Los niños en edad preescolar con problemas no están obteniendo un tratamiento efectivo, según un informe
Un grupo de pediatras desea ampliar el acceso a las terapias basadas en la familia
LUNES, 21 de noviembre de 2016 (HealthDay News) -- La mayoría de los preescolares con trastornos del estado de ánimo, de conducta y sociales se beneficiarían de las terapias no farmacológicas, pero muy pocos reciben este tipo de ayuda, según un destacado grupo de pediatras de EE. UU.
Hasta 1 de cada 10 niños menores de 5 años sufre este tipo de problemas de salud mental, dijo la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics, AAP) en un nuevo informe.
Las evidencias actuales respaldan el uso de las terapias "centradas en la familia" (que a menudo incluyen el entrenamiento de los padres) como tratamiento de primera línea para estos niños, informó la AAP. Pero el estigma de la salud mental, la carencia de proveedores entrenados y los obstáculos de las aseguradoras limitan el acceso a los tratamientos basados en evidencias, afirmó.
"Las necesidades de salud mental de los niños pequeños se han pasado por alto durante mucho tiempo", lamentó la Dra. Mary Margaret Gleason, autora principal del informe.
"No queremos que los niños se queden sin tratamiento porque se trata de trastornos reales que ameritan un tratamiento, y su sufrimiento es real", dijo Gleason, profesora asociada de psiquiatría y ciencias de la conducta en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleáns.
Los médicos pueden distinguir los trastornos mentales de las emociones y conductas típicas de un niño que está creciendo al evaluar los signos y los síntomas, los antecedentes familiares y el nivel de discapacidad, explicó el grupo pediátrico.
Un niño podría tener dificultades con su vinculación afectiva con alguno de los padres o cuidadores, por ejemplo, o presentar problemas de sueño o del apetito. Algunos podrían realizar conductas perturbadoras o sufrir un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). A otros se les podría diagnosticar un trastorno de estrés postraumático.
Estos problemas también podrían provocar un estrés significativo para las familias, añadió Gleason.
"Si un niño de 3 años no duerme, no solamente es ese niño el que no puede dormir", señaló.
Los niños pequeños expuestos a traumas, abusos o a negligencia son especialmente vulnerables, según la AAP.
Dichas adversidades tempranas afectan a su seguridad física, a su preparación para la escuela y a su capacidad para interactuar con otros, señaló el grupo. Y los efectos adversos pueden persistir en la edad adulta.
Los padres, los legisladores y a veces incluso los proveedores de salud no logran ver que los niños pequeños están afectados por las cosas que ocurren a su alrededor, explicó Gleason.
Las propuestas del grupo para acabar con la laguna en el tratamiento se incluyen en una declaración de política publicada en línea el 21 de noviembre en la revista Pediatrics.
La Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry) y el grupo de defensoría sin ánimo de lucro Zero to Three han respaldado la declaración, según la AAP.
"Cualquier trabajo que podamos hacer para crear la resiliencia, que es la capacidad de superación de las adversidades, en los niños pequeños, va a estar con ellos el resto de sus vidas", dijo Cindy Oser, directora de estrategia de salud mental en la infancia temprana y la niñez en Zero to Three.
En 2015, la AAP publicó un informe con el que animaba a los pediatras a evaluar a los niños con respecto a los problemas conductuales y emocionales.
El nuevo informe se centra en los tratamientos probados para los niños pequeños que tienen trastornos de salud mental. Indica que los efectos de los tratamientos no farmacológicos pueden durar años, a diferencia de los efectos de la medicación.
Los pediatras normalmente son los primeros proveedores de atención primaria para los niños con problemas emocionales y conductuales, y por tanto tienen un papel en la mejora de su bienestar, según la AAP.
El informe indica terapias centradas en la familia específicas con evidencias firmes de su efectividad.
Algunos de estos tratamientos empoderan a los padres para actuar como el vehículo del cambio, explicó Gleason, mientras que otros hacen participar a los padres, pero se centran en el niño.
Pero conectar a los niños y a las familias con esos recursos sigue siendo difícil, explicó la AAP.
Geetha Gopalan, profesora asistente de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Washington, dijo que los niños pobres "son los que tienen el riesgo más alto de desarrollar trastornos emocionales y conductuales".
Pero son los que tienen "menos acceso a los tratamientos de salud mental efectivos", añadió.
Eso se debe en parte a la carencia de proveedores cualificados, dijo Gopalan.
La AAP hace un llamado para que haya una mayor financiación para los programas de ampliación de la fuerza laboral de la salud mental y oportunidades de capacitación para los pediatras.
Las recomendaciones también se centran en las normas de los seguros y las prácticas de reembolsos que impiden el tratamiento.
Debido a las normas de los seguros, los pediatras con frecuencia no pueden cobrar por atender a un niño con un diagnóstico de salud mental. Y muchas veces no pueden hacer una remisión debido a la carencia de especialistas entrenados, explicó la AAP.
Aunque queda mucho por hacer, Gleason se siente animada por las señales tempranas de progreso. Algunos pediatras ahora evalúan a los niños en busca de problemas emocionales y conductuales como parte de sus visitas rutinarias, por ejemplo.
Hay muchas razones por las que los niños tienen dificultades para organizar sus conductas o sus sentimientos, añadió Gleason.
"Lo que realmente nos gustaría que pensaran los padres es: '¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a que esté lo más sano posible?', del mismo modo en que lo haríamos si tuvieran problemas para respirar", dijo.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor
FUENTES: Mary Margaret Gleason, M.D., associate professor, psychiatry and behavioral sciences, Tulane University School of Medicine, New Orleans; Cindy Oser, R.N., director, infant-early childhood mental health strategy, Zero to Three, Washington, D.C.; Geetha Gopalan, L.C.S.W., Ph.D., assistant professor, University of Maryland School of Social Work, Baltimore; Nov. 21, 2016, online, Pediatrics
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