NUEVA BIOTECNOLOGÍA
De las 'vacunas comestibles' a los 'fármacos cultivables'
Investigan cómo aprovechar el carácter comestible de ciertas plantas para producir fármacos sin purificación.
Sonia Moreno. Madrid | soniamb@diariomedico.com | 27/04/2015 00:00
La empresa israelí Protalix trabaja con células de zanahoria. (DM)
VISTA:
n un viaje por Tailandia, el biólogo Charles Arntzen vio cómo una madre calmaba a su lloroso hijo con trocitos de plátano. De esta imagen brotó la idea de desarrollar plantas comestibles con vacunas. Comenzaba la década de 1990. La perspectiva de obtener inmunizaciones directamente de los árboles, listas para distribuirlas en sociedades con endeble infraestructura sanitaria, resultaba tan apetecible como la propia fruta fresca. La prensa acuñó el término de "vacunas comestibles" y, así, esta línea de investigación quedó deformada en el imaginario colectivo como un concepto naif. Tampoco ayudaron en su despegue un marco regulador estricto y una industria poco entusiasmada.
No obstante, muchos grupos científicos todavía piensan que producir terapias biológicas en entornos comestibles constituye una forma viable de abaratar la producción, al sustituir los carísimos sistemas que emplean células de mamíferos. De hecho, las plantas ya se usan para producir medicamentos, aunque es necesaria la purificación final. Un buen ejemplo es el cóctel de anticuerpos monoclonales contra el virus del Ébola Zmapp.
- El grupo del español Diego Orzáez (IBMCP) demostró la viabilidad de una variedad de tomate que expresa IgA en niveles con efecto biológico claro frente a rotavirus
Dos científicos, inspirados y asesorados por Arntzen, crearon una pequeña biotecnológica que basaba su producción de anticuerpos para VIH/sida y Ébola en la planta del tabaco australiano (Nicotiana benthamiana ). La epidemia del filovirus en África occidental ha vuelto a poner en el punto de mira esta línea de investigación, pero no son los únicos. También con tabaco, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos (Darpa) desarrolla una vacuna recombinante contra la gripe pandémica H1N1. Y la empresa israelí Protalix produce en células de zanahoria taliglucerasa alfa, un fármaco inyectable para tratar la enfermedad de Gaucher.
Sin purificar
Protalix ha apostado por lo que podría considerarse la segunda generación de las mal llamadas "vacunas comestibles" y que ahora, con menos gancho, pero mucho más rigor, se conocen como "medicamentos producidos en vegetales mínimamente procesados". Uno de esos "fármacos cultivables" es también la taliglucerasa alfa. En un ensayo en fase II estudian la eficacia de esta molécula suministrada oralmente en células de zanahoria sin procesar. Menos avanzado, aún en estudios preclínicos, se encuentra el arroz japonés MucoRice-ARP1, que expresa un anticuerpo frente al rotavirus.
Protalix ha apostado por lo que podría considerarse la segunda generación de las mal llamadas "vacunas comestibles" y que ahora, con menos gancho, pero mucho más rigor, se conocen como "medicamentos producidos en vegetales mínimamente procesados". Uno de esos "fármacos cultivables" es también la taliglucerasa alfa. En un ensayo en fase II estudian la eficacia de esta molécula suministrada oralmente en células de zanahoria sin procesar. Menos avanzado, aún en estudios preclínicos, se encuentra el arroz japonés MucoRice-ARP1, que expresa un anticuerpo frente al rotavirus.
En España, el grupo de Diego Orzáez, en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (Ibmcp), centro de la Universidad Politécnica de Valencia y del CSIC, demostró la viabilidad de una variedad de tomate que expresa inmunoglobulina A (IgA) humana en niveles con efecto biológico relevante frente a rotavirus.
Además, los tomates se modificaron para enriquecerse en antocianinas, lo que les dio un característico color morado que evitaba la confusión con otros tipos. En un reciente estudio publicado en The Journal of Agricultural and Food Chemistry, el grupo de Orzáez analizó de forma exhaustiva esos "tomates IgA" y concluyó que la presencia del anticuerpo no induce ningún cambio sustancial que pueda afectar a la seguridad de su consumo.
Orzáez se encuentra entre los científicos herederos de la visión de Charles Arntzen, que abogan por aprovecharse de la cualidad comestible de ciertos vegetales para "hacer innecesaria la purificación de los principios activos que produjeran de forma transgénica. De esta manera, se reducirían los costes, sin renunciar al control de dosis, lotes y trazabilidad. En definitiva, podrían obtenerse fármacos biológicos al precio de alimentos".
Noticias relacionadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario