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ESPAÑA
EN LA INDICACIÓN ADECUADA, LA TÉCNICA OBTIENE BUENOS RESULTADOS Y UNA RÁPIDA RECUPERACIÓN
La desarterialización hemorroidal transanal evita el dolor postoperatorio
El temido dolor del postoperatorio en el tratamiento quirúrgico de la hemorroide puede evitarse con ayuda de las nuevas técnicas. Una de ellas es la desarterialización guiada con Doppler y hemorroidopexia o TDH, que en las indicaciones adecuadas elimina los síntomas hemorroidales con el mínimo sufrimiento para el paciente.
Sonia Moreno - Viernes, 25 de Febrero de 2011 - Actualizado a las 00:00h.
"El tratamiento quirúrgico de las hemorroides no tiene por qué doler. Hay recursos para evitar el sufrimiento en determinados pacientes", dice rotundo Fernando Noguerales, del Servicio de Cirugía General del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, en Madrid. La desarterialización guiada con Doppler y hemorroidopexia, también conocida por las siglas TDH, es uno de ellos. Este procedimiento, a diferencia de otras técnicas de hemorroidectomía, y en especial del clásico abordaje de Milligan-Morgan, evita un doloroso postoperatorio, permitiendo la reincorporación de los pacientes a su ritmo normal de vida en un par de días.
Como reza su propio nombre, la hemorroidopexia consiste en fruncir el tejido mucoso de la región anorrectal, para evitar el prolapso de las hemorroides. En lugar de extirpar el tejido, la TDH guiada con Doppler liga el vaso hemorroidal afectado mediante unas suturas y elimina así el flujo sanguíneo; de esta forma se evita el sangrado, que, junto con el dolor, es uno de los síntomas que indican cirugía en la hemorroide. Después, los cirujanos introducen la mucosa de forma que la dejan dentro del ano, con una sutura continua.
La técnica permite reincorporarse a la vida laboral en menos de 48 horas, reduce el consumo de analgésicos y la estancia hospitalaria
No es un procedimiento nuevo: la primera experiencia la publicó en 1995 el grupo de Kazumasa Morinaga, del Hospital Saiseikai Karatsu, en Japón; posteriormente diferentes grupos de cirujanos la perfeccionaron y en la última década su uso se está extendiendo por centros de toda España.
El Hospital Príncipe de Asturias es uno de los hospitales que ha incorporado la técnica, con la que Noguerales, catedrático en la Universidad de Alcalá, acumula una experiencia de doscientos casos. "Los resultados que hemos obtenido son muy buenos", relata Noguerales, que ha presentado su experiencia en diversos foros, entre ellos el último Congreso Nacional de Coloproctología. "Ninguno de los enfermos ha vuelto a sangrar y el dolor ha sido muy soportable, pues no necesitaron tomar analgésicos más allá de los tres días".
Diversos estudios clínicos avalan la eficacia de la técnica, aunque hay controversia sobre si es preferible emplearla o no en el grado IV
Entre las ventajas de la técnica, al margen de la reducción del sufrimiento del paciente, destaca que la estancia hospitalaria se limita a horas y los enfermos "se marchan a su casa caminando y pueden reincorporarse al puesto de trabajo en 48 horas. Sólo he tenido un caso en el que se reprodujo un nódulo hemorroidal, que requirió una nueva intervención; por lo demás, los resultados son muy satisfactorios". Si se produce la reaparición de la hemorroide, la técnica permite reintervenir con el mismo u otro procedimiento. Por otro lado, "es una técnica más difícil de realizar, que requiere más tiempo que por ejemplo la de Milligan-Morgan".
Mejor, en grado II y III
No obstante, Noguerales matiza que, en su opinión, la TDH estaría indicada preferentemente en las hemorroides de grado II y III. Esta clasificación, la más extendida, atiende a la cantidad de mucosa prolapsada: el grado I define los casos más leves, sin indicación quirúrgica, y el IV, los más graves. "En mi experiencia, en las de grado IV no se logra la reducción completa, aunque hay cirujanos que la emplean también en las más graves".
Noguerales afirma que el procedimiento está ampliamente contrastado en la literatura y cita, entre las publicaciones más recientes que lo avalan, una revisión de Pasquale Giordano que incluye a 1.996 pacientes de diferentes estudios, en la revista Diseases on the Colon and Rectum, y que concluye que la técnica es una buena opción en las hemorroides de grado II y III. También en esa revista, en mayo de 2010, se publicó otra serie de 170 pacientes, acumulada por el equipo de Carlo Ratto, de la Universidad Católica de Roma, con similares hallazgos; otro trabajo, realizado por George Theodoropoulos, del Hospital General de Atenas, con 147 sujetos, obtenía buenos resultados en pacientes con hemorroides de grado III y IV, según se publicó el año pasado en Colorectal Diseases. Este mismo mes, Jean-Luc Faucheron, del Hospital Michallon, en Grenoble (Francia), publica un nuevo trabajo que avala la eficacia en las de grado IV. En España, Noguerales alude a la serie publicada en Cirugía Española en 2008, de Ramón Cantero, de 50 pacientes, en el Hospital Clínico de Madrid.
Seis puntos
A la izquierda, el cirujano Fernando Noguerales, durante una intervención con la técnica TDH en el Hospital Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares (Madrid). Arriba, a la izquierda, una imagen del instrumental necesario para realizar el procedimiento. Al lado, una hemorroide con los puntos donde se realiza la técnica: con el paciente en posición de litotomía, se efectúan seis puntos de sutura (siguiendo la esfera de un reloj, a la 1, 3, 5, 7, 9 y 11). La sutura se completa hasta la línea pectínea, una zona no inervada sensitivamente, lo que reduce el dolor del postoperatorio.
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