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ESPAÑA
acercamiento clínico a la enfermedad
Supervivencia mes a mes en cáncer cerebral
Las mejoras terapéuticas en tumores cerebrales no se traducen en grandes aumentos en supervivencia, pero la suma de cirugía, radioterapia y quimioterapia, unida a nuevas técnicas de imagen que precisan el diagnóstico, sigue ganando terreno al cáncer. Cirugía despierta, tomoterapia, inducción de plasticidad y receptores transmembrana son algunos de los términos que protagonizan el presente y futuro del abordaje del cáncer cerebral, según se ha comprobado en una jornada organizada por la Asociación de Afectados por Tumores Cerebrales en España (Asate).
José A. Plaza - Miércoles, 27 de Abril de 2011 - Actualizado a las 00:00h.
Rosa Morera (Hospital Ramón y Cajal), Alfonso Berrocal (Hospital General de Valencia), Juan Antonio Barcía y Pedro Pérez- Segura (Hospital Clínico de Madrid), y Miguel Gil (Instituto Catalán de Oncología), durante la jornada.
Como en la mayoría de patologías, y el cáncer es uno de los ejemplos paradigmáticos, uno de los primeros términos que surgen al hablar de tumores cerebrales es multidisciplinariedad. Según Pedro Pérez-Segura, del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, ésta es la base sobre la que debe asentarse el abordaje. En unas jornadas organizadas por la Asociación de Afectados por Tumores Cerebrales en España (Asate), en la que se ha repasado el acercamiento clínico a este tipo de cáncer, Alfonso Berrocal, del Hospital Universitario de Valencia, ha explicado la tremenda variabilidad de los síntomas que puede dificultar el diagnóstico.
Ya que es posible confundir las primeras manifestaciones clínicas de un tumor cerebral con múltiples patologías neurológicas, Berrocal recomienda que "cualquier alteración que se mantenga durante varios días sea estudiada por un especialista". Los síntomas focales y la hipertensión intracraneal son dos buenas piedras de toque para empezar a pensar en un posible tumor, un diagnóstico al que también se puede llegar a través de la existencia de crisis epilépticas, "de las que a veces, si son complejas, es muy difícil extraer un diagnóstico".
Receptores transmembrana (integrinas) y una vacuna contra el factor de crecimiento epitelial pueden aportar mejoras en los próximos años
Los tumores cerebrales se asocian a déficits neurológicos en diversas áreas. Si la zona afectada es el lóbulo frontal hay alteraciones de la personalidad; si se dan en el lóbulo parietal, quedan afectados los movimientos y sensibilidad; en el lóbulo temporal hay déficits de memoria; en el occipital, visión alterada; en el cerebelo, daños en coordinación y equilibrio; en el tronco encefálico, en los sistemas respiratorio y cardiovascular... Las posibilidades son múltiples.
Las pruebas de imagen son protagonistas en el diagnóstico, pero, "a pesar de la sospecha radiológica, toda planificación terapéutica depende de la biopsia", ha apuntado Berrocal.
Y Juan Antonio Barcía, del Clínico San Carlos, ha explicado que "las novedades terapéuticas casi nunca aportan mucha más supervivencia, pero sumar meses es importante".
Inducción de plasticidad
La cirugía aporta una gran selectividad en la eliminación de tumores cerebrales, y la recurrencia tras una extirpación del cien por cien del tumor "es casi nula". En este sentido, Barcía valora la resección guiada por fluorescencia con 5-ALA, que permite un 65 por ciento de resecciones frente al 35 por ciento de los medios tradicionales.
En su opinión, el camino actual más adecuado es la cirugía despierta con anestesia local, mientras que el futuro estará marcado por la inducción de la plasticidad: "Es posible desplazar regiones funcionales para que no se vean afectadas en la cirugía". En tumores de bajo grado, la estimulación magnética transcraneal permite, por ejemplo, mover la región responsable del lenguaje del hemisferio izquierdo al derecho.
Por su parte, Rosa Morera, del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, ha señalado que, junto a la cirugía, la radioterapia es la opción más curativa. En los últimos años la radioterapia estereotáxica, "precisa, pero no exacta", y la guiada por imagen, "que conjuga ambos adjetivos", ha dado un vuelco al abordaje. Según Morera, la tomoterapia, con la irradiación del neuroeje, es la mejor indicación en este tipo de cáncer.
Miguel Gil, del Instituto Catalán de Oncología, ha destacado en su intervención que la quimioterapia complementaria ha ayudado a reducir las cifras de mortalidad. Los números aún no son buenos (un 37 por ciento a los cinco años, con la temozolamida como fármaco estrella), pero biológicos como bevacizumab, "que aún debe demostrar la superioridad ante la quimioterapia", pueden ayudar a ganar meses de supervivencia.
Fármacos y vacunas
Ya que las primeras líneas suelen fracasar, las segundas opciones son vitales. La quimioterapia sistémica y la radioterapia estereotáxica tienen mucho que decir, y ensayos "como una fase III que analiza la combinación de radioterapia, temozolamida y bevacizumab" pueden aportar buenas noticias.
Entre los fármacos más prometedores se encuentran los receptores transmembrana (integrinas), y entre las posibles vacunas, la CDX-110, que actúa contra el factor de crecimiento epitelial. En los próximos años las combinaciones terapéuticas esperan conseguir mejoras como la lograda en meduloblastoma, donde la quimioterapia tras cirugía y radioterapia ha permitido que la supervivencia a cinco años suba hasta un 71 por ciento de casos.
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Afinar el diagnóstico para precisar la cirugía (2 de 2)
En la imagen se puede comprobar cómo parte del tejido tumoral de un cáncer cerebral asoma junto al cráneo de un paciente. (DM)
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