jueves, 30 de septiembre de 2010

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La mayor parte del fracaso terapéutico en emesis es debido al subtratamiento, según la doctora Yolanda Escobar

A. Villajos

Esta doctora del Servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid ha participado en el seminario “Curar y cuidar en Oncología: mitos y realidades en torno al cáncer”, organizado por la SEOM en Málaga



Málaga (29-9-10).- “La mayor parte del fracaso terapéutico en emesis es debido al subtratamiento, por no considerar el total de la capacidad emetógena”. Así lo ha señalado la doctora Yolanda Escobar, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que ha participado en el seminario “Curar y cuidar en Oncología: mitos y realidades en torno al cáncer”, organizado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) en Málaga y patrocinado por MSD.

Los vómitos y las náuseas (emesis) constituyen aún hoy el efecto secundario más molesto para los pacientes oncológicos y produce un impacto negativo muy importante en su calidad de vida.

Los pacientes, tal y como ha explicado la doctora Escobar, “pueden sufrir lesiones gravísimas, no con vómitos pequeños en el tiempo y no demasiado intensos, pero sí cuando la emesis se descontrola, sobre todo en pacientes predispuestos por su debilidad orgánica o por su edad, provocándoles úlceras esofágicas, desgarro de la musculatura abdominal, hemorragias conjuntivales, una persona osteoporótica o con metástasis vertebrales puede aplastarse por los esfuerzos, se puede producir una neumonía espirativa, etc. Son situaciones extremas, pero pueden ocurrir”.

Además, si la persona vomita durante varios días, como no repone los líquidos porque no pueden físicamente, se deshidrata. “Las consecuencias son alteraciones hidroelectrolíticas que pueden ser leves, medianas y también graves, el paciente puede acabar en un ingreso y con la necesidad de una reposición intravenosa”, ha señalado esta experta.

Los pacientes pueden, al cabo de tres o cuatro episodios de emesis, desarrollar aversión a la comida porque a veces es cuando intentan comer o beber cuando se les produce el reflejo. “El hecho de no tener buen control en el primer o segundo ciclo de quimioterapia facilita que se produzca un reflejo condicionado, un reflejo pauloviano, que da lugar a los vómitos anticipatorios, ahora ya prácticamente han desaparecido, por lo que algo se ha avnzado en el control de la emesis, pero hace unos años era frecuente que los pacientes vomitasen al entrar en el hospital o en la sala de quimioterapia”. Esto es un proceso que puede dar lugar a ansiedad y a un síndrome depresivo si uno piensa que aparte del cáncer diagnosticado está perdiendo la calida de vida por los efectos del tratamiento que se le está aplicando.

La consecuencia quizá más terrible para los oncólogos es que el paciente decida dejar de tratarse porque no puede soportar la emesis. Hoy en día, tal como ha puntualizado la doctora Escobar, “es difícil que ocurra, pero hace años los vómitos eran tan graves que había gente que renunciaba al tratamiento por no tenerlos que padecer”.

La emesis se puede producir en diferentes momentos del tratamiento de quimioterapia: la emesis aguda se produce en las primeras 24 horas, pero fundamentalmente en las primeras tres horas, es la más conocida y sobre la que más se ha investigado, y todavía sigue siendo relativamente frecuente a pesar de las mejoras; la emesis retardada, de la que se sabe muy poco hasta la fecha, ya que se produce a partir de 24 horas y se puede prolongar hasta siete días, por lo que el paciente suele pasarla en casa; y la tmesis anticipada, que se suele producir en el segundo o tercer ciclo y cuando ha habido un experiencia negativa anterior, era mucho más frecuente hace tiempo, como se ha señalado anteriormente, y en las mujeres.

Ser mujer, joven, haber tenido vómitos durante una quimioterapia o ciclo previo en otra fase de la enfermedad, marearse en los barcos o en los coches, o un embarazo con mucha emesis gravírica y dormir poco facilita la aparición de la emesis; por el contrario, se ha desmostrado que los pacientes con altas tasas de alcohol no saben lo que son los vómitos ni las naúseas.

Aparte de los factores que aporta el propio paciente, también existen factores específicos del tratamiento, ya que los fármacos tienen diferente potencial emetógeno, y al combinar varios puede haber una potenciación del mismo, y también según el tipo de administración y la vía. Los fármacos se dividen en: alta capacidad emetógena (se da en más del 90 por ciento de los pacientes sin tratamiento); moderados (entre un 30 y un 90 por ciento); bajo riesgo (10 y 30 por ciento de posibilidades) y un riesgo mínimo (menos del 10 por ciento).

El cisplatino, que tiene innumerables indicaciones (cáncer de pulmón, vejiga, ovario, cabeza y cuello…) es el fármaco hipermético por excelencia y se encuentra en la práctica clínica diaria. Entre los niveles alto y moderado se recogen un buen número de fármacos para tratar un buen número de enfermedades oncológicas. Esto es importante porque tenemos que colocar a los pacientes en un nivel del 1 al 4 para establecer el tratamiento idóneo.

Los fármacos de nivel 1 se añadan a quien se añadan no aportan emetogenicidad, no hay que cambiar el tratamiento ni implementarlo, pero cuando empiezas añadir un fármaco de nivel 2 a cualquier otro grupo hay que subir un grado la consideración emetogénica, y cuando añadimos fármacos de los niveles más altos, tres o cuatro, tenemos que subir un grado por cada uno de ellos, lo que cambia mucho las cosas. Por ejemplo, si se suman dos fármacos de nivel 2, como tenemos que subir un nivel, tendríamos que poner un tratamiento del nivel 3, no hacer esto es estar infratratando. La mayor parte del fracaso terapéutico en emesis es debido al subtratamiento, por no considerar el total de la capacidad emetógena”.

A veces hay que tomar más de un antiemético a la vez, algunas personas necesitan dos y otras incluso tres para controlar las náuseas y vómitos del mismo episodio, y como hay diferentes emesis y no hay un fármaco todavía que cubra todo el tiempo de riesgo en los pacientes, hay que combinarlos para que actúen en los distintos lugares.
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