TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO Y PSICOSOCIAL
Esquizofrenia: el tiempo sin terapia varía el pronóstico
Cuanto más tiempo está un enfermo esquizofrénico sin tratamiento, peor es su pronóstico a medio y largo plazo.
Ángeles Gómez. Madrid | dmredaccion@diariomedico.com | 28/04/2015 16:54
Mary Baker, consultora de la Organización Mundial de la Salud. (José Luis Pindado)
VISTA:
Instaurar el tratamiento inmediatamente después del primer brote de esquizofrenia es una prioridad, puesto que cuanto más tiempo transcurra, el pronóstico será menos favorable. Un tratamiento que, además de farmacológico, debe ser psicosocial, ya que "las dos estrategias conjuntas mejoran el pronóstico", asegura Celso Arango, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid. "Tras un primer episodio psicótico, hay que acelerar y facilitar el acceso al tratamiento, tanto para evitar el estigma social -cuanto más tiempo esté sin medicación más expuesto estará a cometer actos estigmatizadores- como para reducir los efectos de la inflamación y el estrés oxidativo sobre el cerebro", añade.
Un solo episodio
La aparición de recaídas tras un primer brote de psicosis es un factor fundamental para establecer el pronóstico. Sin embargo, el psiquiatra matiza que "hay un grupo de pacientes -un 20 por ciento aproximadamente- que, cumpliendo los criterios diagnósticos de esquizofrenia, sólo tienen un episodio en la vida. En estos pacientes, si después de 18 a 24 meses están libres de síntomas, podemos ir reduciendo los fármacos hasta retirarlos definitivamente. Sin embargo, en los que ya han tenido un segundo episodio psicótico, la evidencia indica que necesitarán terapia de por vida, aunque siempre buscaremos la menor dosis y con los mínimos efectos adversos".
La aparición de recaídas tras un primer brote de psicosis es un factor fundamental para establecer el pronóstico. Sin embargo, el psiquiatra matiza que "hay un grupo de pacientes -un 20 por ciento aproximadamente- que, cumpliendo los criterios diagnósticos de esquizofrenia, sólo tienen un episodio en la vida. En estos pacientes, si después de 18 a 24 meses están libres de síntomas, podemos ir reduciendo los fármacos hasta retirarlos definitivamente. Sin embargo, en los que ya han tenido un segundo episodio psicótico, la evidencia indica que necesitarán terapia de por vida, aunque siempre buscaremos la menor dosis y con los mínimos efectos adversos".
- La comunidad educativa, junto con la médica, puede hacer mucho por la integración de los jóvenes y para reconocer los primeros síntomas"
El abordaje social y farmacológico de la esquizofrenia se ha analizado en el simposio Meet the expert: Una nueva mirada a la esquizofrenia, organizado por la Alianza Otsuka-Lundbeck y celebrado en Madrid. La británica Mary G. Baker, ex presidenta del Consejo Europeo de Cerebro y consultora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha evaluado los factores psicosociales asociados a la enfermedad, tanto para los propios pacientes como para sus familiares y ha asegurado que permanece el estigma sobre los afectados. "La sola palabra esquizofrenia, etimológicamente, significa que la mente se ha partido en dos, y esto estimula el estigma social", ha explicado a DM. Aboga por concienciar a la población "con programas de televisión serios, que susciten la simpatía hacia los enfermos, como sucede con el cáncer, diabetes o el ictus". Para Baker, avanzar hacia la aceptación social de la esquizofrenia depende mucho de la integración de los jóvenes en el ámbito escolar, y del papel de los profesores.
Comunidad educativa
Los maestros serían una pieza clave, ya que haríamos que los niños se enfrenten en el aula con los afectados, y que se normalice esa relación, como sucede con otra discapacidad física. Los médicos actuarían conjuntamente con los docentes, pero "esto no está sucediendo". Arango apoya la propuesta e insiste en que la implicación educativa sería muy útil. "La mayoría de los casos se deben a trastornos del desarrollo y estaría muy bien recibir apoyo en el colegio desde los primeros síntomas".
Los maestros serían una pieza clave, ya que haríamos que los niños se enfrenten en el aula con los afectados, y que se normalice esa relación, como sucede con otra discapacidad física. Los médicos actuarían conjuntamente con los docentes, pero "esto no está sucediendo". Arango apoya la propuesta e insiste en que la implicación educativa sería muy útil. "La mayoría de los casos se deben a trastornos del desarrollo y estaría muy bien recibir apoyo en el colegio desde los primeros síntomas".
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