CANADÁ | Diversas patologías
Si lo recomiendan, no conduzcas
Accidente. | Manuel Brágimo
- Las advertencias de los médicos sobres la enfermedad son cruciales
- Aconsejar de los peligros y de los efectos secundarios de los tratamientos
- A su vez, estas advertencias pueden desencadenar en trastornos de ánimo
¿Diabético? ¿Con crisis epilépticas? ¿Desórdenes del sueño? Si ha sido diagnosticado con alguna de estas enfermedades, lo más normal es que esté acostumbrado a utilizar el transporte público antes que un coche o moto particular.
Pero a veces, las prisas o el 'hoy me siento bien' hacen que se sobreestimen las habilidades, por ejemplo, con el volante. Investigadores canadienses de la Universidad de Toronto explican en las páginas del 'New England Journal of Medicine' que para evitar probables y futuras visitas a urgencias producto de accidentes de tráfico, las advertencias de los médicos sobre la enfermedad y los tratamientos juegan un papel crucial.
Analizando el año después de estas advertencias, los accidentes habían bajado a 273, "lo que representa una reducción de aproximadamente el 45% en la tasa anual por cada 1.000 pacientes", asegura el doctor Donald A. Redelmeier, principal autor del estudio.
"Constatamos que las advertencias de los médicos a los conductores no aptos se asocia con una reducción potencial en el riesgo de sufrir accidentes de tráfico que requieran visitas a emergencias", indican. "Tal disminución fue inmediata, sustancial y sostenida como para tener en cuenta la importancia del médico en evitar estos hechos", señala Redelmeier.
Sin embargo, para Julio Zarco, médico de familia y secretario del Observatorio de la Adherencia al Tratamiento, "en España esta disyuntiva no existe entre los médicos de familia, que son los que atienden más directamente a este tipo de pacientes con patologías crónicas como la diabetes u otras", asegura a ELMUNDO.es.
Para el doctor Zarco, "la diferencia que plantea este estudio entre España y Canadá es evidente. Aquí intentamos concienciar a los pacientes de los peligros ya no sólo asociados a su enfermedad, sino también de los efectos secundarios de los tratamientos, y más si son varios, por lo que no existe ese pudor para llamar a las cosas por su nombre", remarca.
"Todas estas enfermedades están protocolizadas en cuanto a los consejos que debemos dar a los que las sufren. Quizá el mayor contratiempo es que en los protocolos no se recogen todos los casos, como la de conducir para estos pacientes. Pero también es cierto que en estos casos las organizaciones médicas se preocupan en hacer que los médicos sepan de la importancia que ciertos medicamentos o las patologías tienen para sus habilidades, por lo que así podemos dar un toque de atención a todos ellos cuando van a consulta. Así, podemos explicar a un epiléptico que tiene un problema neurológico que le afecta a sus reacciones o que un diabético mal tratado puede sufrir hipoglucemia que le lleve a padecer desde mareos a pérdida de memoria o desorientación. En todos ellos las facultades se ven mermadas", explica.
Así, para este especialista, "el posible shock que sufra el paciente es algo que no anteponemos a algo tan serio como un accidente de tráfico. Lo hacemos con delicadeza y la mayor información posible, pero los riesgos existen y los tienen que saber, creemos que es parte de la buena atención y el respeto", asegura.
Pero a veces, las prisas o el 'hoy me siento bien' hacen que se sobreestimen las habilidades, por ejemplo, con el volante. Investigadores canadienses de la Universidad de Toronto explican en las páginas del 'New England Journal of Medicine' que para evitar probables y futuras visitas a urgencias producto de accidentes de tráfico, las advertencias de los médicos sobre la enfermedad y los tratamientos juegan un papel crucial.
Accidentes vs. traumas
En su investigación, los autores identificaron 100.075 pacientes, con una media de edad de 60 años, los cuales sufrían alguna o varias de las 20 patologías más típicas que pueden afectar a la atención y al sistema de alerta humano: desde diabetes mal tratada, hasta episodios epilépticos, mareos, depresión, o desórdenes del sueño. "Observamos que en un periodo de tres años antes de recibir esta llamada de atención por sus médicos, estos pacientes tuvieron 1.430 accidentes de tráfico con el denominador común de que en todos, eran ellos los conductores y tuvieron que ir a urgencias", señala.Analizando el año después de estas advertencias, los accidentes habían bajado a 273, "lo que representa una reducción de aproximadamente el 45% en la tasa anual por cada 1.000 pacientes", asegura el doctor Donald A. Redelmeier, principal autor del estudio.
"Constatamos que las advertencias de los médicos a los conductores no aptos se asocia con una reducción potencial en el riesgo de sufrir accidentes de tráfico que requieran visitas a emergencias", indican. "Tal disminución fue inmediata, sustancial y sostenida como para tener en cuenta la importancia del médico en evitar estos hechos", señala Redelmeier.
El consejo del médico
¿Y qué tienen que hacer ellos? "A la vez hemos comprobado que hay un riesgo para estos pacientes de que aumenten los trastornos en su estado de ánimo, sobre todo depresión, cuando se incide especialmente en que su enfermedad les imposibilita más que a una persona sana para hacer ciertas tareas. Aquí se plantea un conflicto ético para los médicos que tratan de optimizar la salud de los pacientes respetando sus formas de vida lo máximo posible y evitando que la relación médico-paciente se vea excesivamente comprometida por demasiados miedos exagerados", afirman. "Además, las alertas excesivas pueden llevar a un estado de alarma sobredimensionado para los pacientes que les perjudiquen", explica.Sin embargo, para Julio Zarco, médico de familia y secretario del Observatorio de la Adherencia al Tratamiento, "en España esta disyuntiva no existe entre los médicos de familia, que son los que atienden más directamente a este tipo de pacientes con patologías crónicas como la diabetes u otras", asegura a ELMUNDO.es.
Para el doctor Zarco, "la diferencia que plantea este estudio entre España y Canadá es evidente. Aquí intentamos concienciar a los pacientes de los peligros ya no sólo asociados a su enfermedad, sino también de los efectos secundarios de los tratamientos, y más si son varios, por lo que no existe ese pudor para llamar a las cosas por su nombre", remarca.
"Todas estas enfermedades están protocolizadas en cuanto a los consejos que debemos dar a los que las sufren. Quizá el mayor contratiempo es que en los protocolos no se recogen todos los casos, como la de conducir para estos pacientes. Pero también es cierto que en estos casos las organizaciones médicas se preocupan en hacer que los médicos sepan de la importancia que ciertos medicamentos o las patologías tienen para sus habilidades, por lo que así podemos dar un toque de atención a todos ellos cuando van a consulta. Así, podemos explicar a un epiléptico que tiene un problema neurológico que le afecta a sus reacciones o que un diabético mal tratado puede sufrir hipoglucemia que le lleve a padecer desde mareos a pérdida de memoria o desorientación. En todos ellos las facultades se ven mermadas", explica.
Así, para este especialista, "el posible shock que sufra el paciente es algo que no anteponemos a algo tan serio como un accidente de tráfico. Lo hacemos con delicadeza y la mayor información posible, pero los riesgos existen y los tienen que saber, creemos que es parte de la buena atención y el respeto", asegura.
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