jueves, 29 de enero de 2015

Entre el 10 y el 20% de las roturas del ligamento cruzado anterior no se recuperan

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XIV Curso Internacional Teórico-Práctico de Patología de Rodilla

Entre el 10 y el 20% de las roturas del ligamento cruzado anterior no se recuperan

 

·          La rotura del LCA es una lesión muy frecuente en el mundo del deporte que puede provocar fallos posteriores repetidos en la rodilla 

·        Los factores psicológicos, las lesiones asociadas y la experiencia del cirujano, claves en la recuperación total de la rodilla

Madrid, 29 de enero de 2015. Entre el 10 y el 20% de las roturas del ligamento cruzado anterior (LCA) no se recuperan y generan inestabilidad en la rodilla, lo que puede provocar fallos repetidos de la articulación y otras lesiones, según los expertos reunidos en el XIV Curso Internacional Teórico-Práctico de Patología de Rodilla. El curso, organizado por la Fundación Dr. Pedro Guillén del 29 al 31 de enero, reúne a algunos de los mejores especialistas del mundo en rodilla. “El ligamento cruzado anterior se rompe muy fácilmente pero es muy difícil de reparar, su reconstrucción requiere un conocimiento amplio de la técnica para no dejar secuelas”, señala el doctor Vicente Concejero, jefe de la Unidad de Rodilla de la Clínica CEMTRO. En Clínica CEMTRO han tratado 1.081 lesiones del LCA durante el año pasado.

Alrededor de un 24% de las personas que se someten a cirugía del LCA en EEUU sufren de nuevo un desgarro después de la misma, según un estudio publicado este mes en la revista Journal of Sport Rehabilitation“En sentido estricto, este tipo de lesiones no se pueden curar al 100% lo que puede provocar fallos repetidos en la articulación y, por tanto, otro tipo de lesiones de tipo meniscal o del cartílago”, apunta el doctor Concejero. El éxito de la recuperación de una rotura de LCA dependerá, en primer lugar, de un buen diagnóstico pero, sobre todo, “de una correcta aplicación de la técnica, así, podemos llegar a curar entre el 85 y el 90% de los casos”, asegura.

“Es importante que el especialista no trate la lesión del LCA como algo aislado, pues las lesiones de ligamento cruzado llevan con mucha frecuencia otras lesiones asociadas,  y que se estudie bien la rodilla del paciente, con su historial clínico, una exploración completa y con una resonancia magnética de alta precisión”, indica el doctor Concejero. A partir de ahí, se decidirá si procede o no realizar una intervención pues, “no todos los casos son susceptibles de cirugía”, añade. En caso de decidirse por esta opción, la operación se realiza, por lo general, por artroscopia mediante la cual “sustituimos el ligamento cruzado anterior afectado por un tendón, que puede ser del propio paciente, y que, con el tiempo, realizará la función del ligamento desgarrado, estabilizando la articulación”, explica.

Una vez realizada la cirugía, la rehabilitación pasa por cuatro fases. La primera es la de la desaparición de la inflamación articular. En segundo lugar, la ganancia de movilidad, seguida de la potenciación de la musculatura y, por último, la preparación para la vuelta a la actividad deportiva. “Lo habitual es que, como mínimo, la rehabilitación dure unos seis meses hasta que el deportista pueda volver a practicar deporte de manera normal, pero incluso en la élite puede prolongarse hasta un año”, argumenta el doctor Concejero.

Un metaanálisis con informes de 7.556 pacientes publicado en noviembre  en British Journal of Sports Medicine comprobó cómo el 80% de los pacientes deportistas vuelven a hacer algún deporte y el 65% vuelven a su actividad deportiva habitual con la misma intensidad que previamente. Además, el 55%  regresa con nivel competitivo después de la cirugía. Otra investigación publicada en el último número de The American Journal of Sports Medicine permitió concluir, tras analizar a 122 atletas con rotura del LCA, que solo dos de cada cinco volvieron a jugar al mismo nivel que antes de la lesión dos años después de la intervención.

Sin embargo, como dice el profesor Pedro Guillén, organizador del curso, estos datos no indican que la rodilla quede dañada mecánicamente. Hay muchos otros factores que determinan que el jugador pueda volver a niveles competitivos previos, y uno de los más importantes es la recuperación psicológica, “tras la rotura del ligamento el deportista tarda más en perder el miedo a rompérselo de nuevo que a curarse”, dice citando algunos estudios que destacan la importancia de la kinesiofobia (miedo al movimiento) en la recuperación de la actividad deportiva. “La curación física de la rodilla depende, en gran parte, del tipo de lesión y del daño que haya en otras estructuras de la rodilla. Pero en manos de un cirujano experimentado y sin lesiones asociadas, la curación llega al 90-95% tras la operación“, afirma el profesor. Sin embargo, añade, “la recuperación de la actividad deportiva depende, además, de la rehabilitación posterior que se haga, y de la fortaleza y tesón del deportista”.

Una de las complicaciones más importantes que puede darse tras una rotura de LCA o de menisco es la lesión del cartílago,  como consecuencia de microtraumatismos de repetición. “En estos casos la curación no es fácil y, con el tiempo, puede ser necesaria una prótesis de rodilla. Solo en pacientes jóvenes y en lesiones de pequeño o mediano tamaño se puede realizar la técnica de implante de condrocitos autólogos, que puede curar la lesión”, expresa el doctor Concejero. La Clínica CEMTRO dispone de la única sala de España de cultivo de células del cartílago para su posterior implante.

Lesión frecuente en fútbol y esquí
Los deportes en los que es más frecuente que se produzca una lesión del LCA son el fútbol y el esquí, así como el rugby o el balonmano. “Afecta sobre todo a aquellos deportes de contacto con cambios bruscos de dirección o giros ya que este ligamento es el responsable de retener la rodilla durante la frenada, actúa en esos cambios de dirección y en la recepción del salto”, comenta el doctor Tomás Fernández Jaén, jefe de la Unidad de Medicina del Deporte de la Clínica CEMTRO. En la mayor parte de los casos, apunta este especialista, se rompe sin que exista contacto directo sobre la rodilla.

En cuanto a la prevención de este tipo de lesiones, “es muy difícil porque es un ligamento que se rompe muy fácilmente y rápido, en milésimas de segundo, pero siempre es importante tener en cuenta un calzado deportivo adecuado, el estado del terreno de juego y, sobre todo, llevar a cabo un entrenamiento y una musculación acordes con el deporte que se practica”, concluye. 

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