Vacunas: los beneficios
compensan los
posibles riesgos
DÍA 25/04/2014 - 10.44H
La vacunación es una decisión voluntaria, sin embargo, en algunas ocasiones el bien común puede estar por encima de las decisiones individuales
FOTOLIA
¿Qué saben los españoles sobre vacunas? ¿Puede obligarse a vacunar a un niño? Con motivo de la Semana Mundial de la Vacunación, cuyo lema es “¿Está usted al día?” y durante la que se pretende concienciar de la importancia de la inmunización, que evita anualmente entre 2 y 3 millones de defunciones, María José Álvarez Pasquín, médico de familia y miembro de la Asociación Española de Vacunología, responde algunas de estas cuestiones.
¿Puede obligarse a unos padres a vacunar a sus hijos?
El calendario vacunal infantil con la ley española en la mano no es obligatorio, es una intervención sanitaria sometida cierta incertidumbre como cualquier intervención sanitaria. Lo que sabemos, gracias a la evidencia científica contrastada, es que los beneficios que obtienen los niños que se vacunan y la población general al completar dicho calendario compensan sobradamente los riesgos que se corren.
¿En qué casos y bajo qué condiciones se puede olbligar la vacunación?
La libertad sólo tiene un límite general, el de los derechos de los demás. En este caso este límite general se concreta en dos límites concretos: el bien del hijo menor de edad y el bien de la comunidad. En estos casos, y como ya ha ocurrido, se puede obligar a los padres a vacunar, pero hay que ser muy prudentes al decidir esta acción.
El problema surge cuando el número de niños no-vacunados frente a una enfermedad infecto-contagiosa de un grupo aumenta y la inmunidad grupal se resiente. Entonces, si aparece, por ejemplo, un caso de sarampión un caso en un niño no vacunado la enfermedad puede extenderse con rapidez entre el colectivo de los no-vacunados, tanto de los que no han sido vacunados por deseo de sus padres como de los menores que, según el calendario, todavía no han podido completar su vacunación. Más excepcionalmente pueden aparecer casos en menores que hayan sido vacunados porque su respuesta inmunógena no haya sido suficiente o, incluso en adultos que no llegaron nunca a estar inmunizados o que, habiéndolo estado, hayan perdido sus anticuerpos con el paso del tiempo. Estos casos en adultos pueden ser casos potencialmente graves.
En el caso en el que los padres deciden no vacunar a sus hijos, ¿se puede prohibir la asistencia de esos niños al colegio si hay riesgo de epidemias?
Se podría, como en el caso de Granada, pero no hay que llegar a estas medidas extremas, si no intentar convencer del beneficio de las vacunas y del riesgo de la enfermedad salvaje como tal, frente al riesgo vacunal. Argumentar en contra de esta medida poniendo sobre la mesa la posible lesión del «derecho a la escolarización» de los niños no-vacunados es un despropósito. Primero porque sugiere una concepción de la educación integral que identifica ésta con «institucionalización», cuando explicar a todos, niños incluidos, por qué se adoptan estas medidas, y llevarlas acabo es un ejercicio magnífico de educación para la ciudadanía. En segundo lugar porque pone al mismo nivel dos riesgos con un grosor bien distinto: perder unos días de clase frente a la posibilidad de que la enfermedad se extienda e, incluso, que acabe con la vida de alguien. Es como negarse a evacuar un colegio cuando en una clase se ha desatado un incendio porque no estamos seguros de si el incendio se extenderá a las demás clases y, mientras, «debemos salvaguardar el derecho a la escolarización» de los niños.
¿Puede algún colegio exigir determinas vacunas para su escolarización?
Se puede solicitar el calendario vacunal a los padres, pero como no es obligatorio, aunque ignoro si legalmente se puede obligar, especialmente en un colegio público.
¿Puede un juez obligar a vacunar?
Puede y ya lo ha hecho, aunque hubo padres que se negaron a someterse a lo prescrito por el juez. Hay que intentar no enrocar las posturas, no es inteligente. Si las autoridades sanitarias consideran que situaciones como estas pueden repetirse en el futuro e incluso agravarse entonces deberían plantearse seriamente la posibilidad de convertir en realmente obligatoria la vacunación infantil. La aceptación de la restricción de las libertades personales cuando entendemos que ello va en beneficio de terceros o de la colectividad en general es algo inherente a las sociedades democráticas.
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