CONSUMO Proyecto LABELFISH para detectar el fraude en el etiquetado
Entre el 2% y el 18% de productos elaborados con pescado en España están mal etiquetados
Productos tomados como referencia para llevar a cabo el estudio. SINC
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del Grupo de Bioquímica de los Alimentos del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), coordina desde Galicia el proyecto LABELFISH que aborda y busca soluciones a uno de los principales problemas para los consumidores: el fraude en el etiquetado de productos de pesca elaborados.
LABELFISH se centra en el análisis de diversos productos de pesca entre los que destacan aquellos elaborados a partir de atún, bacalao y anchoa. Asimismo, tiene un coste total de 1,9 millones de euros, siendo 1,2 millones de euros financiados por el Programa Europeo de Cooperación Transnacional del Espacio Atlántico, y participan en él seis países: España, Francia, Irlanda, Portugal, Reino Unido y Alemania.
"Desde 2005 la trazabilidad de los productos de la pesca es obligatoria en la UE, lo que implica disponer de información del origen y las materias primas que se utilizan en su elaboración y tener capacidad para traspasarla de manera eficaz a los siguientes eslabones de la cadena de producción hasta llegar al consumidor", explica Carmen González Sotelo, investigadora científica del CSIC y coordinadora del proyecto.
Comenzaron a trabajar en ello en 2012 y ya han conseguido los primeros datos acerca del fraude en el etiquetado de productos marinos elaborados en Europa y han avanzado en la estandarización de las técnicas.
"Muestreamos productos elaborados con atún, bacalao y anchoa, ycomercializados en 17 ciudades europeas -entre ellas, Vigo y Santiago de Compostela- para determinar si se está cumpliendo la ley en materia de trazabilidad", explica González.
El porcentaje de etiquetado erróneo obtenido se sitúa entre el 2 y el 18% en Reino Unido, Irlanda y España. En concreto, en nuestro país el mayor error se encuentra en productos elaborados con atún (25% en atún fresco/congelado y 12% en conservas) y en semiconservas de anchoa (12%), mientras que en los elaborados de bacalao seco salado en el 6,5 %. La investigadora valora, sin embargo, una mejora en el nivel de corrección en el etiquetado si se comparan con datos de hace diez años.
La normativa de etiquetado de los productos pesqueros establece criterios claros con los que evitar posibles fraudes con especies similares pero de diferente valor comercial. Por ejemplo, se puede creer que se está comprando un producto elaborado con merluza de las costas gallegas (Merluccius merluccius) cuando realmente se trata de merluza de otros países como, por ejemplo, Sudáfrica (Merluccius capensis).
"Esto no implica que la calidad sea menor, eso dependerá de las características intrínsecas del producto, del tratamiento de conservación aplicado y de las preferencias del consumidor, pero síha de ajustarse la información que ofrecen las etiquetas a la realidad para que los consumidores podamos ejercer nuestro derecho de elección con información fiable. Lamentablemente, no siempre se cumple la legislación sobre el etiquetado de especies marinas comerciales", advierte González.
En este contexto, doce entidades del Espacio Atlántico, tanto del ámbito de la investigación como de la administración, se han unido en LABELFISH bajo la coordinación del CSIC para crear el embrión de una futura red temática de instituciones expertas de referencia que aborde y aporte soluciones al etiquetado erróneo de los alimentos del mar y garantice la confianza en los productos europeos.
El precio y la marca lo más valorado
El equipo del CSIC, en colaboración con Domingo Calvo Dopico, del Departamento de Análisis Económico y ADE de la Facultad de Economía y Empresa (Universidad de Coruña), está realizando además una investigación de mercado en España, en la que se incluyen zonas geográficas del área atlántica, cuyo objetivo es investigar la importancia del etiquetado para el consumidor.
Los primeros resultados apuntan que aspectos que más destacan son el precio y la marca, a lo que se debería incluir la apariencia física y textura del producto, lo que cobra más importancia en las categorías de pescado fresco y congelado.
"Los consumidores están demandando progresivamente más garantías de calidad, puesto que en bastantes ocasiones no tienen la capacidad suficiente para reconocer qué tipo de pescado están comprando (p.ej. maruca o bacalao; juliana o rape), o cuál es su procedencia u origen. Por ello, es necesario de proporcionarles información sobre los aspectos más importantes del producto y potenciar los mecanismos de control a lo largo de la cadena de extracción o producción, transformación, distribución y venta de los productos de pesca u origen marino. Esto redundaría en un etiquetado mucho más correcto y fiable para el consumidor final y, adicionalmente, en asegurar y garantizar las propiedades de los productos de pesca", explica Domingo Calvo.
Etiquetado más correcto y fiable
Ante estos resultados, los socios de LABELFISH consideran fundamental potenciar los mecanismos de control a lo largo de la cadena de extracción o producción, transformación, distribución y venta de los productos de pesca u origen marino y para ello es preciso aportar metodologías sencillas, rápidas y con un coste adecuado.
"Tenemos que conseguir un etiquetado mucho más correcto y fiable para el consumidor final. Para ello, contamos con los programas de trazabilidad, que pueden asegurar y garantizar las propiedades de los productos de pesca, y con las metodologías de identificación y autentificación de especies marinas comerciales", concluye González.
A través de este proyecto se pretende crear red de instituciones expertas que agrupe a los seis países y que llegue a ser una red temática de referencia de referencia en la autenticidad en productos de la pesca.
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