Cinco breves consejos acerca del aprendizaje basados en las Neurociencias | 13 ABR 15
“Aprendiendo a aprender”
Lo que las neurociencias cognitivas pueden aportar para mejorar el proceso de enseñanza / aprendizaje.
Fuente: IntraMed Ricardo T. Ricci
Introducción:
La cuestión acerca de aprender y cómo hacerlo más eficazmente ha sido una preocupación, y una ocupación, del ser humano desde sus comienzos. Recientemente tanto las neurociencias, como la psicología cognitiva han efectuado sustanciales aportes en este sentido. El propósito del presente artículo es presentar en forma breve y sencilla los cinco consejos para un mejor aprendizaje que la Dra. Barbara Oakley desarrolla en su curso on line denominado “Learning How to Learn: Powerful mental tools to help you master tough subjects”1 . Ella, en compañía del profesor Terrence Sejnowski, se encarga de brindar un excelente y accesible curso sobre el tema del aprendizaje eficiente. El mismo se fundamenta en conocimientos provenientes de las neurociencias y la psicología cognitiva, así como también de la experiencia personal de ambos autores, profesores de la Universidad de California, San Diego. He decidido efectuar el presente escrito, usando el esquema original de estos autores a lo que sumo mis propias experiencias en el proceso de enseñanza – aprendizaje. Creo que resultan consejos útiles para estudiantes y docentes de los diferentes niveles educativos y, sobre todo, proponen un desafío de reconsideración de nuestros propios hábitos y estrategias para aprender.
Somos conscientes que el proceso del aprendizaje es multifacético y complejo, y que no lograremos agotar un tema tan vasto y lleno de variantes. Tratamos sólo de aportar algunas reflexiones al respecto.
1. Duerme lo suficiente para desintoxicar tu cerebro 2 3
El consejo de dormir adecuadamente antes de un examen o de un desafío importante es de larga data pero no había sido acompañado por una prueba contundente acerca de su conveniencia. Las investigaciones actuales nos permiten hacer algunas afirmaciones científicamente constatadas. Cuando dormimos nuestras células cerebrales se modifican ligeramente, permitiendo que las toxinas acumuladas durante la jornada de trabajo se eliminen convenientemente. Esta explicación nos permite insistir sobre el inmenso valor de un buen descanso nocturno.
Numerosos estudios de neurociencias cognitivas especialmente dedicados al estudio de los adolescentes en los Estados Unidos y en Inglaterra, han destacado insistentemente que los adolescentes necesitan más tiempo para dormir4. De ese modo, se ha llegado a recomendar que no se inicien las clases a temprana hora, sino hacia las nueve de la mañana. “Diego García-Borreguero, jefe de la unidad del sueño de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, se apresura a recordar que no se trata sólo de recuperar sueño perdido, sino que hay que combatir los efectos de esa pérdida. "Los efectos neurofisiológicos se recuperan, pero no los endocrinológicos, que tienen que ver, entre otras cosas, con la tolerancia a la glucosa"5 .
Del otro lado de la moneda, está la cuestión de reconocer si el estudiante está adecuadamente preparado la noche anterior, o si aún no lo siente así. Es necesario conocer, decidir cuándo parar, y definir a qué espacio de tiempo le llamamos ‘noche’. Esto puede ser aclarado en el apartado siguiente.
2. Burla la Procastrinación con la técnica de Pomodoro6
Existen tres tipos de procrastinación:
a) Por evasión, cuando se evita empezar una tarea por miedo al fracaso. Puede ser un problema de autoestima.
b) Por activación, cuando se posterga una tarea hasta que ya no hay más remedio que realizarla. Es un problema contrario al anterior.
c) Por indecisión, típico de las personas indecisas que intentan realizar la tarea pero se pierden en pensar la mejor manera de hacerlo sin llegar a tomar una decisión. Se denomina también complejo de Penélope (la mujer de Ulises, que tejía y destejía siempre la misma tela para evitar casarse con los pretendientes al reino insular de Itaca mientras esperaba que volviera Ulises).
