domingo, 24 de julio de 2011

Actualidad En portada - Oscar Giménez - Hepatitis víricas un problema sanitario y cultural - JANO.es - ELSEVIER

Actualidad En portada - Oscar Gimenez - Hepatitis viricas un problema sanitario y cultural - JANO.es - ELSEVIER: "Hepatitis víricas, un problema sanitario y cultural

Óscar Giménez

22 Julio 2011
Probable evolución tras el contacto con el virus de la hepatitis C
Baruch Samuel Blumberg (Foto: Tom Trower. NASA)


Uno de cada doce habitantes del planeta tiene hepatitis crónica causada por el virus B o C. La prevalencia es más elevada que la de cualquier tipo de cáncer o la de la infección por el virus del sida. Sin embargo, el grado de concienciación y conocimiento de la población sobre las hepatitis víricas es asombrosamente bajo y la gran mayoría de infectados ni siquiera saben que lo están. Ayudar a resolver este problema es una de las misiones del Día Mundial de la Hepatitis.


En mayo del pasado año, la Asamblea Mundial de la Salud acordó que cada 28 de julio se celebre el Día Mundial de la Hepatitis. La fecha conmemora el nacimiento de Baruch Samuel Blumberg, descubridor en 1967 del virus de la hepatitis B (VHB). La jornada es una iniciativa de la Alianza Mundial de Hepatitis que viene celebrándose desde 2008, aunque hasta este año la fecha escogida era el 19 de mayo. El cambio de fecha no resulta demasiado adecuado, puesto que a finales de julio, el calor y las vacaciones pueden provocar que la celebración pase más desapercibida, aunque en opinión de Pedro Manuel Castelló, presidente de la Asociación Española de Enfermos de Hepatitis C, “lo importante es que el Día Mundial se celebre y se desarrollen las actividades que tenemos previstas las asociaciones de pacientes. Sea cual sea la fecha, la jornada representa una excelente oportunidad para concienciar a la comunidad acerca de la importancia de la enfermedad”. Su objetivo está claro: incrementar la concienciación de la población mundial en torno a las hepatitis víricas y reclamar a los gobiernos que promuevan la prevención y el acceso a las pruebas de detección y los tratamientos.

A pesar de ser enfermedades que afectan a cientos de millones de personas y de tener graves consecuencias no han recibido la atención que merecen. A juicio de la Alianza Mundial de Hepatitis, existe un alto grado de desconocimiento sobre ellas entre la población general. A largo plazo, una parte de los afectados desarrollará cirrosis hepática, cáncer de hígado y fallecerá por su causa. Según la Alianza, alrededor de un millón de personas muere cada año por esta causa.
Compromiso y concienciación

Datos de una encuesta realizada por la Asociación Europea de Pacientes Hepáticos, presentada en 2009, puso de manifiesto el gran desconocimiento existente sobre las hepatitis tanto entre la población como entre la clase política. Mostraba, por ejemplo, que el 79% de los pacientes con hepatitis C no sabían qué era la hepatitis C antes de haber sido diagnosticados, y un 69% no eran conscientes de haber estado en riesgo de contraer la enfermedad. Del mismo modo, el 73% de los afectados por la hepatitis B la desconocían antes del diagnóstico y un 67% no sabían cómo se transmite.

La misma encuesta revela que el 73% de los miembros de la Asociación Europea de Pacientes Hepáticos valoraban el compromiso político con las hepatitis en su país como bajo o muy bajo, y el 63% de los países participantes en el estudio no habían desarrollado ninguna campaña gubernamental de concienciación sobre la enfermedad.

Para esta asociación, estas circunstancias implican que las hepatitis B y C se diagnostiquen con frecuencia demasiado tarde y que el porcentaje de afectados que son conscientes de su enfermedad sea muy bajo. En el caso de España, por ejemplo, se estima que puede haber en torno a 600.000 portadores del virus de la hepatitis C (VHC), pero solamente hay diagnosticados 150.000. En otros muchos países, la proporción de pacientes diagnosticados no llega al 10%.

