sábado, 23 de julio de 2011

Actualidad Entrevistas - Dr Rafael Esteban Mur - JANO.es - ELSEVIER

Actualidad Entrevistas - Dr Rafael Esteban Mur - JANO.es - ELSEVIER: "Dr. Rafael Esteban Mur
21 Julio 2011
Presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado

“Hay muchas más muertes por cáncer de hígado y cirrosis hepática que por sida”

— Comencemos hablando de la hepatitis B. ¿Qué datos epidemiológicos destacaría?


La hepatitis B es la enfermedad vírica más extendida del mundo, con más de 300 millones de personas infectadas por el VHB. Evidentemente, las tasas de prevalencia son diferentes entre las distintas áreas geográficas. En el sudeste asiático y en algunas zonas de África alcanzan el 10-15% de la población. En España, la prevalencia en la población general se sitúa entre el 0,3 y el 1%. En los últimos años hemos observado un repunte de la incidencia, probablemente debido a la inmigración. Este virus se contagia básicamente a través de dos mecanismos. En los países con alta prevalencia se contagia de madre a hijo en el momento de nacer. En los países desarrollados se transmite principalmente en adultos por vía sexual. Hay que tener en cuenta que la capacidad de transmisión del VHB es 20 veces mayor que la del virus del sida.

— ¿Y en el caso de la hepatitis C?

La prevalencia de la hepatitis C en la población general en nuestro medio se sitúa en torno al 2,6%. El VHC se transmite básicamente a través de la sangre y el problema es que en más del 70% de las personas que se infectan la enfermedad se cronifica. Por ello, la hepatitis C es la primera causa de trasplante hepático y cáncer de hígado en Europa. Esto se debe a que hay muchas personas infectadas, el virus no produce síntomas, la enfermedad va progresando y, al cabo de 25, 30 o 40 años, da lugar a cirrosis y a cáncer. Por lo tanto, es necesario ser muy proactivos para identificar a las personas infectadas para que puedan recibir tratamiento.

— ¿Cómo puede mejorarse la detección precoz?

Es fundamental concienciar a la población y a los profesionales sanitarios. Basta con determinar los niveles de transaminasas y, si me apura mucho, detectar la presencia de anticuerpos contra el virus C en sangre, prueba que vale, a lo sumo, un euro. El problema a superar es más bien de tipo cultural. Todo el mundo se hace análisis para conocer sus niveles de colesterol; sin embargo, realizar pruebas para saber si alguien está infectado por el VHC es algo que suele llevarse a cabo solamente en población de riesgo: personas que recibieron transfusiones hace años, usuarios de drogas por vía parenteral, gente sometida a múltiples intervenciones quirúrgicas. Si limitamos la realización de pruebas a estos grupos de riesgo no detectaremos a muchas personas que no tienen antecedentes y que tal vez adquirieron la infección hace décadas por otras vías. Lo lógico sería que el cribado fuera generalizado. Hemos luchado mucho por ello, pero la detección de la infección por el VHC sigue sin entrar en todos los chequeos de salud y sería muy sencillo.

— ¿Cree que a las hepatitis víricas se les está prestando la suficiente atención?

Existe una clara falta de reconocimiento de estas infecciones, de sus consecuencias y de que existen tratamientos efectivos. Incluso hay médicos que no saben que la hepatitis C se puede curar. Es importante hacer hincapié en que se trata de una infección curable, que debe curarse antes de que produzca una lesión final y, por lo tanto, que es preciso detectar todos los casos posibles. Recientemente la Organización Mundial de la Salud ha incluido las hepatitis entre sus prioridades. De hecho, hay muchas más muertes por cáncer de hígado y cirrosis hepática que por sida y, sin embargo, nadie pone en duda que el sida es una prioridad de salud. Todos los países tienen planes nacionales contra el sida. Que a las hepatitis no se les haya concedido la importancia que merecen es un problema cultural y sociológico.

— ¿Cuáles son los retos de cara al futuro?

Uno sería conseguir una vacuna contra la hepatitis C, pero estamos lejos de lograrlo. De forma similar al virus del sida, el VHC tiene una gran capacidad de mutación y por ello es muy difícil desarrollar una vacuna. En cuanto al tratamiento, en pocos años dispondremos de nuevos fármacos orales más eficaces para la hepatitis C con los que conseguiremos eliminar el virus con 3 o 4 meses de tratamiento sin necesidad de inyectar interferón. Respecto a la hepatitis B, lo que necesitamos son medicamentos que se administren durante menos tiempo, dado que los tratamientos actualmente disponibles son efectivos pero excesivamente prolongados.

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