ESTUDIO | Sólo en países pobres
Dejad que los niños engorden (hasta los dos años)
Evitar la malnutrición es básico en los países en vías de desarrollo. | TVE | EL MUNDO
- Los resultados no son extrapolables a los países desarrollados
- Después, una ganancia de peso rápida aumenta el riesgo de obesidad
Si evitar la malnutrición es básico en los países en vías de desarrollo, ni todos los métodos son válidos para que los niños engorden ni, sobre todo, se pueden aplicar a las mismas edades. Un estudio recién publicado en 'The Lancet' afirma que un mayor peso al nacer y una rápida ganancia del mismo sólo en los dos primeros años de vida del niño podrían protegerle de ciertas enfermedades crónicas en la edad adulta, así como mejorar sus niveles de escolarización, al contribuir a un mayor crecimiento en altura.
Pero ¡cuidado!, esta vía libre a engordar sólo es válida hasta que el niño cumple los dos años. A partir de ese momento, una ganancia de peso rápida sólo implica lo que dicta la lógica: un mayor riesgo de obesidad y, por lo tanto, de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.
El trabajo, financiado por las asociaciones sin ánimo de lucro Wellcome Trust y la Fundación Bill & Melinda Gates desafía, según la principal autora –Linda Adair, de la Gillings School of Global Public Health de la University of North Carolina (EEUU)– algunos de los programas que se llevan a cabo en alimentación infantil en los países en vías de desarrollo. "Los programas tradicionales que se centran en incrementar el índice de masa corporal pero tienen poco efecto en la altura podría estar haciendo más daño que bien en términos de la futura salud de los niños", señala en un comunicado de prensa.
Sin embargo, la especialista advierte de que este resultado no se puede extrapolar a los países ricos. "En los países desarrollados, la promoción del crecimiento rápido para asegurar la supervivencia no es el principal desafío, ya que la mayoría de los niños alcanzarán su potencial de crecimiento", comenta por correo electrónico a ELMUNDO.es.
Además, la relación que apunta el estudio entre crecimiento y asistencia a la escuela no tiene sentido en los países ricos, en los que los niños tienen "prácticamente garantizada" su escolarización hasta la enseñanza secundaria.
Sin embargo, sí se pueden extraer lecciones aplicables a países más ricos. "La ganancia excesiva de peso en relación a la altura después de los dos años es un importante factor de riesgo para la obesidad, el aumento de la presión arterial y la prediabetes… en todos los escenarios", apunta la investigadora.
Los autores obtuvieron datos de 8.362 adultos de cinco cohortes de Brasil, Guatemala, Filipinas, India y Suráfrica e identificaron el peso y la estatura al nacer, los mismos datos a los dos, cuatro y ocho años. A continuación, analizaron la información para compararla con los factores de riesgo cardiovascular en la edad adulta.
Tener un mayor peso al nacer y haber experimentado un crecimiento lineal (proporcionado con el peso) hasta los dos años se asoció a un menor riesgo de ser 'bajito' en la edad adulta, a una mayor atención a la escuela y a cierta protección cardiovascular.
Sin embargo, los niños que ganaban más peso de lo esperado según su altura después de los dos años tenían mayores tasas de presión sanguínea elevada, niveles de grasa corporal y concentraciones del glucosa en plasma.
"Se han de desarrollar nuevas intervenciones que promuevan el crecimiento lineal en lugar de la ganancia de peso per se", concluyen los autores, que sugieren medidas como la promoción de la leche materna, la administración de proteína animal o micronutrientes, siempre tras una investigación previa.
Pero ¡cuidado!, esta vía libre a engordar sólo es válida hasta que el niño cumple los dos años. A partir de ese momento, una ganancia de peso rápida sólo implica lo que dicta la lógica: un mayor riesgo de obesidad y, por lo tanto, de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta.
El trabajo, financiado por las asociaciones sin ánimo de lucro Wellcome Trust y la Fundación Bill & Melinda Gates desafía, según la principal autora –Linda Adair, de la Gillings School of Global Public Health de la University of North Carolina (EEUU)– algunos de los programas que se llevan a cabo en alimentación infantil en los países en vías de desarrollo. "Los programas tradicionales que se centran en incrementar el índice de masa corporal pero tienen poco efecto en la altura podría estar haciendo más daño que bien en términos de la futura salud de los niños", señala en un comunicado de prensa.
Sin embargo, la especialista advierte de que este resultado no se puede extrapolar a los países ricos. "En los países desarrollados, la promoción del crecimiento rápido para asegurar la supervivencia no es el principal desafío, ya que la mayoría de los niños alcanzarán su potencial de crecimiento", comenta por correo electrónico a ELMUNDO.es.
Además, la relación que apunta el estudio entre crecimiento y asistencia a la escuela no tiene sentido en los países ricos, en los que los niños tienen "prácticamente garantizada" su escolarización hasta la enseñanza secundaria.
Sin embargo, sí se pueden extraer lecciones aplicables a países más ricos. "La ganancia excesiva de peso en relación a la altura después de los dos años es un importante factor de riesgo para la obesidad, el aumento de la presión arterial y la prediabetes… en todos los escenarios", apunta la investigadora.
Los autores obtuvieron datos de 8.362 adultos de cinco cohortes de Brasil, Guatemala, Filipinas, India y Suráfrica e identificaron el peso y la estatura al nacer, los mismos datos a los dos, cuatro y ocho años. A continuación, analizaron la información para compararla con los factores de riesgo cardiovascular en la edad adulta.
Tener un mayor peso al nacer y haber experimentado un crecimiento lineal (proporcionado con el peso) hasta los dos años se asoció a un menor riesgo de ser 'bajito' en la edad adulta, a una mayor atención a la escuela y a cierta protección cardiovascular.
Sin embargo, los niños que ganaban más peso de lo esperado según su altura después de los dos años tenían mayores tasas de presión sanguínea elevada, niveles de grasa corporal y concentraciones del glucosa en plasma.
"Se han de desarrollar nuevas intervenciones que promuevan el crecimiento lineal en lugar de la ganancia de peso per se", concluyen los autores, que sugieren medidas como la promoción de la leche materna, la administración de proteína animal o micronutrientes, siempre tras una investigación previa.
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