PSIQUIATRÍA
Entre un 10% y un 15% de la población es “adicta sin sustancia”
Carla Nieto. Madrid · 27 Enero 2011 09:15
Las adicciones más comunes son al juego, a internet, a las compras o al trabajo.
(izq. a dcha): Dr. José Ángel Arbesú, Susana Gómez-Lus, medical manager de Lundbeck, y Dr. Javier García Campayo.
Una de cada cuatro personas tiene trastornos de la conducta relacionados con las adicciones sin sustancia, esto es, la dependencia respecto a un hábito o conducta, según datos de la OMS, situación que ha hecho aumentar el número de consultas al respecto, sobre todo en atención primaria.
Sin embargo, y pese a que su prevalencia cada vez es mayor, este tipo de adicciones no están reconocidas en las clasificaciones internacionales (excepto el juego patológico) ni lo van a estar en la nueva versión del DSM-V (Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría), que verá la luz en 2013.
Según el doctor Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, entre las razones de esta no inclusión se encuentra la “juventud” de estas adicciones, directamente relacionadas a fenómenos tecnológicos tan recientes como internet y las redes sociales y, también, al hecho de que en ellas, la frontera entre lo normal y lo patológico es muy sutil, de ahí la dificultad para establecer un criterio diagnóstico. “Uno de los criterios más fiables para determinar si existe o no adicción es hasta qué punto este hábito o conducta repercute en la vida personal, propiciando el abandono paulatino de sus actividades habituales en el ámbito laboral, familiar y social”, apunta el experto.
Ludopatía, la más frecuente
Pese a no haber sustancia, estas adicciones tienen las mismas repercusiones a nivel cerebral que las “tradicionales”. Tal y como explica el doctor José Ángel Arbesú, coordinador de Salud Mental de SEMERGEN, “en ambas adicciones existe tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia, con patrones conductuales perniciosos o desadaptativos consolidados y repetitivos”.
Entre este tipo de adicciones, la más extendida es la ludopatía y, también, la que conlleva consecuencias más graves, tanto para el individuo como para su familia. En España, entre un 2% y 3% de la población presenta ludopatía, comenta el doctor Arbesú, quien asegura que se ocurre en todas las clases sociales, independientemente del nivel de estudios e ingresos.
En cuanto a la adicción a internet, el doctor García Campayo señala que “tiene la peculiaridad de que, además de la adicción en sí misma fomenta otras (al juego, al sexo, a las compras online...), siendo lo más adictivo el uso de las redes sociales. Se considera que existe esta adicción -que afecta por igual a hombres y mujeres, generalmente con edades inferiores a los 25 años-, cuando se pasan más de 3 h al día haciendo uso del ordenador fuera del ámbito de lo laboral”.
Respecto a la adicción al trabajo, afecta más a los hombres con más de 50 años, aunque cada vez es más frecuente en mujeres. El criterio para definirla sería el de trabajar más de 50 h semanales. En este sentido, según la Organización Internacional del Trabajo, un 8% de la población activa española dedica más de 12 h al día a su profesión para huir de sus problemas personales.
“En el caso de la adicción a las compras, esta se podría definir como la necesidad de comprar todos los días, independientemente del nivel económico. Es más frecuente en mujeres y puede ser crónica en el 60% de los casos”, explica el psiquiatra.
Personalidad asociada a la adicción
Los expertos señalan que existen ciertos rasgos de la personalidad presentes en todas estas adicciones: impulsividad, baja autoestima, dificultad para establecer relaciones interpersonales o introversión asociada a síntomas ansiosos. Así mismo, es frecuente la comorbilidad con otras enfermedades, previas o consecuencia de la adicción. “La más frecuente es la depresión, y también pueden aparecer el trastorno bipolar o la esquizofrenia, aunque con menor frecuencia”, afirma García Campayo.
En cuanto al tratamiento, la primera premisa es reconocer la existencia del problema, para después tratar las enfermedades asociadas (si existen) y reducir progresivamente el tiempo dedicado al hábito o conducta. “En la mayoría de los casos, en atención primaria el tratamiento se basa en la psicoterapia, siendo la técnica cognitivo-conductual la más empleada”, comenta el doctor Arbisú.
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