domingo, 12 de junio de 2011

¿Por qué las vacunas no tienen buena imagen? | Biociencia | elmundo.es

INVESTIGACIÓN | Salud pública

¿Por qué las vacunas no tienen buena imagen?
Un niño africano recibiendo una vacuna. | Reuteres.
Se estima que podrían salvar a más de siete millones de niños en 10 años
Sin embargo, proliferan los grupos contrarios a que se extienda su uso
Expertos demandan que se investiguen las causas de este rechazo social

Angel Díaz | Madrid
Actualizado viernes 10/06/2011 18:02 horas



Más de 800.000 niños menores de cinco años mueren cada año, sobre todo en países en vías de desarollo, por culpa de la enfermedad neumocócica, para la que existe vacuna desde hace una década. Es sólo un ejemplo, entre muchos posibles, de cómo la extensión de las campañas de vacunación podría salvar numerosas vidas a nivel mundial.

Sin embargo, el rechazo social a las vacunas no sólo no ha mermado, sino que ha encontrado nuevos cauces de expresión a través de internet y las redes sociales, según lamentan los expertos. La Fundación Bill y Melinda Gates cifra en más de siete millones y medio los niños menores de cinco años cuyas vidas podrían salvarse hasta 2019 si la cobertura de vacunas se extendiera hasta un 90%.

Al mismo tiempo, se suceden alarmas, escándalos y retiradas de vacunas: las últimas, en marzo pasado, han sido las de la neumonía y meningitis en Japón, "pese a que no existen pruebas fiables que justifiquen la preocupación", según comentan el pediatra E. Richard Moxon, de la Universidad de Oxford, y varios colegas en un número especial de la revista 'The Lancet', dedicado a los retos de la vacunación durante los próximos años.

Hay numerosos motivos por los que las vacunas no llegan a la población más necesitada, empezando por el coste económico. Pero varios especialistas también se refieren en la revista médica a la necesidad de comunicar abierta y transparentemente los riesgos y ventajas asociados a las vacunas. Otro caso reciente, de enero de 2011, fue el de una mujer en Tailandia que sufrió una interrupción del embarazo tras vacunarse de la gripe H1N1.

"Aunque los expertos trataron de convencer a las mujeres de que la vacuna era segura, las autoridades se vieron obligadas a suspender los programas de vacunación", señalan Moxon y sus colegas, quienes también recuerdan la reciente alarma, en otoño de 2009, que desató la vacuna contra el cáncer de útero, después de que una joven de 14 años muriera en el Reino Unido.

"El vínculo entre la vacuna y su muerte se demostró incorrecto con rapidez, pero el periodismo sensacionalista provocó que se corriera el riesgo de alentar actitudes contra la seguridad de la vacuna", señalan.

Suspicacia pública
En otro de los artículos que publica 'The Lancet', la epidemióloga Heidi J. Larson, de la Escuela de Londres de Medicina e Higiene Tropical, y otros autores argumentan que se ha producido una "brecha de confianza" entre el público y las vacunas. El problema, además, es que "mucha gente sana tiene que vacunarse para lograr un efecto protector hacia la salud pública".

Larson y sus colegas demandan, por ello, que se estudie qué clase de dinámicas provocan que comunidades muy distintas -desde musulmanes nigerianos sumidos en la pobreza hasta internautas estadounidenses suspicaces contra las farmacéuticas- se muestren contrarias a las campañas de inmunización. Desde el punto de vista científico, argumentan, la presente década podría experimentar un importante avance en el desarrollo de nuevas vacunas. Pero será también necesario enfrentarse diversos problemas que impiden a muchas personas beneficiarse de los progresos.

"Las decisiones del público en relación a la aceptación de las vacunas no están dirigidas únicamente por evidencias científicas o económicas, sino también por una mezcla de factores psicológicos, socioculturales y políticos, todos los cuales necesitan ser comprendidos y tenidos en cuenta", señalan. La misma semana en que la revista británica publica su especial se han conocido los resultados de una nueva encuesta en EEUU, en la cual se refleja también esta falta de confianza del público.

