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ESPAÑA
Las grandes epidemias producidas por virus
Gripe, la pandemia fantasma
En 100 años ha desatado las alarmas dos veces, la última, en 2009. Ya se desarrolle de forma pandémica o epidémica, todos los años causa bajas laborales, mayores o menores según el tipo, y colapsa los servicios sanitarios. María Isabel Porras Gallo, dentro de un evento celebrado en la Fundación Ramón Areces, narró la historia de una afección que nunca se ha ido del todo.
Jesús Blanco López - Jueves, 27 de Enero de 2011 - Actualizado a las 17:52h.
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El noruego Edvard Munch creó, durante su convalecencia, uno de los pocos testimonios gráficos de la enfermedad.
Más de 90 años median entre las dos gripes que se han cebado con nuestro país. Producida por un ARN virus, en ambos casos el responsable fue el subtipo H1N1, que también causó la epidemia de 1977. Los síntomas apenas han variado: bloqueo de las vías respiratorias altas, fiebre y cefalea caracterizan su cuadro clínico. Esa inespecificidad retrasó durante varios siglos su separación del grupo de las afecciones catarrales, que no tuvo lugar hasta el XVI.
Durante el siglo XV se la conocía como tac. Italianos y franceses la rebautizaron a su manera: el término influenza nace de la epidemia de 1702 en Milán, mientras que grippe data de 1742 y pudo surgir a partir del verbo gripper (coger) o ser una invención del médico Molyneaux. Vocablos aparte, hay ausencia de testimonios hasta el siglo XVI, a partir del cual comienzan a multiplicarse. En el XIX ya era una enfermedad específica, con cuadro clínico definido y tratamientos dispares como el de la quinina. Apenas diez años antes de que terminara ese siglo tuvo lugar la primera pandemia, que provocó la movilidad de los científicos: la bacteriología avanzó enormemente, con cambios en etiología y terapéutica que contribuyeron a descartar causas climáticas, por envenenamiento o por emanaciones telúricas. El médico alemán Richard Pfeiffer logró identificar y aislar, en 1892, el agente específico: el h. influenziae o bacilo de Pfeiffer.
Se plantó cara a la enfermedad con las medidas de control habituales de las epidemias, como el aislamiento, los controles sanitarios y la mejora de las condiciones higiénicas. No obstante, era palpable la carestía de medios técnicos. En nuestro país se hizo hincapié en las medidas profilácticas, así como en la dieta sana, el uso de desinfectantes y la exposición al sol.
Patología sin nacionalidad
Lo peor para nuestro país, sin embargo, estaba por venir. Al calor de las detonaciones de la I Guerra Mundial nació una nueva pandemia que, después de afectar a ambos bandos, llegaba a España. La noticia, silenciada hasta entonces por la censura militar, se expandió internacionalmente. Recibió el nombre de gripe española por las condiciones en que se desarrolló.
La medicina española fue incapaz de afrontar la pandemia de 1918
Hubo tres brotes principales: en la primavera y el otoño de 1918 y en la primavera de 1919, con especial incidencia en la población de entre 20 y 40 años. Pese a la gran confianza de la que disfrutaba por entonces la bacteriología, esta se vio incapaz de proporcionar un remedio adecuado. "La medicina española se encontró en una situación carente de unanimidad, agravada por la inmensa presión social que sufrían para encontrar un tratamiento específico; la sensación de fracaso fue total", afirma Porras Gallo, profesora de Historia de la Medicina en la Universidad de Castilla-La Mancha.
Los políticos tampoco lo pasaron mejor. La epidemia sirvió para poner de manifiesto las duras condiciones higiénicas y sanitarias en las que se vivía, convenientemente denunciadas por la prensa, que también sirvió a los médicos para dar cuenta de la evolución de la situación y difundir consejos. La ciencia fue incapaz de corroborar el bacilo de Pfeiffer o proporcionar otro agente, aunque instituciones como el Laboratorio Municipal de Madrid o el Instituto Provincial de Valencia desarrollaron vacunas experimentales, testadas en poblaciones enteras, puestas a disposición por el Gobierno. También se emplearon las sangrías y el suero antidiftérico, siguiendo el ejemplo de Francia.
Las muertes en nuestro país se cifran en unas 270.000, de un total mundial de entre 50 y 100 millones, la mayoría debidas a las complicaciones respiratorias. La batalla infecciosa sirvió para afrontar mejor las siguientes pandemias.
Smith, Andrews & Laidlaw lograron aislar el virus durante la gripe asiática (1937-38), con mucha menor mortalidad que la anterior. Tras la pandemia de finales de los años 50 se comenzó a trabajar con un protocolo específico para cada brote.
El siglo XX gripal finaliza con la creación de una red internacional de vigilancia, con el Reino Unido como país pionero, y con la amenaza de una nueva pandemia. Se estableció el modelo de un plan de contingencia, basado en los antirretrovirales y adoptado por muchos países.
Nuevo siglo, vieja gripe
Un sector joven y sano de la población de México fue el primero en dar visos de una nueva infección, de tipo A, en abril de 2009. La OMS declara el 12 de junio la primera pandemia desde el catastrófico caso de 1918.
La cifra de muertes en nuestro país se sitúa en torno a las 270.000
El tratamiento protocolizado se basó en el aislamiento, el uso de mascarillas, los antivirales y los antibióticos. Nació el temor a no disponer de dosis suficientes y a la evolución de la enfermedad, sobre todo por parte de países pobres o no productores del fármaco. Se dudó de la eficacia del mismo, se barajaron posibles intereses económicos y se cuestionó el nivel de seguridad de la cría extensiva de animales.
El resultado: nada que ver con su precedente. La gravedad fue mucho menor de la esperada, y también el número de vacunaciones. Se puso de relieve la dificultad de la puesta a punto y distribución del fármaco a tiempo, así como la necesidad de incrementar la aceptación del mismo. "Sería interesante un estudio de las Ciencias Sociales que intentara explicar qué lleva a la gente a aceptar una vacuna o a rechazarla, como se dio mayoritariamente en este último caso", destaca Porras Gallo. No obstante, hay que dejar pasar el tiempo para poder evaluar las distintas situaciones de la gripe, con sus factores económicos y sociales. Esta enfermedad infecciosa, de momento, no parece querer irse.
VIH, pandemia del nuevo siglo
Rafael Nájera puso el broche de oro al ciclo de conferencias con La pandemia del siglo XX y XXI. El Sida, mediante la que hizo un repaso por la historia de la tristemente célebre enfermedad, desde sus antecedentes milenarios hasta la expansión occidental en la segunda mitad del pasado siglo. Profesor Emérito de la Escuela Nacional de Sanidad, Nájera denunció la ausencia de unos registros actualizados de enfermos de VIH en España -los disponibles actualmente son de 2008- y señaló que, al margen de hipocresías y fundamentalismos, el mejor tratamiento sigue siendo la prevención.
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