debe conocer qué favorece su aparición
La artrosis, la patología más frecuente entre exfutbolistas
La artrosis afecta a un 29 por ciento de los futbolistas de élite retirados. Según Julio de la Morena, de los Servicios Médicos del Real Madrid, "la sobrecarga de entrenamientos y la falta de recuperación tras una lesión provocan degeneraciones irreparables en el cartílago".
Ana del Castillo-Olivares | 03/04/2012 00:00
Julio de la Morena, médico especialista de Servicios Médicos del Real Madrid (DM)
La aparición de la artrosis responde a múltiples factores, entre ellos al aumento de la edad y a la obesidad. Pero cuando se trata de deportistas de élite la enfermedad suele deberse a otras causas. Las lesiones previas en las articulaciones o en el cartílago, las intervenciones quirúrgicas y la artritis postraumática hacen a los jugadores más propensos a padecerla. "La sobrecarga de entrenamientos y la falta de recuperación completa tras una lesión también provocan degeneraciones irreparables en el cartílago", según ha explicado Julio de la Morena, médico especialista en Medicina del Deporte de los Servicios Médicos Sanitas-Real Madrid. Pero no sólo los excesos musculares; los impactos bruscos que reciben en las rodillas y en los tobillos "también pueden provocar la ruptura del cartílago, aunque no es lo más normal".
- Si somos capaces de diagnosticar de una forma correcta la enfermedad, no tiene por qué afectar el rendimiento de los jugadores
El desarrollo de la enfermedad se produce de manera gradual y su aparición se manifiesta muy lentamente. El principal síntoma que puede revelar la existencia de la artrosis son pequeños dolores que aparecen después de realizar un entrenamiento o un ejercicio físico. "En las primeras fases el dolor aparece tras el ejercicio y mejora al descansar. Más adelante aparece al inicio de la actividad, por lo que el jugador descansa más a menudo que si no lo tuviera", prosigue De la Morena.
En estados más avanzados es común que aparezcan crisis inflamatorias con derrame articular y deformidades. Sin embargo, esta es una enfermedad que suele manifestarse a largo plazo y que afecta en mayor medida a futbolistas ya retirados, momento en el que "se hace más apreciable que tienen la enfermedad porque padecen de una atrofia muscular y cojean". Normalmente la patología no afecta a los jugadores en activo en alta competición "a no ser que el deportista haya sido operado del cruzado anterior de joven".
Además, los que sí desarrollan la enfermedad a edades más tempranas no ven ni su trabajo ni su rendimiento mermados por esta patología. Según explica De la Morena, "si somos capaces de diagnosticar de forma adecuada la enfermedad, hacer un buen seguimiento y usar un tratamiento correcto no tiene por qué afectarle". Es importante que los futbolistas conozcan cuáles son los estímulos o los gestos que favorecen la aparición de esta patología, y que sepan reconocer con inmediatez los síntomas que apuntan a su desarrollo. "Con un buen tratamiento y siendo ellos conscientes de su enfermedad, tratamos de que no les afecte".
Una acción muy frecuente en la alta competición es recurrir al uso reiterado de infiltraciones para poder jugar sin sentir dolor. Las sustancias con que se infiltran varían según el tipo de lesión y el motivo por el que se realizan. "Hay veces que hace falta quitar una inflamación y usamos corticoides, y otras veces empleamos un anestésico". El abuso de estas sustancias puede generar a largo plazo el desarrollo de la enfermedad. Otras veces, en deportistas que ya tienen una artrosis incipiente, "es posible infiltrarles con ácido hialurónico para favorecer la fricción entre los cartílagos".
Tratamiento
No existe ningún tratamiento que frene la degeneración del cartílago, y hasta ahora sólo se han desarrollado medicamentos paliativos. Lo primordial es que se frene lo más lentamente posible el avance de la enfermedad y, sobre todo, que no tenga dolor.
Si el jugador comienza a sentir dolor se le administra un tratamiento con antiinflamatorios, y más adelante "se prescriben fármacos que estimulen el cartílago o que disminuyan su deterioro, como el condroitin sulfato o la glucosamina, que reducen el dolor y mejoran la funcionalidad de la articulación".
Por otro lado, un tratamiento que está ganando cada vez más adeptos es el de la ozonoterapia, gracias a sus propiedades analgésicas a través de los neurotransmisores. El tratamiento quirúrgico es siempre el último recurso al que se recurre.
Sin embargo, no es posible aún hablar de curación de la artrosis ni de fármacos que frenen o reviertan la enfermedad. "Lo único que se puede hacer, y es lo que se hace, es ralentizar la degeneración", afirma De la Morena.
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