lunes, 6 de mayo de 2013

La 'sal de la vida' no se encuentra en el salero - DiarioMedico.com

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su abuso eleva la hipertensión arterial

La 'sal de la vida' no se encuentra en el salero

Crece la literatura científica, incluida una nueva guía en España, que advierte del peligro del exceso de sal.
Sonia Moreno | soniamb@diariomedico.com   |  06/05/2013 00:00 



Homero la consideraba la "divina sustancia", un bien tan preciado como para constituir salarios y por el que se han llegado a librar guerras. Ahora la principal batalla en torno a la sal tiene lugar en la consulta. Con los últimos estudios en la mano, hay evidencias científicas suficientes que avalan que un abuso del cloruro de sodio eleva la hipertensión arterial (HTA).

Así se expone en la última revisión que acaba de publicar The New England Journal of Medicine, encabezada por Theodore A. Kotchen (Universidad de Wisconsin), donde se concluye que "una ingesta elevada de sal se asocia a HTA y a un mayor índice de enfermedad cardiovascular". Los especialistas consultados por DM así lo refrendan. José López Miranda, profesor en la Universidad de Córdoba e investigador en el Ciber de Obesidad y Nutrición, recalca que "la relación entre la sal y la HTA está muy bien establecida, tanto en la investigación básica, como en estudios de intervención y epidemiológicos". Estos últimos, a menudo poco concluyentes cuando analizan una variable tan escurridiza como un alimento aislado, arrojan datos muy concretos: en la última reunión de la Asociación Americana del Corazón y en Circulation, se indicaba, tras analizar 247 encuestas nutricionales de entre 1990 y 2010, que el abuso del cloruro de sodio contribuyó en 2,3 millones de muertes por enfermedad cardiovascular en el mundo durante 2010.

Precisamente ese año se publicaba también en New England, un trabajo dirigido por Lee Goldman (Universidad de Columbia, en Nueva York), que proyectaba que una reducción de 3 gramos en la ingesta diaria de sal supondría rebajar de 60.000 a 120.00 casos anuales de enfermedad coronaria en la población estadounidense; también de 32.000 a 66.000 ictus y de 54.000 a 99.000 infartos de miocardio.
  • Una adecuada encuesta sobre los háibtos alimentarios y proporcionar información nutricional asientan las bases para reducir la ingesta excesiva de sal
Nuevas guías
La Fundación HTA para la prevención y tratamiento de la Enfermedad Cardiovascular, impulsada por la Sociedad Española de Hipertensión, acaba de ultimar dos guías, una para pacientes y otra para médicos, que se presentarán este mes. Los documentos recogen la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de no superar los 5 gramos de sal diarios (la que cabe en un dedal).

Francisco M. Adán Gil, coordinador de las guías, relata que a pesar de algunas controversias, "el estudio Intersalt ha mostrado que una reducción de100 mmol en el consumo de sodio disminuía la presión arterial sistólica en la población en 3,5 mm Hg o en 2,2 mm Hg la presión arterial diastólica, tras ajustar por índice de masa corporal, alcohol y consumo de potasio. Además, existe una relación entre la ingesta de sodio y la pendiente de elevación de la presión arterial (PA) con la edad, de forma que dicha reducción en el consumo de sodio de la población durante 30 años conseguiría una disminución de 9 mm Hg en la elevación de la PA media". La mayoría de pacientes hipertensos responden bien a una dieta hiposódica, sobre todo, los de mayor edad, obesos y diabéticos. No obstante, hay un grupo menos sensible, en el que parecen subyacer causas genéticas.

La reducción del sodio, como recogía la última revisión en The New England, también influye en la respuesta a los fármacos antihipertensivos. Un motivo más para que estos pacientes se aparten del salero.

Menos evidencias existen sobre el impacto del consumo de sal en las personas normotensas. "Es más difícil de medir", reconoce López Miranda, que recuerda que el abuso del cloruro sódico muestra su cara a largo plazo, al interaccionar con los sistemas de renina angiotensina tisular.

Otro daños
A los daños más evidentes, los de la enfermedad cardiovascular en su conjunto, se añaden otros que se empiezan a investigarse en pequeños estudios, como el efecto en el riesgo de cáncer gástrico, al combinarse el exceso de sal con la presencia de Helicobacter pylori, según se publica en Infection and Immunity. También hay investigadores, como el grupo de Jens Tizte (Universidad de Vanderbilt, en Nashville) , que indagan en la regulación del sodio a través del sistema inmune, y más concretamente, de la piel; esos científicos han visto que en pacientes hipertensos se registran grandes concentración de sodio en ciertas capas dérmicas.

Con este tipo de trabajos experimentales es posible que se desvelen mecanismos, además de los renales, que intervienen en la regulación del sodio y así contribuir a que este ion, esencial para el mantenimiento de la homeostasis de la tensión arterial, entre otros factores, alcance el equilibrio.

Combatir al enemigo en la consulta

Encuesta: Además de por los alimentos habituales y el uso del salero de mesa, hay que preguntar por la forma de cocinar, si se come fuera y/o comida precocinada. Deben buscarse errores dietéticos (los snacks, que a menudo el paciente no percibe como comida). Medicamentos efervescentes, ciertos refrescos y dulces también tienen sal.

Consumo: Para conocer el sodio consumido exacto se recurre a la medida en orina de 24 h. Lo ideal es que se encuentre por debajo de 100, pero se tolera un Na en orina de hasta 130-150 mmol/24 h.

Etiqueta: Incidir en la importancia de leer la información nutricional de los alimentos; la sal se obtiene al multiplicar por 2,5 el sodio. n Consejo: Todo se resume en eliminar el salero de la mesa.

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