HAY QUE POTENCIAR ESTRATEGIAS
La terapia celular busca aprovechar la ya innegable capacidad regenerativa cardiaca
Una nueva generación celular quiere aumentar el beneficio clínico de los estudios iniciales. En enfermedad avanzada cardiaca será imprescindible la participación de técnicas de ingeniería tisular, según se ha puesto de relevancia en el simposio sobre terapia celular que organiza el Hospital Gregorio Marañón.
Sonia Moreno | soniamb@diariomedico.com | 30/05/2016 00:00
Francisco Fernández Avilés, jefe de Cardiología del Gregorio Marañón. (DM)
Quince años después de las primeras experiencias con la terapia celular cardiaca, en la que el grupo de Francisco Fernández-Avilés es pionero, los especialistas viven un momento de reflexión, del que ya se extraen dos conclusiones: el corazón tiene capacidad regenerativa, que ni los más "pesimistas" ponen en duda, y las estrategias para potenciarla han de perfeccionarse. El entusiasmo generado por los primeros hallazgos -también las expectativas jaleadas por entornos no científicos- ha dado paso a una proliferación de actividad preclínica que profundiza en la base de la regeneración y busca terapias más eficaces, incluso más allá de las células. Así se ha plasmado, un año más, en el simposio sobre terapia celular que organiza el Hospital Gregorio Marañón, una cita internacional imprescindible en este campo.
"Sabemos que la capacidad regenerativa cardiaca exige terapias celulares muy potentes", sintetiza el jefe de Cardiología del Gregorio Marañón, para quien lo ideal sería un cóctel de células diversas, incluidas las derivadas de pluripotenciales inducidas o iPS, cuya seguridad aún hay que demostrar. Mientras, ha aparecido una "segunda generación" celular con la que superar el beneficio clínico obtenido en los primeros estudios clínicos, que ya empieza a conocerse.
Así, en la fase III del estudio Tecam-2, coordinado por Fernández-Avilés, sobre 120 pacientes, se comparaba la eficacia real de la inyección de células mononucleares de la médula ósea en la arteria responsable del infarto agudo de miocardio (IAM), con inyecciones subcutáneas de factor estimulador de colonias de granulocitos para impulsarlas, a través de la circulación periférica, desde la médula ósea hasta el tejido cardiaco lesionado, así como una combinación de ambos tratamientos, todo ello frente a la terapia convencional desnuda. Los resultados, publicados enThe Journal of the American College of Cardiology, revelan que, aunque ambas estrategias de terapia celular (con o sin factores de crecimiento) y su combinación reducen un 5 por ciento la cicatriz, con implicaciones pronósticas favorables, son necesarios tipos celulares más potentes.
Entre estos últimos figuran las células cardiacas residentes alogénicas. Ofrecen la ventaja de una producción casi ilimitada y de que proceden de sujetos sanos -al obtenerse de intervenciones cardiacas que no implican lesiones miocárdicas-. "Estamos ultimando el primer estudio con estas células en infarto de miocardio".
Entre estos últimos figuran las células cardiacas residentes alogénicas. Ofrecen la ventaja de una producción casi ilimitada y de que proceden de sujetos sanos -al obtenerse de intervenciones cardiacas que no implican lesiones miocárdicas-. "Estamos ultimando el primer estudio con estas células en infarto de miocardio".
Otra opción es la experiencia que acaba de publicarse en The Lancet, y ha presentado Timothy Henry (Instituto del Corazón Cedars-Sinai, en Los Ángeles) en el simposio, consistente en administrar un preparado con diferentes estirpes de células de médula ósea, combinadas con macrófagos; ha reducido en pacientes con insuficiencia cardiaca un 37 por ciento de eventos cardiacos.
No obstante, Fernández-Avilés advierte de que en las fases más avanzadas de la enfermedad las células no resultan suficientes, aludiendo a la necesidad de recurrir a la ingeniería de tejidos para tratar lo que en jerga se llama cuero, el corazón ya sin estructura.
Una estrategia son las matrices tridimensionales -fundamentalmente tejido conectivo- recelularizadas, como las obtenidas a partir de corazones de cadáver por el grupo de Fernández-Avilés. Esos corazones desechados para la donación pueden descelularizarse; las estructuras resultantes, limpias de ADN y por tanto sin riesgo de generar rechazo inmunológico, son compatibles con diferentes tipos de células, entre ellas las pluripotentes inducidas (iPS), como acaba de constatar este grupo en un estudio en Biomaterials, en colaboración con el Instituto de Bioingenería de Cataluña. El siguiente paso es probar in vivo en modelo porcino el alcance de los "parches" recelularizados en el infarto de miocardio.
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