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miércoles, 24 de junio de 2009
La violencia doméstica desencadena estrés postraumático en los menores
Diariomedico.com
ESPAÑA
La violencia doméstica desencadena estrés postraumático en los menores
Los menores y los adolescentes que viven en ambientes en los que se produce violencia doméstica también sufren las consecuencias, y pueden mostrar estrés postraumático, o falsos diagnósticos de trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Además, los menores son susceptibles de padecer retrasos en el desarrollo físico, intelectual y psicológico.
B.Peñalba. Valladolid. - Martes, 23 de Junio de 2009 - Actualizado a las 18:41h.
Los menores y adolescentes que crecen en un ambiente familiar de violencia de género son víctimas directas de la conducta violenta del maltratador.
Este escenario de terror que los menores viven desde la infancia puede producirles secuelas marcadas que deben ser evaluadas y tratadas por especialistas en salud mental, con conocimientos en violencia y mediante procedimientos protocolizados e individualizados.
Así lo ha puesto de manifiesto Lola Aguilar, pediatra y directora técnica del Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas, durante el curso Detección y Atención a la violencia de género en los Equipos de Salud Mental, organizado por la Consejería de Sanidad de Castilla y León.
Este tipo de maltrato no se presenta de manera aislada, ya que se multiplica por diez la probabilidad de que el menor sufra violencia física cuando convive con un agresor, y hasta por 15 la probabilidad de sufrir abusos sexuales. "Es común ver esas tres formas de maltrato de forma casi simultánea".
El trastorno por estrés postraumático es el efecto directo más frecuente. En el 60 por ciento de los casos existe un cuadro sintomático completo y prácticamente todos los menores presentan síntomas múltiples como la reexperimentación del trauma o la hiperactividad psicológica. Además, en ocasiones reciben diagnósticos erroneos de TDAH.
Síntomas
Las secuelas a corto plazo afectan a todas las áreas del desarrollo. Algunos de los síntomas físicos más comunes son un retraso en el crecimiento y en las habilidades motoras, problemas de sueño y en casos de deprivación afectiva grave, atrofia cerebral fronto-límbica.
Pueden presentar ansiedad, ira, depresión, aislamiento, baja autoestima, retraso en el lenguaje, crueldad con los animales, agresividad, retraimiento y falta de empatía. Además, tienen mayor probabilidad de sufrir en la edad adulta trastornos psicopatológicos como depresión, ansiedad o toxodependencias.
Una de las consecuencias más graves es la de padecer trastornos del vínculo, y se ha objetivado la transmisión intergeneracional de la violencia. Aunque, "depende de la edad en la que se experimentó y el tipo de maltrato, la duración, la gravedad y el modelo de intervención social".
Sin embargo, "alrededor del 50 por ciento de menores expuestos a violencia de género no van a presentar psicopatología en el futuro, siempre que se logre salvaguardar el contacto con el progenitor violento y gracias a los llamados factores de protección y resilientes".
Para eso, se debe proporcionar un ambiente seguro y estructurado, establecer una ruptura con el agresor y realizar una evaluación exhaustiva de las repercusiones de la violencia.
Según Elizabeth Alvarado, psicóloga infantil que desarrolla un programa de evaluación e intervención con menores víctimas de violencia del centro, "hay que establecer nítidamente las condiciones de violencia vividas por la madre y cómo reaccionó el niño ante ellas".
Así es posible tener una idea de los recursos desarrollados por los menores y cuántos se les ha inhibido a raíz de la situación. El profesional debe precisar el perfil de cada víctima para establecer objetivos realistas y desarrollar intervenciones que involucren a la madre como cabeza de familia.
"Ésta debe convertirse en la figura de autoridad que sostendrá emocionalmente el proceso de recuperación del niño al que vamos a acompañar en un espacio distinto, con tranquilidad y con técnicas a la medida que les genere el bienestar psicológico perdido". Además, las capacidades resilientes son la primera área de atención.
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