Cuando nos enfrentamos a algo que no queremos hacer, por ejemplo, trabajar en un problema difícil de matemáticas, enfrentar un tema del programa que no nos resulta agradable o no capta nuestro interés, los centros de dolor en nuestro cerebro se iluminan (activan), y nuestra reacción inicial puede ser evitar esa sensación, huyendo de ella o posponiendo la tarea sin límite. La postergación puede constar en la inmediata necesidad de llamar a alguien por teléfono, en controlar nuestra casilla de correos electrónicos, o ver si nos han llegado mensajes nuevos en el chat. Hay muchas otras escusas, cada uno de nosotros sabe ‘donde le aprieta el zapato’ y cuáles son los medios por los cuales podemos intentar escaparnos.
Sin embargo, hay algo positivo. Las neurociencias nos explican que la reacción negativa inicial desaparecerá después de un corto período de tiempo. Es necesario apelar a alguna ayuda que nos permita resistir a la tentación del aplazamiento con su consiguiente distracción. Debemos hallar una táctica que permita protegernos.
Un método para hacer esto es la Técnica Pomodoro7, en la cual se establece un temporizador de 25 minutos para la actividad enfocada y luego tomar un descanso de 5 minutos.
Habitualmente podemos sentirnos mucho mejor iniciando una tarea desagradable, cuando sabemos que es sólo por un corto tiempo y con duración prefijada. Los estudiantes8 pueden proceder del mismo modo cuando se enfrentan con actividades que no captan su curiosidad y complican penosamente su camino con retos que les parecen insuperables. Por ejemplo: largos textos teóricos, ecuaciones difíciles, problemas pasibles de ser enfocados de múltiples maneras, etc.
3. Usa la repetición espaciada para recordar hechos clave
Aunque el mejor aprendizaje no consiste en memorizar, está claro que recordar hechos es una parte importante del aprendizaje. Una de las mejores maneras de hacer esto es reforzarlos a través de la repetición espaciada. Hay una serie de consejos para memorizar, algunos con más consistencia científicas que otros.
Algunos educadores se quejan de que los recursos tecnológicos de los que el estudiante dispone hoy, ha atentado contra la memorización. Cabe recordar que en la educación tradicional se recomendaba, se promocionaba y se premiaba la memorización exacta, al ‘pie de la letra’. Aún hoy muchos profesores se jactan, no sin cierta nostalgia, de poder repetir párrafos enteros del Cantar del mío Cid, de Hamlet o del Quijote de la Mancha. Todavía resuena en nuestros oídos: “Era la tarde y la hora en que el sol la cresta dora de los Andes” del poema La Cautiva de Esteban Echeverría o, “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier momento que sea, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera” del Martín Fierro de José Hernández.
Por el contrario, algunos afirman que, si dejamos a los medios tecnológicos el archivo de memoria, nos queda más cerebro para las actividades de pensamiento y creatividad. No estoy tan seguro de que eso sea así, sin embargo, puedo dar testimonio de que una buena memoria (heredada o cultivada) allana mucho los caminos de cualquier estudiante.
Existe una batería de trucos o consejos que nos ayudarán a memorizar mejor. El mejor truco es estar convencido de que se recuerda mejor aquello que se comprende. También aquello que hemos trabajado más (lo que hemos subrayado, hecho resúmenes, esquemas mapas conceptuales...). Existen estrategias que pueden ayudarnos a memorizar:
a) Repetir. Repetir las palabras hasta aprenderlas es un viejo truco y funciona. Aunque sea aburrido hay que tener paciencia; rever, recitar.
b) Agrupar en categorías, por conjuntos de significados por ejemplo: mobiliario (mesa, silla, armario…).
c) Asociar cada palabra a algo que conocemos, a cosas que podemos visualizar y que nos sean fáciles de recordar.
El conocimiento previo, aún el equivocado, puede resultar un escalón para alcanzar nuevos aprendizajes.
Conviene aclarar que no estamos haciendo una apología de la memoria, simplemente consideramos que la misma no debe ser descartada como un recurso de aprendizaje que debe ser gestionado racionalmente.