En algunos países europeos existen planes y programas nacionales para hacer frente a las hepatitis víricas, caso de Francia, Reino Unido, Países Bajos o Suecia. Algunos han incorporado el cribado masivo con un éxito considerable. Francia lo hizo en 1999 y consiguió incrementar la proporción de individuos diagnosticados hasta el 57,4% en 2004. Según los expertos, la tasa de mortalidad por hepatitis C en las dos décadas siguientes puede reducirse en un 20% gracias a la detección precoz.

El Dr. Rafael Esteban Mur, presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado, comenta que “en España no tenemos ningún plan específico como los que existen en otros países, y cuando lo hemos pedido no hemos tenido éxito. Las hepatitis no son una prioridad para las autoridades sanitarias. Siempre he dicho que el problema es que matan, pero al cabo de mucho tiempo”.

En cuanto a los contenidos de este tipo de planes, este especialista comenta que en el ámbito de la Unión Europea (EU) se han hecho varias propuestas que se centran, sobre todo, en el cribado generalizado de la población para identificar a todas las personas que puedan estar infectadas por los virus B o C. “Es una medida factible y nada cara —apunta—. Pienso que el obstáculo a superar es de carácter cultural. Si los médicos de atención primaria y la población general fueran más conscientes de la importancia de las hepatitis, podría hacerse de forma fácil y barata”.

De hecho, la promoción de la detección precoz es una de las constantes reclamaciones tanto de los especialistas como de las asociaciones de pacientes. Es un tema en el que insiste de manera especial Pedro Manuel Castelló. “Es fundamental detectar la enfermedad a tiempo porque ello puede cambiar de forma importante su evolución. Afortunadamente, cada día se detectan más casos precozmente, aunque sigue habiendo muchas personas que están infectadas y no lo saben”, afirma.

Por otro lado, subraya la importancia de conocer bien la enfermedad. “El Día Mundial tiene un papel destacado a la hora de divulgar información a los pacientes —prosigue—, y una de nuestras iniciativas en estos momentos es promocionar la idea del ‘paciente activo’, es decir, pacientes que colaboren, que se desvivan por conocer la enfermedad, ya que la información es fundamental para sobrellevarla”.

Hepatitis B

Tal como recuerda el Dr. Esteban Mur, la hepatitis B es la enfermedad vírica más extendida del mundo. El VHB se transmite con mucha facilidad —con una frecuencia 20 veces más elevada que el VIH— a través de la sangre, el semen, la saliva o el fluido vaginal. El gran avance en la lucha contra esta enfermedad es, sin duda, la vacuna, que se emplea en muchas zonas del planeta. Desde principios de los ochenta se han administrado más de 1.000 millones de dosis, que han sido efectivas, según datos de la Alianza, en el 95% de los casos.

Para el Dr. Esteban Mur, también jefe del Servicio de Medicina Interna y Hepatología en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y catedrático de medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona, “el impacto de la vacuna a escala global ha sido muy alto. Como ejemplo, disponemos de estudios muy interesantes realizados en Taiwán. La prevalencia de la infección por el VHB era allí del 10-15%, y la cifra de casos de cáncer de hígado al cabo de los años era enorme. Los programas de vacunación se iniciaron en la segunda década de los años setenta y se ha visto que la prevalencia tanto de la infección como del cáncer de hígado ha caído en picado. Está muy bien demostrado que la vacunación universal de todos los recién nacidos produce un descenso rápido de la infección y de sus consecuencias a largo plazo”.

Asimismo, destaca que en nuestro país los programas de vacunación han sido muy eficientes.”En Cataluña, concretamente —explica—, el grado de cumplimiento del programa de vacunación es muy elevado, por encima del 92%. Esto significa que la población joven, que ahora tiene entre 20 y 25 años, está vacunada y, por lo tanto, protegida frente a la hepatitis B. Previsiblemente, en la población autóctona la prevalencia de la enfermedad irá disminuyendo”, a pesar de que se observa en los últimos años un incremento debido, probablemente, a la llegada de inmigrantes procedentes de zonas de alta prevalencia.

