miércoles, 17 de octubre de 2012

La terapia de la DMAE requiere mayor control - DiarioMedico.com

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Con inyecciones de ranibizumab

La terapia de la DMAE requiere mayor control

La terapia de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) con ranibizumab requiere mayor control en pacientes considerados de riesg.
Raquel Serrano | raquelserrano@diariomedico.com   |  17/10/2012 00:00

 
 
La administración de ranibizumab para el tratamiento de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) adelgaza significativamente la capa de fibras nerviosas de la retina. "Este hallazgo puede tener una especial implicación en los pacientes que, por otras patologías, puedan presentar un compromiso en esta capa de la retina, como ocurre en pacientes con DMAE y glaucoma", ha indicado a DM José María Martínez de la Casa, de la Unidad de Glaucoma del Servicio de Oftalmología del Hospital Clínico de Madrid, que ha coordinado un estudio publicado en el último número de Investigative Ophthalmology and Visual Science sobre el efecto de este agente sobre las capas de fibras nerviosas de la retina en inyecciones repetidas. No obstante, el profesional deja muy claro que ranibizumab, comercializado por la compañía Novartis como Lucentis, es una terapia indicada y efectiva para la DMAE.

"Únicamente se propugna la necesidad de realizar una monitorización más estricta para evitar un empeoramiento de la función visual tras el tratamiento". El trabajo forma parte de la tesis doctoral de Aurora Ruiz Calvo, de la Unidad de Glaucoma del citado servicio, y en su elaboración también han participado Federico Sáenz Francés y Cristina Calvo, de la misma unidad, así como Juan Reche y Juan Donate, de la Unidad de Mácula, y Julián García Feijoó, del Departamento de Retina y jefe de Servicio de Oftalmología del citado hospital.

Medidas de control

Ranibizumab está indicado para el manejo de la DMAE y se emplea mediante inyecciones oculares cada 4 ó 6 semanas. En personas sanas, la inyección no tiene mayor trascendencia, pero en personas con compromiso, sería necesario, según puntualiza el trabajo, monitorizar de foma más exhaustiva, controlar o evitar los posibles picos de tensión ocular secundarios a la inyección mediante, incluso, la aplicación de un tratamiento preventivo. Son medidas que contribuirían a minimizar un daño que, según Martínez de la Casa, se traduce en una "disminución del 5 por ciento al año en el grosor de la capa de fibras nerviosas de la retina, cuando la pérdida normal debida a la edad es de aproximadamente un 1 por ciento al año". Las complicaciones de esta reducción, cuando ya existe daño del nervio óptico, podrían desembocar en una disminución del campo visual o pérdida funcional.

El tratamiento profiláctico propuesto, que actualmente no se contempla, se basaría en la administración de alfa-agonistas tópicos, para reducir la incidencia de los picos hipertensivos en pacientes de riesgo, parámetro que se determina mediante tomografía de coherencia óptica.

(Invest Ophthalmol Vis Sci. 2012;53:6214-6218)

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