miércoles, 25 de abril de 2018

En los últimos 10 años ha habido un avance espectacular sobre el conocimiento de la fisiopatología del SII

En los últimos 10 años ha habido un avance espectacular sobre el conocimiento de la fisiopatología del SII



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En los últimos 10 años ha habido un avance espectacular sobre el conocimiento de la fisiopatología del SII

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El síndrome de intestino irritable (SII) es una enfermedad tradicionalmente definida como “funcional”, término con el que se describen las alteraciones sin causa conocida en el funcionamiento de los órganos.
La prevalencia del SII en España es notoriamente elevada, alcanzando entre el 8 y el 15% de la población, lo que supone unos cinco millones de personas afectadas, de las cuales solo una proporción consulta al médico por esta causa. Además de la pérdida de calidad de vida, la enfermedad supone un gasto sanitario cada vez más elevado, según indica el Dr. Javier Santos. La investigación llevada a cabo por su grupo de investigación revela la existencia de una base orgánica en el SII, evidencia corroborada por diversos grupos científicos. Los nuevos datos indican que "la patología subyacente afecta tanto al intestino grueso como al delgado, por lo que justifica que el nombre de la enfermedad se refiera al intestino y no al colon, como ha venido siendo habitual", asevera Santos, quien también añade que "la base orgánica del SII está fundamentada por dos elementos esenciales: los procesos microinflamatorios y la alteración de la permeabilidad de la barrera intestinal".
Microinflamación
"Los procesos microinflamatorios son observables en biopsias de pacientes y se manifiestan por un aumento de la celularidad inmunológica en la lámina propia del intestino, con la presencia de mastocitos, linfocitos, células plasmáticas y eosinófilos en estado activo" indica el investigador. Técnicas de microscopía electrónica demuestran que la activación de las células inmunitarias, particularmente la de los mastocitos, es un aspecto diferencial en las biopsias de personas con SII. "Los mastocitos son células con un enorme potencial funcional, ya que, además de presentar decenas de receptores en su superficie, pueden ser activados de manera no específica. Aunque son conocidos por su capacidad de inducir reacciones alérgicas que pueden llegar a ser muy graves, su principal función está en la regulación de la inflamación fisiológica en numerosos tejidos, incluido el intestino, donde actúan sobre otras células inmunes", revela Santos, añadiendo que "aunque el bloqueo farmacológico de todas sus funciones puede ser contraproducente, la modulación de algunas de ellas mediante compuestos específicos puede ofrecer beneficio". Esta noción y la observación de que existe degranulación en los mastocitos intestinales de los pacientes con SII justifican el uso de antihistamínicos y del cromoglicato disódico, un fármaco tradicionalmente utilizado para tratar el asma alérgica y que estabiliza la membrana del mastocito, impidiendo su degranulación. Este tratamiento mejora síntomas como el dolor abdominal y la incidencia de diarrea, comenta.
La barrera intestinal
La superficie del intestino está constituida por una capa formada por diferentes tipos de células, por encima de las cuales se encuentra una capa de mucosidad y las bacterias que forman la microbiota. EL doctor Santos afirma que "un reciente avance en el SII, y que posiblemente sea aplicable a muchas otras enfermedades, es la constatación de que existe un trastorno en la permeabilidad de esta barrera". Las proteínas que forman las uniones intercelulares en la monocapa celular intestinal están ancladas a otras proteínas del citoesqueleto, lo que resulta en que los espacios intercelulares varíen de tamaño hasta 10.000 veces al día. "Además de dinámico, este proceso es altamente selectivo, ya que en condiciones normales no permite el paso de moléculas mayores de 4 o 5 KDa", prosigue Santos. Esta selectividad permite separar lo propio de lo extraño, un precepto esencial en el ámbito de la inmunidad. Tanto el equipo del doctor como otros han descrito alteraciones a nivel molecular en la estructura de esta barrera, lo que resulta en un una alteración en el paso de iones y solutos. "Este trastorno de la permeabilidad es común a muchas enfermedades crónicas de naturaleza inflamatoria, como la de Crohn, la celiaquía o la artritis reumatoide, entre otras", apunta el investigador, quien prosigue indicando que "el paso de sustancias que normalmente se encuentran en el intestino a través de una barrera anormalmente permeable supone que éstas entren en contacto con la lámina propia, donde se encuentra hasta el 60% de todas las células inmunitarias del organismo. La activación del sistema inmunológico por este mecanismo puede poner en marcha un proceso microinflamatorio localmente limitado, como es el caso del SII, o bien dar lugar a inmunidad en lugares distantes, dando lugar a otras enfermedades inflamatorias", asevera Santos.
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