4. Intenta recordar en lugar de releer para ver si has aprendido el contenido
En cambio, es mejor probarnos nosotros mismos. Podemos dejar de lado el texto y recordarnos a nosotros mismos la información obtenida. No sólo comprobar que la hemos recordado, sino que la hemos comprendido e integrado con conceptos previos9 en el contexto del tema que estamos estudiando. Esto nos exige a hacer una recuperación activa del contenido y a efectuar la vinculación con la totalidad. Los que nos dedicamos a la docencia estamos convencidos que la mejor manera de aprender es enseñar. Al intentar explicar a otra persona lo que hemos aprendido, nos esforzamos para lograr una síntesis y ponerlo en un lenguaje comprensible, apto para nuestro auditor y para nosotros mismos. Einstein solía decir: "No entiendes algo realmente hasta que eres capaz de explicárselo a tu abuela"
5. Modifica frecuentemente el escenario de estudio y aprendizaje
La investigación especializada muestra que se evoca mejor si nuestra memoria se encuentra vinculada con el lugar en el que se efectuó el aprendizaje. Por ejemplo, es posible que me pueda referir con solvencia a determinado asunto si éste se encuentra asociado a mi escritorio y al haz de luz concentrado con el que habitúo estudiar. En ese lugar me hallo cómodo y puedo lograr los niveles de concentración que deseo; además por estar en el silencio de mi habitación. Si bien es cierto que, los entornos de aprendizaje y estudio elegidos favorecen nuestro rendimiento, no resulta conveniente que los conocimientos adquiridos permanezcan estrictamente atados a esos lugares. Por este motivo se recomienda variar los entornos en los cuales llevamos a cabo el estudio.
Dos son los motivos. Uno, nuestros recuerdos de diferentes temas pueden quedar atados o vinculados al lugar en el que los aprendí. Por ejemplo: la fisiología glomerular la estudié en la biblioteca. Ese recuerdo me ayuda a evocar lo hecho en esa instancia, los cuándos, los cómos, las características del ambiente y, el aprendizaje realizado en ese momento. En segundo lugar, la variación del lugar, en el caso de la evocación o evaluación de lo aprendido en entornos diferentes me asegura, diciéndolo coloquialmente, que el recuerdo va conmigo y no se quedó atado a la biblioteca.
Es conveniente entonces, hacer un adecuado equilibrio entre la rutina que nos favorece y la movilidad que nos permite consolidar lo aprendido en todo momento y lugar.
A modo de conclusión:
El ser humano ha nacido para conocer, para aprender. Somos seres ‘condenados’ a la incompletud, siempre sentimos la falta y nunca sentimos que hemos llegado. Nuestra insuficiencia es también nuestra enorme fortaleza; padecemos de hambre por saber y por eso mismo obtenemos de vez en cuando una provisoria saciedad. El hecho de aprender es tan inherente al ser humano que no merece ser considerado una tarea antipática ni una condena injusta. ¡Aprender es fantástico!
El mundo, siempre tan pudoroso, nos muestra sus cualidades si hacemos el esfuerzo de desvelarlo adecuada y disciplinadamente. A pesar de esto, nos encontramos con que nosotros mismos y nuestros alumnos, sufrimos de tedio al aprender, nos lamentamos de las cosas que dejamos de hacer por estudiar, nos enfrentamos a pruebas y exámenes en los cuales a veces resultamos gravemente frustrados. Aprender merece ser la tarea más divertida y gratificante. Quizás el presente trabajo ayude a que nuestra tarea diaria también lo sea.
Referencias
Médico Clínico. Médico asistencial de ASPE (UNT)
Profesor Adjunto de Epistemología Médica. Sec. De Posgrado de la Facultad de Medicina (UNT). A cargo del dictado de la materia en la Carrera de Especialización en Docencia Universitaria y en el Doctorado Estructurado en Medicina.
Profesor Titular Interino de Antropología Médica. Fac. de Medicina de la UNT.
