lunes, 13 de agosto de 2012

Harry Potter y la ciencia de lo invisible - 12.08.2012 - lanacion.com  

Harry Potter y la ciencia de lo invisible - 12.08.2012 - lanacion.com  

Domingo 12 de agosto de 2012 | Publicado en edición impresa
Ciencia a lo loco

Harry Potter y la ciencia de lo invisible

Cuanto hemos fantaseado con tener el poder de, cuando nosotros lo decidamos, andar por la vida sin que nadie nos vea. Pues bien, aun sin hacernos desaparecer, los físicos han logrados algunos triunfos en este campo
Por Diego Golombek  | LA NACION
 
 
Levanten la mano los que no soñaron alguna vez con ser invisibles. Ajá: no veo muchas manos levantadas (por no decir ninguna). ¿Quién no se desveló con la imagen del hombre invisible de H. G. Wells? (Claro que los niños nerds nos preguntábamos cómo hacía para comer y que no se le viera toda la comida por dentro.) Y, entre los más jóvenes, ¿quién no deseó contar con el maravilloso manto de la invisibilidad del chico-con-la-cicatriz-en-forma-de-rayo? Claro, todo esto es parte del reino de la ciencia ficción y la fantasía. Pero ojo: no hay mejores niños que los científicos, y obviamente no han dejado el tema sin experimentar, tal vez movidos por la curiosidad, por un desafío mayúsculo o, más simplemente, por poder meterse en el laboratorio de enfrente y espiar qué andan haciendo los vecinos.

En realidad nuestros sueños no son tan nuevos dado que los heredamos usados por todas las culturas que se les ocurran. Vean sino lo que planearon los antiguos y barbudos griegos cuando Atenea, hija de Zeus y diosa de la guerra, tuvo que intervenir en la guerra de Troya a favor de los griegos: no tuvo mejor idea que probarse el casco de la invisibilidad (que le había prestado Hades a cambio de un escudo) y hacer de las suyas por el campo de batalla.

La ciencia ficción de los años 60 (y antes y después también) nos prometió un mundo súper modernoso, con robots a nuestro servicio, autos voladores y otras delicias. La verdad es que ya es tiempo de ir a la oficina de reclamos. Y hay una demanda que seguramente estará al frente: ¿qué hay de la ciencia de lo invisible?
Tal vez hayan escuchado que la física está tratando de emular el manto mágico de Harry Potter y volvernos invisibles, para colarnos en todos lados, para que el profesor no nos vea a la hora de llamar al frente, para reaparecer de pronto y hacer el gol de nuestra historia. Pues bien: aun sin hacernos desaparecer, los físicos sí han logrado algunos triunfos en esto de la invisibilidad.

Recordemos que somos capaces de ver un objeto porque distintas longitudes de onda de luz le rebotan y llegan hasta nuestros ojos. Pero si se lograra construir un material que hiciera que la luz pasara alrededor de los objetos. ¡voilà!: invisibilidad instantánea. Y eso se logró en 2006, cuando John Pendry y sus aprendices de hechiceros en el Imperial College de Londres crearon metamateriales que podían controlar la manera en que la luz los atraviesa. Ver (o no ver) para creer: ese mismo año se crearon mantas de invisibilidad, al menos para hacer que los objetos fueran invisibles a las microondas. Poco después, en Alemania, se construyó otro material aún más exótico, que lograba ser invisible a la luz roja.

Recordemos que parte de la luz que recibe un objeto es absorbida; si toda la luz se absorbe, el objeto es negro, así que el asunto sería poder fabricar objetos o materiales súper absorbentes en cuanto a la luz. Visto y hecho: hay materiales de nanotubos (tubúsculos demasiado chiquitos como para poder siquiera imaginar) de carbono que, de egoístas nomás, se guardan toda la luz para ellos. Así que si se reviste un objeto con capas de estos nanotubos, pasa a ser, como mucho, muy poco visible. Otra posibilidad es calentar muy rápidamente (2000ºC en milisegundos) a estos nanotubos y convertirlos en espejismos: ahora estoy, ahora me fui. También se ha logrado con metamateriales de cobre; la idea es que las ondas de luz rodean al objeto sin poder ser reflejadas y, voilà: el objeto desaparece. El problema, por ahora teórico, es que cuando uno es invisible desde el exterior, el exterior también es invisible para nosotros, lo cual es bastante incómodo, y adiós a la posibilidad de colarse en el vestuario contrario.

El asunto, como siempre, es para qué usar estas maravillas del futuro. Pueden ser algo muy malo: algo de eso nos advirtió Platón en La República, cuando cuenta que el pastor Giges, invisible por el uso de un anillo mágico, seduce a la reina y mata al rey. ¿Anillo mágico dijimos? ¿Cómo el que atormenta al Gollum en El señor de los Anillos? ¿Seducida por algo que no ve, dijimos? ¿Como en El perfume de lo invisible, de Milo Manara? Como vemos, la imaginación de lo que no se puede ver tiene caminos insondables.

Hay otras aplicaciones de la invisibilidad, claro, como crear un avión invisible a los radares. Que los hay, los hay (son los llamados aviones stealth). También hay propuestas de cremas cosméticas que crean la ilusión óptica de que las arrugas desaparecen. No es magia, es ciencia. De la que se enseña en Hogwarts..

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