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De acuerdo con la misma fuente, 250 mil personas mueren a nivel mundial por esta enfermedad que aqueja especialmente a los niños, y cuya prevalencia se espera que aumente –para 2025- de 300 a 400 millones de afectados a nivel global. Cuatro millones de argentinos tienen asma pero sólo el 50% sabe que está enfermo.
¿Por qué? Según los expertos debido al crecimiento de las poblaciones, la urbanización y la occidentalización del estilo de vida.
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“Efectivamente, el asma es una de las enfermedades crónicas más frecuentes. Sin embargo, es importante que tanto quienes la sufren como sus familiares tomen el control de la situación y puedan llevar una vida saludable y sin limitaciones. De lo contrario, si el asma no está controlada, se produce un impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes porque sus síntomas afectan la calidad del sueño, ocasionando cansancio y limitación en las actividades de la vida diaria, condicionan las actividades deportivas, perturban la vida laboral o escolar, causan afecciones psicológicas en el paciente y su familia y pueden conducir a frecuentes hospitalizaciones o inclusive a la muerte”, explicaron los Dres. Gustavo Marino y Ricardo Zwiener, jefe del servicio de Alergia e Inmunología y médico especialista en Alergología e Inmunología Clínica del Hospital Universitario Austral.
“El asma –técnicamente una patología inflamatoria crónica de las vías aéreas- es una enfermedad multifactorial en la que interaccionan cuestiones genéticas y ambientales. De ahí que en los últimos años se haya incrementado significativamente el número de casos especialmente en niños. La hiperreactividad que se genera se caracteriza por la obstrucción en el flujo de aire que a su vez provoca broncoespasmos, en el marco de los cuales se producen episodios recurrentes de sibilancias (silbidos en el pecho), fatiga con dificultad respiratoria, sensación de opresión torácica y tos especialmente nocturna”, refirieron los doctores.
Estos síntomas, al principio, muchas veces pasan desapercibidos. Por eso, los especialistas sostienen que si una persona padece tos seca al acostarse o realizar actividad física, así como también cuando se ríe o toma algo frío, es posible que esté presente un cuadro de asma.
“A diferencia de los síntomas iniciales, el cuadro agudo y florido es muy característico y la mayoría de los médicos no especialistas son capaces de realizar un diagnostico mediante la evaluación médica con interrogatorio y la auscultación pulmonar. Adicionalmente, con la espirometría se puede confirmar y cuantificar la magnitud de la obstrucción bronquial, determinando además la respuesta al tratamiento implementado. Sin embargo, hay que estar siempre alerta porque el asma es una enfermedad muy cambiante y puede prestarse a muchas confusiones”, completaron Marino y Zwiener.
En cuanto al tratamiento, existen dos tipos de medicamentos: la medicación “de rescate” o preventiva que se utiliza para aliviar rápidamente los síntomas; y la medicación “de control” o preventiva que el paciente tiene que usar continuamente con el fin de prevenir la aparición de síntomas.
Aunque cada tratamiento es individualizado y se ajusta al paciente dependiendo de la gravedad de la enfermedad, la buena noticia es que con la inmunoterapia o también llamado tratamiento desensibilizante, la mayoría de los procesos asmáticos en pacientes alérgicos pueden “cambiar el curso natural de la enfermedad” teniendo en cuenta los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“También hay muy buenas noticias para aquellos pacientes cuyo asma es corticoideo dependiente -es decir que solo pueden controlar la enfermedad con los tan temidos corticoides- porque si bien son pacientes con una disminución respiratoria muy severa, gracias al tratamiento con medicamentos de los llamados ‘biológicos’ pueden controlar la enfermedad”, finalizaron los especialistas.
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