martes, 14 de abril de 2009

Cataratas neonatales


Oftalmología / En el país
Nacen 2800 bebes con cataratas por año
Aunque se cree que es un problema sólo de adultos, hay formas congénitas en las que la operación debe realizarse rápidamente

Martes 14 de abril de 2009 |
Los doctores Ricardo Masini y Laura Alba, del hospital Lagleyze
Foto: LA NACION / Hernán Zenteno - Fabiola Czubaj
LA NACION


El trabajo cotidiano en el hospital ofrece situaciones tan curiosas como tener que operar de cataratas en el mismo día a un paciente de 90 años y a otro de tan sólo 26 días de vida. Mientras esa opacidad del cristalino se da en el primero básicamente por la edad, en el segundo ocurre por una fuerte carga hereditaria. En el país, nacen anualmente 2800 bebes con este problema.

A diferencia de lo que ocurre en los adultos, en los bebes hay que actuar de inmediato para evitar que se atrofie el desarrollo normal del ojo. Si la cirugía para eliminar la catarata no se hace antes de los 45 días de vida, cuando es unilateral (afecta a un solo ojo), o de los 60 días cuando es bilateral, el 10% de los pacientes pueden sufrir pérdida visual grave. De ahí la importancia de la detección precoz.

"Hay un examen de rutina que les realizan los neonatólogos a los recién nacidos que es la prueba del reflejo rojo. La sospecha de que el bebe carece de reflejo rojo [en la pupila] permite detectar a los pacientes precozmente y derivarlos de inmediato al oftalmólogo pediátrico", explicó el doctor Ricardo Masini, cirujano de catarata y glaucoma del Hospital Oftalmológico Dr. Pedro Lagleyze.

Cada mes, Masini opera a dos chicos con catarata congénita. Uno de sus pacientes más complicados fue María Sol, que hoy tiene dos años. Junto con la doctora Laura Alba, especialista en oftalmología infantil, intervinieron a la pequeña cuando tenía ya tres meses de edad.

"La nena nació con un ojo más chiquito que el otro y en el derecho tenía un pequeño derrame que me llamaba la atención, pero los médicos me decían que no tenía nada -recordó María Cheverry, mamá de María Sol-. Cuando empezó a tomar el pecho, le hice el primer control y el médico me aseguró que todo estaba bien, y que no le buscara defectos a la nena. Pero con mi esposo notábamos que no me miraba al darle el pecho. Cuando le hablábamos, estaba totalmente ausente y el reflejo de la luz en los ojos no le producía ninguna reacción."

Sólo a los tres meses, cuando ya el derrame era apenas una manchita, el pediatra que atendía a la beba en la localidad bonaerense de 9 de Julio decidió derivarla a un especialista sin antes aventurar que la nena podía tener "un tumorcito en el ojo", recordó María. El especialista de Bragado lo descartó sin dudarlo y habló de catarata congénita.

Una odisea
La falta de equipos adecuados para los estudios hizo que la beba fuera derivada al hospital Garrahan, donde una médica les dijo a los padres que María Sol "veía todo nublado y no tenía solución", recordó su madre en diálogo telefónico desde 9 de Julio, a poco más de 250 kilometros de Buenos Aires.

Finalmente, una interconsulta hizo que la beba llegara al hospital Lagleyze, donde ya la operaron dos veces. "A los 7 meses la volvieron a operar y estamos esperando que la obra social, Osecac, nos autorice la cirugía para colocarle la lente intraocular -agregó la mamá-. Acá cuesta muchísimo velar por la salud de un hijo, y sería terrible que una decisión administrativa destruyera todo el tratamiento."

Salvo excepciones como ésa, los doctores Masini y Alba aseguraron que "es difícil" que el neonatólogo o el pediatra pasen por alto la detección a tiempo de la catarata. "No nos llegan pacientes ciegos por problemas de indicación médica, pero lo que sí vemos es en algunos padres falta de compromiso con la rehabilitación posquirúrgica", agregó el cirujano.

Es que después de la cirugía, que dura 15 minutos y en la que no se coloca la lente intraocular para reemplazar al cristalino, a diferencia de lo que ocurre en los adultos (ver infografía), los padres son los responsables de que el o los ojos afectados sigan desarrollándose normalmente.

"El tratamiento empieza con la cirugía, pero los padres después tienen que colocarles todos los días una lente de contacto para que el ojo siga percibiendo los estímulos de luz, forma y color, o taparles el ojo sano para que utilicen el ojo operado", explicó Alba. Esa rehabilitación dura hasta los dos años, que es la edad recomendada para colocarles a los chicos la lente intraocular que reemplazará definitivamente el cristalino del ojo, que está ubicado detrás del iris. Sólo si los padres no cumplen con la rehabilitación o los chicos rechazan la lente de contacto se adelanta la operación, explicó Alba.

Pero las cataratas congénitas que aparecen más adelante también es fundamental operarlas lo antes posible. "El ojo se desarrolla hasta los 7 años -dijo Masini-. Si no recibe luz, el nervio óptico no se desarrolla bien y aparece la ambliopía" u ojo perezoso, que es la causa más común de problemas visuales en los chicos.

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Aunque se cree que es un problema sólo de adultos, hay formas congénitas en las que la operación debe realizarse rápidamente

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