Estrategias para reducir el peso
El sabor y la textura de los alimentos altera la sensación de saciedad independientemente del número de calorías
El sabor y la textura de los alimentos influyen en la sensación de saciedad de las personas, según una investigación que se publica en BioMed Central.
DM. Madrid | 31/10/2012 00:00
Los alimentos bajos en calorías pueden ayudar a perder peso. Sin embargo, no dejan en las personas la sensación de estar saciadas y, por lo tanto, pueden tener el efecto contrario haciéndoles comer más, porque el organismo espera obtener más calorías.
El estudio, realizado desde de la Universidad de Sussex, se ha basado en un experimento mediante el cual añadieron un espesante a los alimentos bajos en calorías, que aumentaba su grosor, la sensación de espesor y cremosidad y, con ello, la saciedad de las personas que lo probaron.
"El hambre y la saciedad son cuestiones difíciles de resolver pues no sólo dependen del número de calorías que contenga un alimento, sino del efecto que provoque en la boca. En nuestro estudio, tanto el sabor cremoso como la textura influyeron para que el hambre se satisfaciera. Esto puede deberse a que la textura gruesa es una característica que asociamos con comidas saciantes. Los consumidores son sensibles a los cambios, por sutiles que éstos sean, que registran en los sabores. De esta forma, la textura gruesa y el sabor cremoso pueden ser manipulados para realzar las expectativas de saciedad sin tener en cuenta calorías", ha dicho Keri McCrickerd, director de la investigación.
El estudio, realizado desde de la Universidad de Sussex, se ha basado en un experimento mediante el cual añadieron un espesante a los alimentos bajos en calorías, que aumentaba su grosor, la sensación de espesor y cremosidad y, con ello, la saciedad de las personas que lo probaron.
"El hambre y la saciedad son cuestiones difíciles de resolver pues no sólo dependen del número de calorías que contenga un alimento, sino del efecto que provoque en la boca. En nuestro estudio, tanto el sabor cremoso como la textura influyeron para que el hambre se satisfaciera. Esto puede deberse a que la textura gruesa es una característica que asociamos con comidas saciantes. Los consumidores son sensibles a los cambios, por sutiles que éstos sean, que registran en los sabores. De esta forma, la textura gruesa y el sabor cremoso pueden ser manipulados para realzar las expectativas de saciedad sin tener en cuenta calorías", ha dicho Keri McCrickerd, director de la investigación.
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