Investigadores de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU han llegado a la conclusión, tras encuestar a 376 hogares, de que es necesario redoblar esfuerzos para concienciar a los padres de la seguridad de las campañas de vacunación. "La buena noticia es que casi todos los padres llevan a sus hijos a vacunarse. Pero eso no significa necesariamente que todos los padres tengan un alto nivel de confianza en esas vacunas", explican Allison Kennedy, de los CDC, y sus colegas en la revista 'Health Affairs'.

Según estos expertos, será necesario estudiar qué fuentes de información manejan los padres y cómo utilizan internet para obtener datos relativos a las vacunas. En esta preocupación por las nuevas tecnologías coinciden también la doctora Larsen y sus colegas: "Los actuales grupos antivacunación poseen nuevos niveles de alcance e influencia globales, aumentados por internet y las capacidades de las redes sociales", sostienen en su artículo en 'The Lancet'.

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BLOG comentario: existe una sensibilidad social aumentada en función a que hay una comunicación en tiempo real facilitada por las redes sociales como twitter o facebook (u otras), que permite a las personas contar sus experiencias o compartir padecimientos de familiares directos. Ello ha permitido sortear las burocracias de los medios que impiden que ciertas informaciones se conozcan o transciendan, desconociendo no sólo los hechos sino también a las víctimas y sus necesidades. Las burocracias político-estatales también operan impidiendo que los problemas de las personas tomen entidad pública, lo cual indica una connivencia entre las negligencias propias de los funcionarios y empresas farmacéuticas cuyas éticas aparecen como cuestionables. Más allá de las consideraciones científicas, y más allá de los decires profesionales (monografías, protocolos, prospectos), la sociedad es consciente que:
1. existe un vínculo cierto entre inmunización (vacuna) y efecto adverso.
2. correlativamente, existe un vínculo preciso entre inmunización (vacuna) y efecto adverso grave irreversible.
3. existe una consciencia pública que los datos de los estudios clínicos no siempre se ajustan a la realidad, más aún si se trata de vacunas.
4. existe una consciencia pública que las indicaciones clínicas son manipuladas discrecionalmente sustentándose en objetivos de negocios que poco y nada tienen que ver con la salud de las personas.
5. esa misma consciencia pública informa de situaciones puntuales que no son consideradas ni por la industria farmacéutica ni por los organismos que deberían ejercer un control en tiempo real.
Ello da como conscuencia un divorcio entre la realidad que se pretende desde la industria farmacéutica, aquella otra que recitan los organismos de control y la más importante de todas, la que vive el público en calidad de paciente o de víctima.
Ello pone en evidencia que existen disparidades en los criterios de consideración de los problemas. Unos niegan, otros ocultan o disimulan, mientras las víctimas informan y se informan, en muchos casos superando los rangos del conocimiento médico y científico, mal que les pese a cada uno de los actores.
Está claro que los controles de calidad no son los apropiados, que la seguridad de los pacientes ya no es prioridad (lo cual es un punto más que grave), que los organismos de control no ejercen su función en tiempo real, anticipándose a los hechos sino haciéndolo de manera negligente ante las eventuales consecuencias, donde todo ingresa a zonas grises.
Es imprescindible entender que quien será inmunizado debe constituir la prioridad absoluta de la consideración. Este no es un problema comercial, es un problema de la salud pública global que ha logrado vencer las barreras de las distancias, de las fronteras, y de los conocimientos, abordando cada problema según lo que dicho problema contiene y ofrece. Mientras los supuestos responsables no entiendan esto en su real dimensión, el divorcio entre efecto adverso-paciente|víctima-burocracia e irresponsabilidades, será cada vez más significativo. Obsérvese que otrora, la opinión emanada de la FDA, EMEA, o cualquier organismo de regulación y control, era considerada "palabra santa". La suma de negligencias cometidas de diez años a esta parte (20 sería más ajustado), han colocado dicha "palabra santa", en condición de justificación injustificable, y en eso la consideracuón pública se ve insultada ante cada aseveración que baja de dichas instituciones, mucho peor si ellas surgen del ámbito de la industria farmacéutica, una industria que ha dejado de ser creíble hace mucho tiempo ya. De allí, que aquellos que aparecen como victimarios, debieran replantearse seriamente y de una vez por todas, cuántas cosas están haciendo mal (indudablemente muchas), en vez de envolverse en la soberbia de que son los dueños de la razón y la verdad. Conclusión: no es bueno insultar la consciencia pública. Cerasale. Junio 11, 2011.-

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