Profesor de Bioética en la Licenciatura de Fonoaudiología (Convenio FM – UNT / Decroly)
Director de la Unidad de Formación en Docencia Universitaria, área Antropología Médica. Director del Proyecto de Formación de Recursos Humanos en el tema: “Los Sistemas Complejos Adaptativos y su aplicación a la Relación Médico – Paciente” (2008)
Director del Proyecto de Formación de Recursos Humanos en el tema: “Evaluación de la calidad educativa en la Fac. Medicina UNT”
Director suplente del Departamento de Salud Mental, Ciencias Sociales y Humanidades Médicas de la Fac. de Medicina de la UNT
Miembro del Instituto de Epistemología de la Fac. de Filosofía y Letras de la UNT.
Docente autorizado de Epistemología Médica.
Secretario de la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento (AACC)
La cuestión acerca de aprender y cómo hacerlo más eficazmente ha sido una preocupación, y una ocupación, del ser humano desde sus comienzos. Recientemente tanto las neurociencias, como la psicología cognitiva han efectuado sustanciales aportes en este sentido. El propósito del presente artículo es presentar en forma breve y sencilla los cinco consejos para un mejor aprendizaje que la Dra. Barbara Oakley desarrolla en su curso on line denominado “Learning How to Learn: Powerful mental tools to help you master tough subjects”1 . Ella, en compañía del profesor Terrence Sejnowski, se encarga de brindar un excelente y accesible curso sobre el tema del aprendizaje eficiente. El mismo se fundamenta en conocimientos provenientes de las neurociencias y la psicología cognitiva, así como también de la experiencia personal de ambos autores, profesores de la Universidad de California, San Diego. He decidido efectuar el presente escrito, usando el esquema original de estos autores a lo que sumo mis propias experiencias en el proceso de enseñanza – aprendizaje. Creo que resultan consejos útiles para estudiantes y docentes de los diferentes niveles educativos y, sobre todo, proponen un desafío de reconsideración de nuestros propios hábitos y estrategias para aprender.
Somos conscientes que el proceso del aprendizaje es multifacético y complejo, y que no lograremos agotar un tema tan vasto y lleno de variantes. Tratamos sólo de aportar algunas reflexiones al respecto.
1. Duerme lo suficiente para desintoxicar tu cerebro 2 3
El consejo de dormir adecuadamente antes de un examen o de un desafío importante es de larga data pero no había sido acompañado por una prueba contundente acerca de su conveniencia. Las investigaciones actuales nos permiten hacer algunas afirmaciones científicamente constatadas. Cuando dormimos nuestras células cerebrales se modifican ligeramente, permitiendo que las toxinas acumuladas durante la jornada de trabajo se eliminen convenientemente. Esta explicación nos permite insistir sobre el inmenso valor de un buen descanso nocturno.
Numerosos estudios de neurociencias cognitivas especialmente dedicados al estudio de los adolescentes en los Estados Unidos y en Inglaterra, han destacado insistentemente que los adolescentes necesitan más tiempo para dormir4. De ese modo, se ha llegado a recomendar que no se inicien las clases a temprana hora, sino hacia las nueve de la mañana. “Diego García-Borreguero, jefe de la unidad del sueño de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, se apresura a recordar que no se trata sólo de recuperar sueño perdido, sino que hay que combatir los efectos de esa pérdida. "Los efectos neurofisiológicos se recuperan, pero no los endocrinológicos, que tienen que ver, entre otras cosas, con la tolerancia a la glucosa"5 .
Del otro lado de la moneda, está la cuestión de reconocer si el estudiante está adecuadamente preparado la noche anterior, o si aún no lo siente así. Es necesario conocer, decidir cuándo parar, y definir a qué espacio de tiempo le llamamos ‘noche’. Esto puede ser aclarado en el apartado siguiente.
2. Burla la Procastrinación con la técnica de Pomodoro6
“Gestionar bien el tiempo no es tanto una cuestión de utilizar bien el reloj, sino de utilizar bien la brújula”
La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables. Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se auto justifica posponerlo a un futuro idealizado en el que lo importante es supeditado a lo urgente.Existen tres tipos de procrastinación:
a) Por evasión, cuando se evita empezar una tarea por miedo al fracaso. Puede ser un problema de autoestima.
b) Por activación, cuando se posterga una tarea hasta que ya no hay más remedio que realizarla. Es un problema contrario al anterior.
c) Por indecisión, típico de las personas indecisas que intentan realizar la tarea pero se pierden en pensar la mejor manera de hacerlo sin llegar a tomar una decisión. Se denomina también complejo de Penélope (la mujer de Ulises, que tejía y destejía siempre la misma tela para evitar casarse con los pretendientes al reino insular de Itaca mientras esperaba que volviera Ulises).
