La sexualidad, una preocupación que no se aborda como es debido en el paciente con cáncer
Las disfunciones sexuales pueden persistir más de dos años después de la finalización del tratamiento.
Aunque no es la preocupación inicial tras el diagnóstico, posteriormente es una de las áreas de la calidad de vida del paciente que más se ve afectada, sobre todo cuando el órgano afectado tiene implicaciones sexuales y quieren saber cómo les va a afectar a su vida íntima. Las disfunciones sexuales son una de las complicaciones más prevalentes en ambos sexos y es un fenómeno frecuente que en la actualidad afecta a una gran mayoría de pacientes, cercano al 85%, tal y como indicó la psico-oncóloga y responsable de experiencia de paciente en GenesisCare, Carmen Yélamos, en su participación en el Congreso Nacional de Pacientes con Cáncer, organizado por GEPAC (Grupo Español de Pacientes con Cáncer) y celebrado durante este fin de semana en Madrid.
Muchos tipos de cáncer y terapias oncológicas están relacionados con la aparición de dificultades sexuales debido a que los tratamientos recibidos pueden dañar determinados órganos, afectar a la autoestima y a la imagen corporal y provocar alteraciones psicológicas que sin duda impactan de forma directa en la sexualidad del paciente. En concreto, alrededor de la mitad de las mujeres que han tenido cáncer de mama padecen disfunciones sexuales como consecuencia de los tratamientos oncológicos, lo que afecta directamente a su calidad de vida. Entre las disfunciones sexuales más frecuentes se encuentran la falta de deseo sexual, la dificultad para lograr la excitación sexual y, los cambios en las sensaciones debido al dolor genital recurrente o persistente asociado al coito (dispareunia).
Por su parte, las alteraciones más comunes en los hombres son los problemas de erección que puede haber tras determinadas cirugías y la preocupación por las secuelas físicas. Las causas de los problemas sexuales suelen ser tanto fisiológicas como psicológicas, y las disfunciones pueden persistir más de dos años después de la finalización del tratamiento.
La falta de deseo sexual es la disfunción más frecuente en los pacientes con cáncer. Un 30% de las mujeres carecen de deseo sexual, de acuerdo a las cifras publicadas por la Asociación Española para la Salud Sexual (AESS), cifra que se incrementa notablemente entre las pacientes con cáncer. La ansiedad, los problemas de imagen corporal, la medicación (antidepresivos), hormonas o antihipertensivos son algunas de las causas a nivel biológico y psicológico que provocan estos problemas sexuales. Sin embargo, es importante que las personas con esta enfermedad sepan que la sexualidad y el cáncer son compatibles, puntualizó la especialista en Psicología Clínica y psico-oncóloga de GenesisCare durante el congreso de GEPAC.
Lo fundamental es abordar el tema con la pareja y solicitar ayuda a los profesionales sanitarios si aparecen problemas de índole sexual. "Cualquier alteración sexual ocasionada o empeorada por la ansiedad, el bajo estado de ánimo, los miedos y preocupaciones pueden mejorarse con el asesoramiento de un especialista", subrayó Carmen Yélamos. Este asesoramiento junto a una intervención por parte de los profesionales puede ayudar a recuperar los niveles de deseo sexual, excitación y relaciones previas a la enfermedad a través de tratamientos especializados. Trabajar con técnicas de educación sexual ayuda a analizar los cambios derivados de los tratamientos oncológicos y a impulsar un cambio de actitudes en relación a la sexualidad y el cáncer.
Además, controlar los pensamientos negativos y miedos, fomentar la comunicación y dedicar un tiempo para reflexionar sobre la sexualidad es clave para fomentar este cambio de actitud. Así, es importante recordar los puntos fuertes de cada miembro de la pareja, reforzar la autoestima y aprender a quererse a uno mismo. En el plano sexual, cuidar y mejorar los preámbulos y dedicar tiempo para mostrar afecto y cariño facilitan el volver a disfrutar de las relaciones. La práctica de ejercicio mejora también la vida sexual, puesto que aumenta el deseo sexual en ambos sexos, mejora la calidad del sexo, la flexibilidad corporal y duración del acto.
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