hay que realizar un manejo precoz
El diagnóstico rápido y diferencial evita secuelas en el ictus infantil
Un diagnóstico certero y temprano del ictus, sobre todo el isquémico, en el niño evita un nada desdeñable número de importantes secuelas en una población con largas expectativas de vida.
Raquel Serrano | raquelserrano@unidadeditorial.es | 26/12/2012 00:00
Pedro de Castro, del Servicio de Neurología del Hospital Infantil Gregorio Marañón, de Madrid. (Mauricio Skrycky)
La cifra es escasa, pero no tan excepcional teniendo en cuenta que su incidencia es la misma que la de los tumores cerebrales infantiles. No obstante, los neurólogos infantiles tienen un concepto claro: la inmediatez en su diagnóstico y atención es de igual importancia y vital urgencia que en el caso de los adultos para evitar o minimizar las secuelas de gravedad variable en una población que, lógicamente, tiene una larga esperanza de vida, y que se acompaña de una importante carga económica y social.
Información vital
"El diagnóstico precoz implica un mejor tratamiento y reduce secuelas. El mensaje, por tanto, es que el ictus en niños es una realidad y que todos -pediatras y otros especialistas- también deben incluir esta entidad como posible opción patológica ante la presencia de cierta sintomatología", precepto que, por otra parte, aparece en los protocolos de actuación de las autoridades sanitarias en lo relativo al Código Ictus, ha señalado a DM Pedro de Castro, responsable de la Sección de Ictus Pediátrico del Servicio de Neurología Infantil del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, y autor, junto con María Vázquez López, del primer tratado en España sobre ictus pediátrico.
El equipo de esta unidad, con la colaboración de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica, mantiene contacto estrecho con todas las unidades de neuropediatría española para recabar datos de todos los casos y su evolución e intentar crear un Registro de Ictus Infantil.
El diagnóstico diferencial para el ictus hemorrágico es relativamente sencillo. Una mayor complejidad se produce con el isquémico, puesto que los síntomas son más sutiles y variados. "Con mucha frecuencia, y en niños de 0 a 3 años, el ictus isquémico se presenta con convulsiones focales, por lo que se piensa en epilepsia. Otros son dolor de cabeza intenso o mareo que se asocian en otras entidades, al igual que ocurre con la hemiparesia.
A esta complejidad diagnóstica en el ictus isquémico se suma el hecho, según De Castro, de que en un adulto con clínica compatible y TC normal, el diagnóstico neurorradiológico es de ictus y se trata como tal, mientras que en un niño con síntomas compatibles y TC normal el diagnóstico es de "posible ictus y se necesita una confirmación radiológica con resonancia magnética (RM), que diagnostica precozmente. Y aquí entra en juego un nuevo problema añadido: no existe acceso para RM fuera del horario laboral, por lo que en los niños, y está descrito, la confirmación del diagnóstico es más tardía".
Ensayos clínicos
De esta forma, y según el neurólogo infantil, hay que realizar un manejo precoz, "porque el tiempo es cerebro", pero teniendo en cuenta que en pediatría los actuales protocolos terapéuticas no aprueban la fibrinólisis, no porque esté contraindicada sino porque los estudios carecen de grandes series, por la escasa frecuencia de la patología, y no hay evidencias que lo avalen. Es imprescindible, por tanto, realizar ensayos clínicos terapéuticos. Actualmente se están recogiendo datos de un estudio internacional en fase I sobre trombólisis en ictus pediátrico.
Según De Castro, la trombólisis se realiza en ciertos casos, sobre todo en niños más mayores, "y siempre como tratamiento compasivo y con una selección muy rigurosa. El manejo precoz de la fase aguda se basa en la administración de anticoagulantes o antiagregantes y aplicación de un tratamiento de neuroprotección o de soporte. Estas medidas son efectivas y mejoran el pronóstico".
Este es el principal objetivo en el ictus infantil: eliminar sus secuelas que, "en un 60-85 por ciento de los casos, y si no se trata a tiempo, pueden ser permanentes y variadas: motoras, mayoritarias en ictus isquémico, y cognitivas de múltiple dimensión".
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