Cuando nos enfrentamos a algo que no queremos hacer, por ejemplo, trabajar en un problema difícil de matemáticas, enfrentar un tema del programa que no nos resulta agradable o no capta nuestro interés, los centros de dolor en nuestro cerebro se iluminan (activan), y nuestra reacción inicial puede ser evitar esa sensación, huyendo de ella o posponiendo la tarea sin límite. La postergación puede constar en la inmediata necesidad de llamar a alguien por teléfono, en controlar nuestra casilla de correos electrónicos, o ver si nos han llegado mensajes nuevos en el chat. Hay muchas otras escusas, cada uno de nosotros sabe ‘donde le aprieta el zapato’ y cuáles son los medios por los cuales podemos intentar escaparnos.
Sin embargo, hay algo positivo. Las neurociencias nos explican que la reacción negativa inicial desaparecerá después de un corto período de tiempo. Es necesario apelar a alguna ayuda que nos permita resistir a la tentación del aplazamiento con su consiguiente distracción. Debemos hallar una táctica que permita protegernos.
Un método para hacer esto es la Técnica Pomodoro7, en la cual se establece un temporizador de 25 minutos para la actividad enfocada y luego tomar un descanso de 5 minutos.
Habitualmente podemos sentirnos mucho mejor iniciando una tarea desagradable, cuando sabemos que es sólo por un corto tiempo y con duración prefijada. Los estudiantes8 pueden proceder del mismo modo cuando se enfrentan con actividades que no captan su curiosidad y complican penosamente su camino con retos que les parecen insuperables. Por ejemplo: largos textos teóricos, ecuaciones difíciles, problemas pasibles de ser enfocados de múltiples maneras, etc.
3. Usa la repetición espaciada para recordar hechos clave
Aunque el mejor aprendizaje no consiste en memorizar, está claro que recordar hechos es una parte importante del aprendizaje. Una de las mejores maneras de hacer esto es reforzarlos a través de la repetición espaciada. Hay una serie de consejos para memorizar, algunos con más consistencia científicas que otros.
Algunos educadores se quejan de que los recursos tecnológicos de los que el estudiante dispone hoy, ha atentado contra la memorización. Cabe recordar que en la educación tradicional se recomendaba, se promocionaba y se premiaba la memorización exacta, al ‘pie de la letra’. Aún hoy muchos profesores se jactan, no sin cierta nostalgia, de poder repetir párrafos enteros del Cantar del mío Cid, de Hamlet o del Quijote de la Mancha. Todavía resuena en nuestros oídos: “Era la tarde y la hora en que el sol la cresta dora de los Andes” del poema La Cautiva de Esteban Echeverría o, “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera, en cualquier momento que sea, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera” del Martín Fierro de José Hernández.
Por el contrario, algunos afirman que, si dejamos a los medios tecnológicos el archivo de memoria, nos queda más cerebro para las actividades de pensamiento y creatividad. No estoy tan seguro de que eso sea así, sin embargo, puedo dar testimonio de que una buena memoria (heredada o cultivada) allana mucho los caminos de cualquier estudiante.
Existe una batería de trucos o consejos que nos ayudarán a memorizar mejor. El mejor truco es estar convencido de que se recuerda mejor aquello que se comprende. También aquello que hemos trabajado más (lo que hemos subrayado, hecho resúmenes, esquemas mapas conceptuales...). Existen estrategias que pueden ayudarnos a memorizar:
a) Repetir. Repetir las palabras hasta aprenderlas es un viejo truco y funciona. Aunque sea aburrido hay que tener paciencia; rever, recitar.
b) Agrupar en categorías, por conjuntos de significados por ejemplo: mobiliario (mesa, silla, armario…).
c) Asociar cada palabra a algo que conocemos, a cosas que podemos visualizar y que nos sean fáciles de recordar.
