lunes, 5 de septiembre de 2011

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05 SEP 11 | Vitamina D y Autoinmunidad
La vitamina D cumpliría un papel importante en la prevención de las enfermedades autoinmunes
La información en conjunto sugiere que la 1.25-dihidroxivitamina D3 modula el sistema inmunitario; los niveles bajos de la vitamina elevarían el riesgo de trastornos autoinmunes, como las enfermedades inflamatorias del intestino, algunas colagenopatías y la esclerosis múltiple.

Dr. Ersoy-Evans S
J Am Acad Dermatol. 2010 Jun;62(6):942-4.
 
La activación inmune y la pérdida de la tolerancia a lo propio son las principales características de las enfermedades autoinmunes. Aunque todavía no se conocen con precisión los factores que intervienen en la autoinmunidad, la susceptibilidad genética y ciertos factores ambientales, por ejemplo el estado de la vitamina D, desempeñarían un papel decisivo en este sentido.

La deficiencia de vitamina D podría desencadenar o exacerbar las reacciones autoinmunes; el trabajo de Silverberg y col. reveló una concentración de vitamina D baja en los pacientes con vitiligo y con otros trastornos autoinmunes.

La vitamina D es una hormona lipofílica que cumple importantes funciones en la homeostasis del hueso y del calcio y se une a los receptores nucleares de la vitamina D (VDR). La vitamina D está presente en ciertos alimentos y se sintetiza en la piel expuesta a la luz solar. La principal forma de la vitamina es la 25(OH)D3, cuya determinación permite conocer el estado vitamínico. La 25(OH)D3 se sintetiza en el hígado, mientras que la forma biológicamente activa –1.25(OH)2D3– se produce en los riñones por efecto de la 1alfa-hidroxilasa.
Indicios que asocian los niveles de 1.25(OH)2D3 con la autoinmunidad y con los trastornos autoinflamatoriosDiversos estudios sugirieron que la concentración de vitamina D se asocia con la incidencia y la gravedad de algunos trastornos autoinmunes, entre ellos, la enfermedad inflamatoria intestinal, la esclerosis múltiple, el lupus eritematoso sistémico (LES), la diabetes tipo 1 y la artritis reumatoidea (AR). En un estudio se encontró que el 27% de los pacientes con enfermedad de Crohn y el 15% de los sujetos con colitis ulcerosa tenían niveles bajos de 25(OH)D3. Además, en un trabajo en 2 modelos experimentales de enfermedad inflamatoria intestinal, la deficiencia del VDR se asoció con inflamación grave del tracto gastrointestinal.

Por su parte, una investigación reveló que las mujeres que utilizaban suplementos de vitamina D tenían un riesgo 40% menor de presentar esclerosis múltiple que aquellas que no recibían estos suplementos. En otro estudio en 267 pacientes con esclerosis múltiple, los niveles bajos de 25(OH)D3 se asociaron con mayor riesgo de recaída y de incapacidad. Asimismo, se encontró una concentración más baja de 25(OH)D3 y de 1.25(OH)2D3 en los pacientes con esclerosis múltiple en recaída y remisión en comparación con los controles. Además, los niveles de las dos formas de la vitamina fueron más bajos durante las recaídas que en las remisiones.

Un estudio reveló niveles más bajos de vitamina D en los pacientes con LES de diagnóstico reciente, en comparación con los individuos del grupo control. Además, se encontró una concentración más baja de vitamina D en los sujetos con LES y compromiso renal. El riesgo de aparición de diabetes tipo 1 desciende en la medida que se incrementa la incorporación de vitamina D. En otro trabajo, los niños con diabetes tipo 1 tuvieron niveles más bajos de vitamina D respecto de los controles y el 86% de los pacientes tenía insuficiencia vitamínica.

En los pacientes con AR, la concentración baja de la vitamina se asocia con mayor actividad de la enfermedad; más aún, en un estudio reciente, la administración de dosis elevadas de alfa calcidol se acompañó de una reducción de la actividad de la enfermedad en el 89% de los pacientes con AR.

Papel de la vitamina D en la función inmune y en la autoinmunidad
En los pacientes con enfermedades autoinmunes se comprueban polimorfismos del VDR que se correlacionaron con mayor susceptibilidad a presentar esclerosis múltiple, enfermedad inflamatoria intestinal, AR y diabetes tipo 1. La presencia de VDR en los macrófagos, en las células dendríticas y en los linfocitos activados, así como la expresión de la 1alfa hidroxilasa en los macrófagos activados, en las células dendríticas y en los linfocitos T sugieren que la vitamina D regula la función inmune.

