Estrategias enfocadas en toda la población

Por Felipe Iserra | Para LA NACION

Cuando pensamos en intervenir con estrategias que resulten efectivas ante enfermedades de tan alta prevalencia, como la hipertensión arterial, debemos orientarnos a pensar en lo que se llaman "estrategias poblacionales", que son aquellas con las cuales la mayoría o toda la población se beneficia. La reducción progresiva de la ingesta de sodio pertenece a este tipo de estrategias. Otras con resultados similares, por sus beneficios generales, son: el abandono del hábito tabáquico y el uso nocivo de alcohol, el ejercicio con regularidad y el peso saludable.

Al mismo tiempo estas estrategias en conjunto previenen la aparición de nuevos pacientes hipertensos. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, de un estudio piloto en la provincia de La Pampa, la ingesta promedio de sal de los adultos supera los 11 g por día. Esto es el doble de lo recomendado por la OMS, las sociedades científicas y las ONG que se ocupan del tema.

Hasta el 75% del sodio que se ingiere proviene de los alimentos manufacturados. Debemos seguir insistiendo en medidas como no agregar sal a las comidas, sacar el salero de las mesas en las casas de comida, no agregar sal automáticamente antes de empezar a comer, reducir el tamaño de los sobres con sal de los restaurantes y ofrecer a pedido de los clientes sales con bajo contenido en sodio.

El problema más importante es la ingesta de sal que proviene con los alimentos elaborados, de lo que la gente puede tener poco o ningún registro. Es en este sentido que las decisiones de política sanitaria juegan un rol esencial. Algunos pocos lugares en el mundo que lo han implementado lograron reducir muy significativamente los episodios fatales y eventos particularmente de origen cardiovascular. Desde hace un par de años, en nuestro país se está trabajando en esta dirección.

La iniciativa Menos Sal, Más Vida, que coordina el Ministerio de Salud, está en marcha. En ella participa la SAHA y otras entidades, y se está empezando un proceso de reducción del sodio de los alimentos elaborados. Para reducir el contenido de sodio de los alimentos procesados hay que considerar varios aspectos que deben confluir. Esto implica tener en cuenta que deben adaptarse procesos productivos y de elaboración, al mismo tiempo que lograr sabores aceptados por los consumidores de distintos tipos de alimentos. Ya hay 31 empresas que se comprometieron a cumplir con la primera etapa de este proceso de reducción de entre el 5 y 18% del contenido de salud de 424 productos.

Sólo trabajando juntos podremos enfrentar con éxito a la hipertensión arterial..