Este especialista señala que cuando el VHB se transmite de madre a hijo durante el nacimiento, el niño queda como portador toda su vida. “Estos casos son los que con mayor frecuencia desarrollan hepatitis B crónica con los años —comenta—. Sin embargo, la mayoría de los adultos que adquieren la infección consiguen eliminar el virus y quedan protegidos”.

En relación con el tratamiento para el resto de casos, “tenemos actualmente antivirales muy efectivos para aquéllos que desarrollan hepatitis crónica. En el 90% de los pacientes conseguimos inhibir la replicación del VHB, logrando que el ADN del virus desaparezca de la sangre y, por lo tanto, frenamos la progresión de la enfermedad. El problema que tiene este tratamiento es que sabemos cuándo empieza pero no cuándo acaba, y muchos casos necesitan tratamiento toda la vida”. Disponer de nuevos medicamentos que permitan acortar la duración del tratamiento es uno de los retos en el ámbito de la terapéutica que cita el presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado.

Hepatitis C

El VHC se transmite a través del contacto directo con la sangre y es infrecuente que alguien se pueda contagiar mediante contacto con otros fluidos corporales. Las transfusiones y el uso de productos sanguíneos no sometidos a cribado para detectar la presencia del virus fueron una de las principales vías de transmisión, pero la mayoría de países —aunque no todos— llevan a cabo ese cribado aproximadamente desde 1990. La otra vía más habitual ha sido el uso de drogas inyectadas debido al hecho de compartir jeringuillas. No obstante, esa práctica se ha reducido en los últimos años. Ambos factores han conducido a que en nuestro medio la incidencia de la hepatitis C haya disminuido. “Por un lado, la hepatitis postransfusional prácticamente ha desaparecido al aplicarse el cribado en las donaciones de sangre —indica el Dr. Esteban Mur—. Por otro, el patrón de consumo de drogas ha variado, de modo que hay menos uso de drogas por vía parenteral. Lo que nos queda es todo el grupo de personas que están infectadas desde hace años y no lo saben, y por lo tanto es ahora cuando desarrollan cirrosis hepática y cáncer de hígado. Es difícil hacer estimaciones de cuántas perso nas pueden estar infectadas por el VHC sin haber sido diagnosticadas, aunque hay estudios europeos en los que se indica que reciben tratamiento, como mucho, el 15% de los pacientes. La mayor parte del 85% restante no sabe que está infectado”.

A diferencia de la hepatitis B, seguimos sin tener vacuna contra la C, dado que, como en el caso del virus del sida, la capacidad de mutación del VHC es muy elevada. Sin embargo, es de destacar que los tratamientos son cada vez más efectivos. Y sobre todo, el Dr. Esteban Mur subraya algo que conceptualmente es muy importante: la hepatitis C se puede curar. “Los enfermos que negativizan el virus se curan con el tratamiento —afirma el presidente de la AEEH—. Hasta ahora, con interferón y ribavirina curábamos entre el 50 y el 60% de los casos. Añadiendo los nuevos inhibidores de la proteasa podemos curar globalmente entre el 70 y el 80% de los casos, lo que representa un gran aumento de eficacia del tratamiento”.

Esos nuevos inhibidores de la proteasa acaban de llegar. Boceprevir y telaprevir fueron aprobados en mayo por la Food and Drug Administration estadounidense y está previsto que la UE lo haga este mes de julio. Ambos fármacos aportan esperanza a los pacientes que no responden a la terapia habitual con interferón y ribavirina. “Desde nuestro punto de vista como asociación de pacientes, el desarrollo de nuevos tratamientos más eficaces es ideal. Nuestro propósito es que los nuevos fármacos sean accesibles a los enfermos lo antes posible”, añade Pedro Manuel Castelló.

