La importancia de cuidar las venas de los brazos
Los enfermos renales piden que se controlen los análisis para preservar los vasos para la diálisis
El País Madrid 25 FEB 2013 - 16:37 CET
Para un enfermo renal, la diálisis es el antepenúltimo paso. Luego solo queda el trasplante. Y una cuestión clave para el correcto funcionamiento de este tratamiento es que las venas y arterias del paciente, la puerta de salida de la sangre sucia y la de entrada de la limpia estén en el mejor estado posible. Un manifiesto presentado al respecto durante las VIII Jornadas de Acceso Vascular y Diálisis insiste en la necesidad de elegir muy bien dónde se pincha al paciente para evitar complicaciones.
“El acceso vascular o fístula de diálisis, consiste en la creación, por parte del cirujano, de una unión entre una arteria y una vena del antebrazo o del brazo del paciente. Esta fístula se punciona con dos agujas que se conectan a la máquina de diálisis y reciclan la sangre del paciente. Podemos afirmar que la fístula de diálisis es la vida del paciente, y que sin la fístula o con una fístula en mal estado, la calidad de vida del paciente se resiente o, incluso, peligra”, afirma el manifiesto, titulado La vida en tus manos. El nombre apunta ya a la solución: que a estas personas los análisis y otras pruebas se les hagan usando las venas de las manos en vez de las de brazos y antebrazos. Así se preservan estas para las fístulas, que son fundamentales.
“La enfermedad renal crónica es la epidemia del siglo XXI: Una de cada 10 personas va a acabar con insuficiencia renal. Y no lo sabe. La población mundial con enfermedad renal crónica se va a duplicar en 10 años. Este es el hecho. Es, por lo tanto, muy importante que las autoridades sanitarias tomen conciencia de la gravedad del asunto e inviertan medios materiales y humanos en afrontar este reto sanitario”, concluye el texto, que firman Marek Rawa, cirujano; Richard Shonfeld, radiólogo vascular; Luc Turmel, radiólogo vascular; Garcia Medina, radiólogo vascular; Xavier de Brito, radiólogo y Nicola Prozzi, nefrólogo.
“La enfermedad renal crónica es la epidemia del siglo XXI: Una de cada 10 personas va a acabar con insuficiencia renal. Y no lo sabe. La población mundial con enfermedad renal crónica se va a duplicar en 10 años. Este es el hecho. Es, por lo tanto, muy importante que las autoridades sanitarias tomen conciencia de la gravedad del asunto e inviertan medios materiales y humanos en afrontar este reto sanitario”, concluye el texto, que firman Marek Rawa, cirujano; Richard Shonfeld, radiólogo vascular; Luc Turmel, radiólogo vascular; Garcia Medina, radiólogo vascular; Xavier de Brito, radiólogo y Nicola Prozzi, nefrólogo.
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