemias, así como trastornos autoinmunes y para prevenir el rechazo en trasplantes.

Romiplostim (Nplate®)
Proteína de fusión desarrollada por Amgen. Es un agonista del receptor de la trombopoyetina, utilizado para tratar la púrpura trombocitopénica inmune.

Tocilizumab (RoActemra®)
Anticuerpo monoclonal comercializado por Roche que actúa inhibiendo la IL-6. Indicado para la artritis reumatoide.

Tositumomab (Brexxar®)
Anticuerpo monoclonal anti-CD20, comercializado por GSK, unido a yodo radiactivo, para el tratamiento del linfoma folicular.

Trabedectina (Yondelis®)
Indicado para el tratamiento del sarcoma de tejidos blandos y el cáncer de ovario, este fármaco de origen marino desarrollado por PharmaMar —del grupo Zeltia— pertenece a la familia de las ecteinascidinas y se encuentra de forma natural en la ascidina, un invertebrado marino del caribe.

Trastuzumab (Herceptin®)
Anticuerpo monoclonal que interfiere con el receptor HER2/neu para el tratamiento del cáncer de mama HER2-positivo. Fue desarrollado por genentech y en España lo comercializa Roche.

Ustekinumab (Stelara®)
Anticuerpo monoclonal que comercializa Janssen-Cilag para tratar la psoriasis. Actúa inhibiendo la actividad de la IL-12 y la IL-23.



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