La autoinmunidad se caracteriza por una respuesta inmune contra antígenos propios, en la que participan las células dendríticas y los linfocitos; la pérdida de la tolerancia a lo propio es el hallazgo patognomónico de las reacciones de autoinmunidad.

Las células dendríticas son presentadoras de antígenos y representan una importante conexión entre el sistema inmunitario innato y el adaptativo. Además, son importantes para el mantenimiento de la tolerancia a los antígenos propios. Las células dendríticas maduras presentan antígenos y activan las células vírgenes, mientras que las células dendríticas inmaduras presentan antígenos propios a un subtipo particular de linfocitos T en los ganglios linfáticos -células T reguladoras (TREG). Estas células, antes conocidas como células T supresoras, suprimen la agresión contra los antígenos propios y participan en el mantenimiento de la tolerancia.

La 1.25(OH)2D3 interactúa con las células dendríticas e inhibe la maduración y la diferenciación de las células dendríticas y reduce la expresión de los antígenos clase II del sistema mayor de histocompatibilidad y de las moléculas coestimuladoras (CD40, CD80 y CD86), necesarias para la presentación de los antígenos.

La interleuquina (IL) 12 es una citoquina liberada por las células dendríticas, que cumple un papel decisivo en la polarización de la respuesta inmunitaria hacia un fenotipo colaborador Th1. La 1.25(OH)2D3 inhibe la IL-12 y, en consecuencia, permite la aparición del fenotipo colaborador Th2. Más aún, eleva la producción de la IL-10 en las células dendríticas, con lo cual se contrarresta la función de la IL-12.

Los estudios in vitro revelaron que la 1.25(OH)2D3 inhibe la proliferación de los linfocitos T y la secreción de algunas citoquinas Th1, esencialmente del interferón (IFN) gamma y de la IL-2. El IFN-gamma desempeña un papel primordial en la presentación antigénica y en el reclutamiento de los linfocitos T, mientras que la IL-2 estimula la proliferación de las células T.

La 1.25(OH)2D3 aumenta la producción de citoquinas con un patrón Th2 (IL-4, IL-5 e IL-10), y se ha sugerido que la inhibición del fenotipo Th1 en combinación con la activación del fenotipo Th2 es uno de los mecanismos mediante los cuales la 1.25(OH)2D3 suprime las enfermedades autoinmunes mediadas por células T colaboradoras. Asimismo, la 1.25(OH)2D3 incrementaría la generación y la actividad de las células TREG, indispensables en el mantenimiento de la tolerancia periférica a lo propio. La 1.25(OH)2D3 participa en la activación de las TREG por parte de las células dendríticas, a la vez que aumenta el número de TREG y la producción de IL-10. Esta última citoquina inhibe la activación de los linfocitos T.

Las células con un fenotipo Th17 cumplen un papel importante en las reacciones de autoinmunidad al inducir la secreción de IL-6, IL-1, factor de necrosis tumoral alfa y quimioquinas que estimulan la migración de las Th1. Las células Th17 son inductoras más importantes de autoinmunidad que las células Th1. La diferenciación de las células Th17 está asociada con la IL-6 y con el factor transformador de crecimiento beta; la IL-21 aumenta la proliferación celular. Las células Th17 producen IL-17, IL-21 e IL-22 y expresan el receptor para la IL-23. La 1.25(OH)2D3 inhibe la secreción de IL-6 y de IL-17; en consecuencia, se bloquea la función y la diferenciación de las células Th17.

En conclusión, señala el especialista, la información en conjunto sugiere que la 1.25(OH)2D3 modula el sistema inmunitario; los niveles bajos de la vitamina elevarían el riesgo de trastornos autoinmunes. Sin embargo, por el momento se desconoce la causa de la hipovitaminosis en los sujetos con estas enfermedades. Las características nutricionales, la exposición ambiental, la menor síntesis de vitamina y el mayor catabolismo serían algunos de los factores involucrados. Los estudios futuros serán de gran ayuda para responder los interrogantes aún pendientes, especialmente para comprender si realmente la vitamina D es un factor causal (y no una consecuencia) en las enfermedades autoinmunes.
♦ Artículo redactado por SIIC –Sociedad Iberoamericana de Información Científica

 

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