La depresión materna tiene un impacto negativo en el desarrollo cognitivo del niño
Las madres que estaban muy deprimidas no invirtieron emocionalmente ni proporcionaron materiales de aprendizaje para apoyar a sus hijos, como juguetes o libros
El Médico Interactivo | 24 - abril - 2018 12:15 pm
Aproximadamente una de cada diez mujeres en Estados Unidos experimentará depresión, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses. Las consecuencias, sin embargo, pueden extenderse a sus hijos, informan investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, Estados Unidos, quienes descubrieron que la depresión de una madre puede afectar negativamente el desarrollo cognitivo de un niño hasta los 16 años.
Los investigadores, cuyo trabajo se publica en ‘Child Development’, entrevistó a aproximadamente 900 niños sanos y sus madres que vivían en Santiago de Chile, Chile, a intervalos de cinco años desde la infancia hasta la edad de 16 años. Observaron cuán afectuosas y receptivas eran las madres con sus hijos en cada periodo de edad, y cuánto proporcionaron las madres materiales de aprendizaje apropiados para la edad. Se examinó a los niños en habilidades cognitivas verbales usando pruebas de cociente intelectual estandarizadas durante cada evaluación y a las madres para detectar síntomas de depresión.
“Encontramos que las madres que estaban muy deprimidas no invirtieron emocionalmente ni proporcionaron materiales de aprendizaje para apoyar a sus hijos, como juguetes y libros, tanto como las madres que no estaban deprimidas. Esto, a su vez, afectó al coeficiente de inteligencia del niño a edades 1, 5, 10 y 16”, señala la investigadora Patricia East, del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de UC San Diego. “La consistencia y la longevidad de estos resultados hablan del efecto perdurable que tiene la depresión en la crianza de una madre y el desarrollo de su hijo”, añade.
En una escala de 1 a 19, el puntaje promedio de coeficiente intelectual verbal para todos los niños en el estudio a la edad de 5 años fue de 7,64. Los niños que tenían madres severamente deprimidas presentaban un coeficiente de inteligencia verbal promedio de 7,30 en comparación con un puntaje de 7,78 en los niños sin madres deprimidas.
“Aunque aparentemente son pequeñas, las diferencias en el cociente intelectual de 7,78 a 7,30 son muy significativas en términos de las habilidades verbales y el vocabulario de los niños –subraya East–. Los resultados de nuestro estudio muestran las consecuencias a largo plazo que un niño puede experimentar debido a la depresión materna crónica”. A lo largo del periodo de estudio, se determinó que al menos la mitad de las madres estaban deprimidas según un cuestionario.
Podría influir en otros aspectos de la salud del menor
“Para las madres en el estudio, había muchos factores estresantes en sus vidas. La mayoría de las madres, aunque sabían leer y escribir, solo tenían nueve años de formación, no estaban empleadas fuera del hogar y con frecuencia vivían con una familia extensa en hogares pequeños y atestados. Eso probablemente contribuyó a su depresión –plantea East–. Muchas madres sufren de depresión en los primeros seis meses después del parto, pero para algunas, la depresión persiste”.
East dice que los datos del estudio sugieren que aproximadamente el 20 por ciento de las madres que están severamente deprimidas cuando su hijo cumple los 1 años de edad permanecen deprimidas por un tiempo prolongado. “Para los proveedores de atención médica, los resultados muestran que la identificación temprana, la intervención y el tratamiento de la depresión materna son clave –señala–. Proporcionar recursos a las madres deprimidas les ayudará a manejar sus síntomas de una manera productiva y garantizar que sus hijos alcancen todo su potencial”.
Los autores del estudio dijeron que los pasos futuros incluyen un mayor análisis de los datos para ver cómo la depresión de las madres afecta a los propios síntomas depresivos de los niños a través de la infancia y la adolescencia y el rendimiento académico y la salud de los niños, como la probabilidad de tener sobrepeso u obesidad.
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