DERMATOLOGÍA | Pocas evidencias de la eficacia de la terapias
El acné, la asignatura pendiente
Ilustración de Luis S. Parejo
- Faltan estudios que validen la eficacia de las terapias y su combinación.
- Se trata de una enfermedad crónica con gran impacto en la calidad de vida.
- Defienden que la isotretinoína oral es el tratamiento más eficaz
Pese a ser uno de los problemas más comunes de la adolescencia y juventud y pese, también, a su gran impacto en la calidad de vida de quienes lo padecen, el acné no parece estar entre las prioridades de los científicos. Al menos esto es lo que se deduce de un nuevo artículo que denuncia la falta de evidencias científicas sólidas sobre qué tratamientos realmente funcionan y cómo.
Hywel Williams, del Centro Basado en la Evidencia Dermatológica, de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), Robert Dellavalle, de la Universidad de Colorado (EEUU) y Sarah Garner, del Centro Médico Tuffs en Boston, firman en el último 'The Lancet' un trabajo (basado en la revisión de los estudios publicados desde 1999 hasta junio de 2011) que profundiza tanto en las causas del acné, como en su manejo.
En declaraciones al ELMUNDO.es reconoce: "No sabemos mucho sobre cual de las muchas opciones de tratamiento disponibles es la mejor para el acné. Lo que conocemos es por estudios controlados con placebo, pero hay muy pocos que comparen unas terapias con otras, lo que ayudaría a los médicos a elegir la mejor opción para sus pacientes. En particular tenemos que saber más sobre cuando es el mejor momento de comenzar a tratar acné, cuánto tiempo debería ser usado, etcétera".
Un hecho, al que se suma, según sus palabras, "que la mayor parte de estos ensayos están realizados por la industria farmacéutica. Creemos que se necesita investigación más independiente".
Todo a pesar de que "un 64% de las personas entre 20 y 29 años y un 43% de los que tienen entre 30 y 39 tiene acné visible... Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de los folículos pilosebáceos, asociada a trastornos de queratinización y seborrea, que suele persistir durante varios años. Además de causar síntomas físicos como irritación, dolor y escozor genera un gran impacto psicológico. De hecho, varios estudios constatan su asociación con depresión, ansiedad, síntomas psicosomáticos, ideación suicida e inhibición social", destaca el estudio.
En él, se enumeran las distintas alternativas actuales que están a disposición de los pacientes.
Por consiguiente, insiste "aún las directrices recientes (incluyendo algunas de la Alianza Global para Mejorar Resultados en el Acné y de la Academia Americana de Dermatología) están basadas en la opinión de expertos. Esto es preocupante porque faltan pruebas para apoyar la práctica de estas recomendaciones y puede existir un potencial conflicto de interes".
El doctor Williams lo aclara: "No quiero decir que los conflictos de interés se traduzcan en que las directrices actuales están mal hechas, pero la ausencia de estudios comparativos y evidencias sólidas hace que las guías se realicen por muchos expertos, algunos de ellos más susceptibles a dichos conflictos".
A este hecho se suma "la preocupación ante el uso excesivo de antibióticos para tratar el acné, lo que puede conducir al desarrollo de resistencias a estos fármacos". Los autores aconsejan "restringir su empleo como tratamiento de mantenimiento a largo plazo". Concluyen, además, que se deberían realizar más investigaciones comparando la combinación de las terapias existentes".
Hywel Williams, del Centro Basado en la Evidencia Dermatológica, de la Universidad de Nottingham (Reino Unido), Robert Dellavalle, de la Universidad de Colorado (EEUU) y Sarah Garner, del Centro Médico Tuffs en Boston, firman en el último 'The Lancet' un trabajo (basado en la revisión de los estudios publicados desde 1999 hasta junio de 2011) que profundiza tanto en las causas del acné, como en su manejo.
En declaraciones al ELMUNDO.es reconoce: "No sabemos mucho sobre cual de las muchas opciones de tratamiento disponibles es la mejor para el acné. Lo que conocemos es por estudios controlados con placebo, pero hay muy pocos que comparen unas terapias con otras, lo que ayudaría a los médicos a elegir la mejor opción para sus pacientes. En particular tenemos que saber más sobre cuando es el mejor momento de comenzar a tratar acné, cuánto tiempo debería ser usado, etcétera".
Un hecho, al que se suma, según sus palabras, "que la mayor parte de estos ensayos están realizados por la industria farmacéutica. Creemos que se necesita investigación más independiente".