El conocimiento previo, aún el equivocado, puede resultar un escalón para alcanzar nuevos aprendizajes.
Conviene aclarar que no estamos haciendo una apología de la memoria, simplemente consideramos que la misma no debe ser descartada como un recurso de aprendizaje que debe ser gestionado racionalmente.
4. Intenta recordar en lugar de releer para ver si has aprendido el contenido
"No entiendes algo realmente hasta que eres capaz de explicárselo a tu abuela"
Muchos estudiantes usan el recurso de volver a leer un texto para tratar de reforzar el contenido. Acostumbran dar leídas sucesivas separadas por algún espacio de tiempo, para que el material que se desea aprender se consolide por sí mismo, por la relectura. Quizás por sí misma no sea una mala metodología, sin embargo, es conveniente advertir que no por mucho releer se aprende más, o se consolida mejor lo aprendido. A otros les gusta hacer extensivos destacados, pero esto puede ser un error, ya que nos puede engañar el pensar que hemos absorbido algo cuando no lo tenemos. Podríamos denominarla, ‘la gran trampa del color’. Es habitual ver textos subrayados casi completamente con resaltadores de diferentes colores siguiendo algún código o algún criterio de preeminencia establecido por el usuario. La gran trampa está en creer que por haber destacado lo importante o lo que se desea recordar, efectivamente eso ha sido incorporado a nuestros aparatos cognitivos y de memoria. Es frecuente al abrir un libro, que nos encontremos con párrafos destacados con color que no recordamos haber efectuado, ni el motivo por el cual lo hicimos. Creo que podemos considerar como una experiencia común esta de ‘confiarnos’ en lo subrayado, dándole la categoría de aprehendido.En cambio, es mejor probarnos nosotros mismos. Podemos dejar de lado el texto y recordarnos a nosotros mismos la información obtenida. No sólo comprobar que la hemos recordado, sino que la hemos comprendido e integrado con conceptos previos9 en el contexto del tema que estamos estudiando. Esto nos exige a hacer una recuperación activa del contenido y a efectuar la vinculación con la totalidad. Los que nos dedicamos a la docencia estamos convencidos que la mejor manera de aprender es enseñar. Al intentar explicar a otra persona lo que hemos aprendido, nos esforzamos para lograr una síntesis y ponerlo en un lenguaje comprensible, apto para nuestro auditor y para nosotros mismos. Einstein solía decir: "No entiendes algo realmente hasta que eres capaz de explicárselo a tu abuela"
5. Modifica frecuentemente el escenario de estudio y aprendizaje
La investigación especializada muestra que se evoca mejor si nuestra memoria se encuentra vinculada con el lugar en el que se efectuó el aprendizaje. Por ejemplo, es posible que me pueda referir con solvencia a determinado asunto si éste se encuentra asociado a mi escritorio y al haz de luz concentrado con el que habitúo estudiar. En ese lugar me hallo cómodo y puedo lograr los niveles de concentración que deseo; además por estar en el silencio de mi habitación. Si bien es cierto que, los entornos de aprendizaje y estudio elegidos favorecen nuestro rendimiento, no resulta conveniente que los conocimientos adquiridos permanezcan estrictamente atados a esos lugares. Por este motivo se recomienda variar los entornos en los cuales llevamos a cabo el estudio.
Dos son los motivos. Uno, nuestros recuerdos de diferentes temas pueden quedar atados o vinculados al lugar en el que los aprendí. Por ejemplo: la fisiología glomerular la estudié en la biblioteca. Ese recuerdo me ayuda a evocar lo hecho en esa instancia, los cuándos, los cómos, las características del ambiente y, el aprendizaje realizado en ese momento. En segundo lugar, la variación del lugar, en el caso de la evocación o evaluación de lo aprendido en entornos diferentes me asegura, diciéndolo coloquialmente, que el recuerdo va conmigo y no se quedó atado a la biblioteca.
Es conveniente entonces, hacer un adecuado equilibrio entre la rutina que nos favorece y la movilidad que nos permite consolidar lo aprendido en todo momento y lugar.