Llamamiento a la acción

En 2007, el Parlamento Europeo presentó una Declaración sobre la Hepatitis C, mediante la que hacía un llamamiento a la clase política europea para que tomara conciencia de la situación real de la enfermedad. Se pedía que el Consejo de la UE adoptase una serie de recomendaciones que garantizaran el diagnóstico precoz y un mejor acceso a los tratamientos, y que se reconociera la hepatitis C como el grave problema de salud pública que realmente es.

Debido a la respuesta insuficiente por parte de la UE, la Alianza Mundial de Hepatitis y la Asociación Europea de Pacientes Hepáticos continúan insistiendo en la urgente necesidad de actuar ya frente a la hepatitis C, enfermedad que afecta a 14 millones de europeos.

Mientras tanto, en la sede de la Organización Mundial de la Salud se produjo el pasado año una de las victorias claves en la lucha contra la enfermedad, cuando la Asamblea Mundial de la Salud aprobó una resolución en la que reconoció, por primera vez en la historia, el impacto global de las hepatitis B y C, al tiempo que estableció un marco para avanzar en prevención, diagnóstico, tratamiento y, muy importante, concienciación. La resolución establece claramente la necesidad de emprender una acción coordinada en todo el mundo para afrontar la batalla contra las hepatitis víricas con el apoyo de los recursos que sean necesarios.

Tal como manifestó en aquel momento el presidente de la Alianza Mundial de Hepatitis, Charles Gore, “la resolución es el resultado de las incansables campañas emprendidas por cientos de asociaciones de pacientes de todo el mundo. La Alianza trabajará con los gobiernos y con la Organización Mundial de la Salud para iniciar la urgente tarea de prevenir nuevas infecciones y proporcionar el tan necesario apoyo que requieren los 500 millones de personas que viven con estas enfermedades”.

EL DESCUBRIDOR DEL VIRUS DE LA HEPATITIS B


La fecha elegida para la celebración del Día Mundial de la Hepatitis es la del nacimiento de Baruch Samuel Blumberg, científico estadounidense que identificó el virus de la hepatitis B en 1967 y dos años después desarrolló la primera vacuna preventiva frente a esta enfermedad.

Nacido en Nueva York en 1925, el Dr. Blumberg obtuvo el Premio Nobel de Medicina en 1976 —compartido con Carleton Gajdusek— por sus hallazgos relacionados con “el origen y la propagación de las enfermedades infecciosas víricas”.

Trabajó en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos entre 1957 y 1964, año en que se trasladó a Filadelfia para desarrollar su actividad en el Fox Chase Cancer Center. Fue profesor de medicina y antropología de la Universidad de Pennsylvania desde 1977, y en 1999 se convirtió en el primer director del Instituto de Astrobiología de la NASA. Falleció el pasado 5 de abril a causa de un infarto de miocardio.

El descubrimiento del VHB se considera uno de los grandes avances médicos del siglo XX, pero en realidad su consecución no era lo que Blumberg se proponía. La fortuna y el azar —eso que llaman “serendipia”— contribuyeron al hallazgo. Como antropólogo médico, investigaba el papel de la herencia en la susceptibilidad a determinadas enfermedades. Para ello, su equipo recogía muestras de sangre de poblaciones de todo el mundo con el fin de buscar diferencias genéticas. Sin embargo, dado que la tecnología de entonces no permitía analizar las muestras a nivel genético, empleaba un método indirecto basado en el estudio de pacientes hemofílicos, ya que al ser receptores de múltiples transfusiones estaban expuestos a proteínas que no habían heredado ellos mismos, sino que las habían adquirido de los donantes. Por ese motivo, los hemofílicos producían anticuerpos contra los antígenos de los donantes. Blumberg decidió utilizar anticuerpos de enfermos hemofílicos con las muestras de sangre que habían recogido y observó un emparejamiento inusual entre un anticuerpo de un paciente de Nueva York con una muestra sanguínea de un aborigen australiano. Aquel hallazgo condujo a la confirmación de que aquel “antígeno australiano” —tal como se llamó— causaba hepatitis B, lo cual llevó a la identificación del virus.

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