con ella se ancla a la pared celular bacteriana
Describen la proteína del virus bacteriófago T7
Un grupo de investigadores del Centro Nacional de Biotecnología, del CSIC, desvela hoy en PNAS la estructura de una proteína por la que los virus bacteriófagos se anclan a las bacterias.
Redacción | 29/05/2012 00:00
Carmela García Doval y Mark van Raaij, del Centro Nacional de Biotecnología. (CNB (CSIC).)
Una estrategia que se investiga para luchar contra el ataque bacteriano consiste en desarrollar virus bacteriófagos que puedan asumir la labor de los antibióticos. En esta línea trabaja el grupo de Mark van Raaij, del Laboratorio de Biología Estructural de Fibras Virales en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC, en Madrid.
En concreto, estos científicos estudian las proteínas que permiten a los virus fagos anclarse sobre la superficie de las bacterias. Estas proteínas son de un tipo fibroso, cuya arquitectura básica se define como trimérica y con un dominio N-terminal que las une al virus o fago, un dominio central largo y fino, y un dominio C-terminal más globular, para unirse a la célula hospedadora. Se trata de proteínas muy resistentes a la desnaturalización por calor o por detergentes.
- El grupo del CNB trabaja en la idea de que mutaciones puntuales desarrollan una gran variedad de fagos, utilizables de forma generalizada
Cada fago se adhiere de forma muy específica a una especie concreta de bacteria, por lo que en principio estos virus nunca podrían usarse de forma generalizada. Por ello, y como parte de un proyecto financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates, el laboratorio de Van Raaij trabaja sobre la idea de crear mediante mutaciones puntuales una gran variedad de bacteriófagos que puedan ser utilizados contra el tipo de bacteria que se desee. Su primer paso ha sido estudiar el mecanismo exacto por el que los fagos se colocan sobre la bacteria y se anclan a su membrana justo antes de empezar a destruirla.
Cristalografía de rayos X
Analizando con precisión la estructura de las fibras mediante las que el bacteriófago T7 se une a las bacterias, Carmela García Doval y Mark van Raaij han comprobado que están formadas por tres unidades de una misma proteína. Mediante cristalografía de rayos X han determinado la existencia de un área justo antes de la zona que se une a las bacterias que dota a estas fibras de flexibilidad. Es una flexibilidad que parece ser importante para que el virus se ancle correctamente a la pared bacteriana.
Gracias a la alta resolución de los datos obtenidos, han podido localizar con precisión las zonas concretas a través de las cuales se produce la unión entre el fago y la bacteria. Estos datos corroboran lo que venían indicando estudios previos de los aminoácidos que forman estas proteínas. Ahora, el laboratorio de Van Raaij en el CNB pretende generar bacteriófagos que contengan mutaciones aleatorias en las zonas que determinan su unión a las bacterias.
Con los miles de mutantes que planean obtener, tendrán que ir analizando la especificidad con la que se unen a las diferentes bacterias. Una vez que hayan detectado los mutantes que eliminan específicamente a las bacterias patógenas que les interesen, se producirán en grandes cantidades para ensayar su uso como posible tratamiento.
(PNAS; Doi: 10.1073/ pnas.1119719109).
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