A modo de conclusión:
El ser humano ha nacido para conocer, para aprender. Somos seres ‘condenados’ a la incompletud, siempre sentimos la falta y nunca sentimos que hemos llegado. Nuestra insuficiencia es también nuestra enorme fortaleza; padecemos de hambre por saber y por eso mismo obtenemos de vez en cuando una provisoria saciedad. El hecho de aprender es tan inherente al ser humano que no merece ser considerado una tarea antipática ni una condena injusta. ¡Aprender es fantástico!
El mundo, siempre tan pudoroso, nos muestra sus cualidades si hacemos el esfuerzo de desvelarlo adecuada y disciplinadamente. A pesar de esto, nos encontramos con que nosotros mismos y nuestros alumnos, sufrimos de tedio al aprender, nos lamentamos de las cosas que dejamos de hacer por estudiar, nos enfrentamos a pruebas y exámenes en los cuales a veces resultamos gravemente frustrados. Aprender merece ser la tarea más divertida y gratificante. Quizás el presente trabajo ayude a que nuestra tarea diaria también lo sea.
Referencias
- https://www.coursera.org/learn/learning-how-to-learn/outline University of California, San Diego.
- Kazuhiko F. and Kaneyoshi I. “Age-related changes of sleeping pattern during adolescence” Psychiatry and Clinical Neurosciences Volume 55, Issue 3, pages 231–232, June 2001
- Johnson, E. et al. “Trouble sleeping and anxiety/depression in childhood” Psychiatric Research May 15, 2000Volume 94, Issue 2, Pages 93–102
- Wong MM, et al. “Childhood Sleep Problems, Response Inhibition, and Alcohol and Drug Outcomes in Adolescence and Young Adulthood”. Alcohol Clin Exp Res. 2004 Apr; 28(4):578-87.
- http://elpais.com/diario/2005/07/26/salud/1122328801_850215.html
- Tice, D and Baumeister, R. “Longitudinal Study of Procrastination, Performance, Stress, and Health: The Costs and Benefits of Dawdling” Psychological Science Vol. 8, No. 6 (Nov., 1997), pp. 454-458
- La Técnica Pomodoro es un método para la administración del tiempo desarrollado por Francesco Cirillo a fines de los años 1980. La técnica usa un reloj para dividir el tiempo dedicado a un trabajo en intervalos de 25 minutos -llamados 'pomodoros'- separados por pausas.
- La edad del estudiante no es una variable importante al momento de definir el perfil de una persona con el hábito de postergar, es decir, tanto los adolescentes como las personas mayores pueden tener el hábito de postergar.
- Mora Zamora, A. “Obstáculos epistemológicos que afectan el proceso de construcción de conceptos del área de ciencias en niños de edad escolar” InterSedes: Revista de las Sedes Regionales, vol. III, núm. 5, mayo, 2002, pp. 75-89, Universidad de Costa Rica. Costa Rica
Médico Clínico. Médico asistencial de ASPE (UNT)
Profesor Adjunto de Epistemología Médica. Sec. De Posgrado de la Facultad de Medicina (UNT). A cargo del dictado de la materia en la Carrera de Especialización en Docencia Universitaria y en el Doctorado Estructurado en Medicina.
Profesor Titular Interino de Antropología Médica. Fac. de Medicina de la UNT.
Profesor de Bioética en la Licenciatura de Fonoaudiología (Convenio FM – UNT / Decroly)
Director de la Unidad de Formación en Docencia Universitaria, área Antropología Médica. Director del Proyecto de Formación de Recursos Humanos en el tema: “Los Sistemas Complejos Adaptativos y su aplicación a la Relación Médico – Paciente” (2008)
Director del Proyecto de Formación de Recursos Humanos en el tema: “Evaluación de la calidad educativa en la Fac. Medicina UNT”
Director suplente del Departamento de Salud Mental, Ciencias Sociales y Humanidades Médicas de la Fac. de Medicina de la UNT
Miembro del Instituto de Epistemología de la Fac. de Filosofía y Letras de la UNT.
Docente autorizado de Epistemología Médica.
Secretario de la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento (AACC)
No hay comentarios:
Publicar un comentario