Inmunonutrición: Beneficios de los probióticos a edad avanzada
JANO.es
Max Ortega
22 Octubre 2010
Lactobacillus casei DN-114001 ayuda a afrontar el declive de la función inmunitaria y la reducción de bifidobacterias en la flora intestinal que se producen con el envejecimiento
La composición de la flora bacteriana varía a lo largo de la vida del ser humano (T. Mitsuoka, 1982).
Se estima que el ser humano puede tener en su intestino más de 2.000 especies de bacterias diferentes, de las que solamente un centenar pueden llegar a ser perjudiciales. Sin embargo, en el momento de nacer, su sistema digestivo carece de microorganismos. Entre los primeros que comienzan a colonizarlo se encuentra Escherichia coli, cuya población queda reprimida por la de bifidobacterias, que se convierte en predominante a los pocos días del nacimiento gracias, sobre todo, a la lactancia materna. Tras el destete, la flora intestinal se va estabilizando hasta formar la flora del adulto, que se mantiene sin cambios importantes durante gran parte de la vida.
Sin embargo, al envejecer se producen alteraciones de la flora intestinal, de modo que disminuye la cantidad de bifidobacterias al tiempo que aumentan las de enterobacterias, estreptococos y Clostridium, entre otros microorganismos patógenos. A este panorama se suma el hecho de que la función del sistema inmunitario también disminuye con el envejecimiento, fenómeno que se conoce como inmunosenescencia, la disminución fisiológica de la capacidad del sistema de defensa que dispone nuestro organismo para hacer frente a los patógenos invasores o el cáncer.
Probióticos y respuesta inmunitaria
De ahí que algunos autores hayan subrayado la importancia de ingerir altas dosis de algunos probióticos de forma continuada cuando se llega a edad avanzada. Por ejemplo, se ha observado que la administración de algunos probióticos estimula la inmunidad innata y adaptativa1, como es el caso de Lactobacillus casei DN-114 001 (fermento exclusivo patentado por Danone).
Asimismo, dos ensayos clínicos realizados en Francia con población sana mayor de 70 años, publicados en Vaccine y firmados por Boge et al.2, han mostrado que el consumo diario de una leche fermentada probiótica con L. casei DN-114001 mejora la respuesta inmunitaria tras la vacunación contra la gripe estacional y, por lo tanto, ayuda a proteger frente a esta enfermedad y sus complicaciones a este grupo de edad, de por sí más debilitado desde el punto de vista inmunitario.
Probióticos frente a las infecciones
Incrementar el consumo de determinados nutrientes puede modular el sistema inmunitario y ayudarnos a prevenir infecciones a cualquier edad. Por ejemplo, Winkler et al.3 comprobaron que el consumo de un suplemento dietético con bacterias probióticas redujo en personas sanas la incidencia de infecciones del tracto respiratorio a lo largo de tres meses de invierno y primavera, al tiempo que disminuyó el número de días con fiebre en un 54%.
La reducción del riesgo de infecciones cobra especial relevancia a edad avanzada. En este contexto, es interesante el estudio de Turchet et al.4, que analizó el efecto del consumo durante 3 semanas de una leche fermentada con L. casei DN-114001 sobre las infecciones invernales en ancianos. Este estudio piloto aleatorizado comprobó que, aunque la incidencia de infecciones fue similar entre los participantes que tomaron el producto probiótico y los del grupo control, la duración de las enfermedades fue más corta entre los primeros (7 frente a 8,7 días de media). Los autores valoraron positivamente esa eficacia potencial de L. casei DN-114001 para reducir en un 20% la duración de las infecciones invernales.
A una conclusión similar llegó el estudio de Guillemard et al.5, en el que participaron 1.072 voluntarios, con una edad media de 76 años. En este ensayo multicéntrico y aleatorizado, 537 sujetos consumieron diariamente durante 3 meses un producto probiótico con L. casei DN-114001, mientras que los 535 del grupo control tomaron un producto lácteo no fermentado. Los resultados muestran que entre los del primer grupo la duración media de los procesos infecciosos comunes fue de menos tiempo (6,5 frente a 8 días), lo mismo que la duración acumulada (7 frente a 8 días). Esta disminución del período de enfermedad fue estadísticamente significativa para todas las infecciones del tracto respiratorio superior y para la rinofaringitis en concreto. Ello se acompañó de un incremento de las especies de L. casei en heces mientras duró el consumo del producto, que fue seguro y bien tolerado. No se hallaron diferencias entre ambos grupos en cuanto a la gravedad de las infecciones contraídas, la fiebre, el tipo de patógenos, la medicación, los parámetros sanguíneos inmunitarios y la calidad de vida. Los autores destacan en sus conclusiones el efecto positivo del probiótico con L. casei DN-114001 a la hora de reducir la duración de los episodios infecciosos en este grupo de edad, una población particularmente vulnerable en la cual la inmunonutrición, a través del consumo de probióticos, entre otros, puede desempeñar un importante papel protector.
Un estudio aleatorizado comprobó que, aunque la incidencia de infecciones fue similar entre los participantes que tomaron el producto probiótico y los del grupo control, la duración de las enfermedades fue más corta entre los primeros.
BIBLIOGRAFÍA:
1. Adv Exp Med Biol 2008;606:423–54.
2. Vaccine. 2009 18;27(41):5677-84.
3. Int J Clin Pharmacol Ther. 2005 Jul;43(7):318-26.
4. J Nutrition Health Aging 2003;7:75-77.
5. Br J Nutrition 2010;103:58-68.
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