lunes, 13 de julio de 2009

Derivaciones psicológicas de una epidemia



10 JUL 09 | Por Roberto Sivak
Derivaciones psicológicas de una epidemia
El impacto en la salud mental.


La Nación

La epidemia de gripe A en la Argentina representa una emergencia sanitaria inédita y, por las dimensiones que ha cobrado a nivel internacional, supera las previsiones tanto individuales como sociales.

Una situación de estas características representa una enorme exigencia de adaptación individual y colectiva. Se trata de un hecho que, aunque considerado probable y posible por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud hace cinco años, aparece abruptamente, generando incertidumbre, ansiedad, temor y preocupaciones hipocondríacas.

Así como Woody Allen caricaturizaba la preocupación hipocondríaca del obsesivo demandante de diagnósticos a los médicos, podemos describir la hipervigilancia de personas susceptibles a su frecuencia cardíaca, temperatura o ritmo evacuatorio tratando de detectar irregularidades atentas a enfermedades que se le estarían "escapando" a sus médicos. Nos estamos refiriendo a la preocupación "sine materia": los médicos no hallan patología y el paciente sigue insatisfecho exigiendo diagnósticos cada vez mas sofisticados.

En el caso de la certeza delirante, ya en el campo de las psicosis, se busca confirmar "lo que ya se sabe" sobre una enfermedad terminal, más allá de todos los informes realizados que no lo confirman. En el caso de la paranoia suelen estar siempre atentos y vigilantes porque piensan que cualquiera puede atacarlos de un modo u otro en cualquier momento y necesitan defenderse de ellos. Perciben el mundo como una jungla riesgosa en la que no se puede confiar.

En el caso de la influenza A, su sola existencia pareciera confirmarle a esas personas susceptibles que el peligro exterior sí existe y que cualquier indicio físico podría confirmar que "ya" está infectado, que "ya" requiere un médico o el antiviral, lo que pondría en riesgo al sistema de salud ya demandado por el incremento de casos.

Dentro de los llamados trastornos de ansiedad debemos mencionar la fobia simple, el trastorno por ansiedad generalizada, el trastorno de angustia o el trastorno de pánico. En todos ellos la manifestación de aprehensión, de inquietud por el temor inespecífico de que algo malo pueda ocurrir puede ligarse a situaciones como la altura, los espacios cerrados, algunos animales o ciertas personas. Todos estos cuadros pueden generar aumento de la frecuencia cardíaca, fatiga, sensación de ahogo o sudoración, lo que a su vez refuerza la preocupación hipocondríaca.

En este momento existe una situación real de riesgo de contagio y los medios de comunicación reiteran consejos y precauciones y atención a señales corporales. Imaginemos por un momento una persona con alguno de estos trastornos de ansiedad teniendo que abordar un subterráneo, un colectivo o hacer un trámite en una dependencia con mucha gente. Como factores de vulnerabilidad frente a la influenza debemos considerar el peso del cambio de rutinas, la suspensión de tareas, las calles vacías, la restricción a las reuniones sociales y su peso en personas con rasgos dependientes, fóbicos y sugestionables.

Cómo afrontarlo. He observado en el consultorio que en un 80 a 90 por ciento de las consultas aparece el tema de la influenza, afectando la vida cotidiana, los vínculos y el discurso de los pacientes. En psicoanálisis se plantea que ciertos hechos son resignificados de acuerdo a experiencias previas significativas. La gripe A genera en los pacientes asociaciones con enfermedades previas, temores reprimidos, aumentando la sensación de vulnerabilidad y desencadenando crisis de ansiedad, angustia o pánico. En general se requiere tratamiento combinado de psicoterapia y medicación.

Es posible afrontar esta emergencia disminuyendo los costos psíquicos en la población y en los cuidadores. Se requiere información veraz, coherente y prudente. El apoyo social y psicológico a población vulnerable con antecedentes de ansiedad, depresión o hipocondría pacientes, familias y cuidadores debe formar parte de planes asistenciales que quizás lleven más tiempo que el previsto. En una perspectiva alentadora coincidimos con la OPS cuando afirma: "Las personas dan lo mejor cuando enfrentan en forma directa y colectivamente una situación difícil".

El autor es médico psiquiatra y psicoterapeuta. Miembro Sección Intervención en Desastres Asociación Mundial de Psiquiatría.

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