Identifican la relación directa entre el consumo de antibióticos y el aumento de la obesidad
Según apunta el estudio liderado por el profesor Martin J. Blaser, de la New York University Langone Medical Center de EE. UU. Algunos de sus principales resultados se han dado a conocer en el VIII Workshop de Probióticos y Prebióticos de la SEPyP celebrado en Santiago de Compostela.
Una investigación reciente liderada por el profesor Martin J. Blaser, de la New York University Langone Medical Center de EE. UU., que este jueves asistió al VIII Workshop de la SociedadEspañola de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) que se celebra en Santiago de Compostela, evidencia la existencia de una relación directa entre el consumo de antibióticos y el aumento de la obesidad. Según indicó el profesor Blaser durante su ponencia en este encuentro internacional sobre probióticos, en las últimas dos décadas la prescripción médica de antibióticos ha experimentado un gran incremento en todo el mundo y se ha producido en paralelo con el aumento de la obesidad, tanto infantil como adulta.
Mientras que hasta ahora la ingesta de calorías y la realización de ejercicio físico eran dos factores clave a analizar en personas con sobrepeso, actualmente habría que tener en cuenta también los antibióticos. Según el análisis de datos procedentes de Estados Unidos, el mapa de consumo en sus 50 estados federados muestra una correlación casi idéntica entre las regiones con más consumo de antibióticos y los que tienen un mayor incremento de la obesidad en los últimos años.
Ensayos clínicos posteriores, realizados con animales, han corroborado esa interrelación, dado que ante una mayor exposición a antibióticos se observa la acumulación de un mayor volumen de grasa. Además, Blaser también destacó que el incremento de la grasa se debe a que el uso de antibióticos altera directamente la microbiota y esto es especialmente crítico en las primeras etapas de la vida. Los estudios subsiguientes apuntan también a una posible relación entre el uso de antibióticos en la infancia y la creciente incidencia de diabetes de tipo 1.
Respecto a la función que tienen los probióticos en la lucha contra los efectos negativos de los antibióticos, el profesor Blaser animó a los médicos e investigadores presentes a desarrollar probióticos más eficaces, así como la realización de ensayos para probar de forma contundente su utilidad, si bien todos los presentes coincidieron en sus factores beneficiosos sobre la flora intestinal.
Blaser quiso poner el valor de los antibióticos como una medicina revolucionaria descubierta en el siglo XX, que ha salvado muchas vidas, pero alertó sobre su uso excesivo a día de hoy. Para ello, aportó datos, como que cada año en el mundo se suministran 73.000 millones de dosis. En el caso de EE. UU., los datos más recientes muestran 258 millones de prescripciones de antibióticos anuales, con una media general de 833 por cada 1.000 personas. Especialmente preocupante es la prescripción a niños en su primer año de vida (1.365 prescripciones por cada 1.000) y de 2 a 9 años (1.024 por cada 1.000), lo que supone una muy elevada exposición que altera su flora intestinal a una edad muy temprana y que tiene consecuencias a medio y largo plazo.
También llamó la atención sobre el mayor consumo de antibióticos entre las mujeres adultas (de más de 19 años), que supera en un 40% al de los hombres. En España, la prescripción se sitúa en una situación media en la Unión Europea, aunque en crecimiento.
La obesidad infantil es una de las grandes pandemias del siglo XXI que se asocia a múltiples enfermedades, que son hoy la principal causa de morbilidad y de mortalidad. En los últimos años varias investigaciones relacionan la microbiota intestinal con esta patología y el uso de probióticos podría ser una línea de prevención y tratamiento frente al sobrepeso.
Por otro lado, diversos estudios en recién nacidos ponen en evidencia que el uso de determinados probióticos disminuye el riesgo de enfermedades con alto nivel de mortalidad, como la enterocolitis necrotizante, una patología grave que supone la muerte del tejido intestinal. Además, el equilibrio de la flora intestinal con probióticos podría prevenir el eczema atópico, un trastorno crónico que afecta a la piel.
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