Todo a pesar de que "un 64% de las personas entre 20 y 29 años y un 43% de los que tienen entre 30 y 39 tiene acné visible... Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica de los folículos pilosebáceos, asociada a trastornos de queratinización y seborrea, que suele persistir durante varios años. Además de causar síntomas físicos como irritación, dolor y escozor genera un gran impacto psicológico. De hecho, varios estudios constatan su asociación con depresión, ansiedad, síntomas psicosomáticos, ideación suicida e inhibición social", destaca el estudio.
En él, se enumeran las distintas alternativas actuales que están a disposición de los pacientes.
- Higiene. "No hay evidencias de que el acné esté causado o se cure con la limpieza. Los jabones antibacterianos podrían beneficiar a los afectados de la forma leve de la enfermedad. Sin embargo, el lavado excesivo resta grasa a la piel lo que estimula un aumento de su producción", reza el informe.
- Consulta. Es importante que se invierta tiempo con los pacientes y se "disipen los mitos. Hay que explicarles que la mayoría de los tratamientos no curan, y que los que son más eficaces tardan meses en actuar, lo que puede facilitar la adhesión a la terapia", insisten los científicos. También es importante que los profesionales evalúen la pérdida de autoestima y la falta de confianza de sus pacientes y busquen indicios de depresión por si necesitaran ayuda psicológica.
- Peróxido de benzoilo. Es eficaz y seguro. Se trata de un producto tópico que se vende sin receta y que tiene distintos mecanismos de acción. Puede aplicarse sobre todas las áreas afectadas. Al igual que los antibióticos orales tiene efectos beneficiosos en el acné facial moderado. También resulta ventajoso en combinación con los antimicrobianos tópicos. "No obstante, se necesitan más trabajos que demuestren con qué otros productos combinados puede funcionar mejor", insisten los autores.
- Retinoides tópicos. Requieren prescripción médica. Actúan contra la queratinización y son antiinflamatorios, por lo que actúan tanto contra los comedones (espinillas), como en el acné inflamatorio. Todos provocan reacciones locales e incrementan la sensibilidad de la piel a la luz ultravioleta.
- Antibióticos tópicos. No está del todo claro cómo actúan, pero parece que 'atacan' directamente a la bacteria que lo causa 'Propionibacterium acnes', además de reducir la inflamación. Son menos eficaces que otros agentes contra las lesiones no inflamatorias. En el caso de acné grave, suelen usarse en combinación con otros productos como los mencionados anteriormente.
- Antibióticos orales. Están reservados para las formas más graves de la patología. No existen evidencias concluyentes de que un antibiótico sea mas eficaz que otro o que sea más efectivo que las preparaciones tópicas en el acné leve o moderado. Tampoco hay constatación de que dosis más elevadas sean mejores que las más bajas. Su uso ha sido cuestionado debido a que elevan el riesgo de aparición de bacterias resistentes, especialmente cuando se usan de forma prolongada a pequeñas dosis.
- Isotretinoína oral. Cuando se administra durante 20 semanas, es la medicación más efectiva contra el acné, ya que cura el 85% de los casos. Tiene algunos efectos adversos como piel seca, sangrado nasal o empeoramiento temporal de las lesiones. Las mujeres en edad fértil no deben consumirlo debido a sus efectos teratogénicos (defectos estructurales en el feto).
- Contraceptivos orales. Son una buena opción para las mujeres que necesiten terapias anticonceptivas y pueden usarse de forma combinada con otras terapias.
Por consiguiente, insiste "aún las directrices recientes (incluyendo algunas de la Alianza Global para Mejorar Resultados en el Acné y de la Academia Americana de Dermatología) están basadas en la opinión de expertos. Esto es preocupante porque faltan pruebas para apoyar la práctica de estas recomendaciones y puede existir un potencial conflicto de interes".
El doctor Williams lo aclara: "No quiero decir que los conflictos de interés se traduzcan en que las directrices actuales están mal hechas, pero la ausencia de estudios comparativos y evidencias sólidas hace que las guías se realicen por muchos expertos, algunos de ellos más susceptibles a dichos conflictos".
A este hecho se suma "la preocupación ante el uso excesivo de antibióticos para tratar el acné, lo que puede conducir al desarrollo de resistencias a estos fármacos". Los autores aconsejan "restringir su empleo como tratamiento de mantenimiento a largo plazo". Concluyen, además, que se deberían realizar más investigaciones comparando la combinación de las terapias existentes".
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