ESTIMULA LA FORMACIÓN DE TEJIDO DE GRANULACIÓN
La terapia VAC se consolida en el manejo de las heridas complejas y graves
Enrique Mezquita. Valencia | 27/06/2012 00:00
El correcto manejo de las heridas es un aspecto fundamental para minimizar el riesgo de infecciones y agilizar el proceso de recuperación. En este contexto, la terapia VAC (vacuum assisted closure) o cierre asistido por vacío se ha consolidado en el manejo de heridas complejas y graves. Esta terapia se basa en el empleo de un apósito de poliuretano poroso o de alcohol polivinílico, que, una vez aplicado sobre la herida y sellado con la lámina adhesiva, se conecta a una unidad terapéutica que aplica el vacío.
Este sistema con presión negativa crea un entorno de curación único, donde se potencia la velocidad de formación y calidad de tejido de granulación, hasta conseguir un cierre de la herida más rápido y con menores complicaciones. Para heridas infectadas también pueden utilizarse apósitos impregnados en plata o apósitos especiales que sirven para instilar soluciones farmacológicamente activas, como antisépticos, antibióticos o anestésicos tópicos.
Coadyuvante
La evidencia acumulada en los últimos años muestra que la eficacia de la terapia VAC está basada en la reducción del tamaño de la herida mediante la aproximación de los bordes, la reducción del edema, la eliminación del exudado y la mayor formación de tejido de granulación; también puede usarse como coadyuvante para eliminar el material infeccioso y la formación de biopelículas. Todo esto, junto con la eliminación de los factores inhibidores del crecimiento en el lecho de la herida, hace que se reduzca significativamente el tiempo de curación en heridas agudas, subagudas y crónicas.
Según ha explicado Auxi Amador Marchante, jefa del Servicio de Cirugía General y Digestiva del Hospital de Torrevieja y organizadora de un encuentro sobre el manejo multidisciplinar de la terapia VAC en su centro, "las principales aplicaciones son el tratamiento de heridas agudas, traumáticas, quemaduras de espesor parcial, dehiscencias, úlceras por presión, diabéticas o vasculares; favorece además el prendimiento de injertos y colgajos, y el manejo de abdomen abierto, sobre incisiones quirúrgicas...". Actualmente, "podríamos hablar de que cualquier tipo de herida compleja podría beneficiarse de la terapia asistida por vacío, incluso aunque haya exposición de órganos o tejidos nobles. Es evidente que en estos casos es necesario tomar precauciones adicionales".
Día a día surgen nuevas aplicaciones y protocolos de utilización, incluyendo el uso pediátrico de esta técnica. No obstante, aunque las indicaciones son muy amplias, siempre hay que tener en cuenta las contraindicaciones, como son la aplicación de la terapia sobre tejido necrótico y/o con escaras y tejido neoplásico o la utilización en osteomielitis no tratada o en presencia de fístulas no enterocutáneas o inexploradas. Además, "se deberá tomar especial precaución en aquellos pacientes anticoagulados, con hemostasia difícil o sangrado activo".
Actualmente, según ha añadido la experta, "muchas instituciones sanitarias públicas y privadas utilizan la terapia asistida por vacío. Uno de los factores fundamentales de su implantación han sido los análisis de coste-efectividad realizados, que hacen que la utilización de la terapia VAC permita reducir hasta en un 50 por ciento los tiempos de curación de heridas y los días de hospitalización que los pacientes necesitan para su recuperación".
La utilización de esta terapia en atención primaria está siendo clave para la mejora del manejo de determinados pacientes. Cuando están estabilizados, sólo precisan cambios de apósitos tres veces por semana, mientras que con las terapias tradicionales en este tipo de pacientes no es infrecuente que se requieran varios cambios diarios de apósito".
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